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JORGE HUMBERTO BOTERO

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Mirar al vecindario

Que la izquierda gobierne en la región concede a Petro posibilidades interesantes en su agenda internacional. Tendrá que observar también los malos resultados de esos gobiernos.

16 de agosto de 2022

En apariencia, es una coincidencia afortunada para Petro que su acceso al poder coincida con un momento en que la izquierda, en sus distintas modalidades, gobierna en la mayoría de los países de la región, desde la comunista de Cuba y Venezuela, la populista de México y Argentina, la errática del Perú, y la que se intenta consolidar en Chile, que oscila entre la anarquía y la democracia liberal. El círculo vendría a cerrar si, como parece, Lula triunfa en los próximos comicios de Brasil.

En su discurso de posesión, el nuevo Presidente postuló dos políticas de enorme importancia: la primera, finalizar la fallida guerra contra las drogas que nos ha dejado a los países de la región, especialmente a Colombia y México, violencia endémica, daños ambientales y corrupción. Petro puede intentar con éxito, como ya ha empezado a hacerlo, un liderazgo regional en torno a esa propuesta, la cual tendría que llegar a la Asamblea General de Naciones Unidas, tarea que requiere una gestión diplomática previa de primer nivel. Contando con los recursos de que dispone el Gobierno, Santos logró un amplio respaldo internacional a sus negociaciones con las Farc. El reto luce complejo, pero posible.

La otra política es la preservación de la Amazonía, un asunto de la mayor trascendencia mundial. El reclamo de nuestro presidente a la comunidad internacional, que concede respaldo teórico, pero no aporta recursos suficientes para afrontar una tarea de interés global, tiene sentido. Es prematura, sin embargo, la propuesta consistente en establecer un mecanismo de canje de deuda pública internacional por inversiones equivalentes de los países beneficiarios en la preservación de la floresta amazónica. Por eso hizo un llamado al Fondo Monetario Internacional, y podría haberlo hecho a otras entidades públicas multilaterales. Sin embargo, la aceptación de esa iniciativa tiene que estar precedida de complejas negociaciones con los actores relevantes: Estados Unidos, China, Japón, la Unión Europea, entre otros. Sin embargo, al margen de cuáles sean los mecanismos para generar los recursos, la apuesta es muy importante.

En su discurso, Roy Barreras, presidente del Senado, hizo dos propuestas en el campo internacional. Crear un parlamento latinoamericano, tal vez imaginando que sus integrantes sean elegidos por el voto popular y estén habilitados para adoptar decisiones obligatorias para los países miembros. Esa iniciativa carece de sentido, a menos que se establezca una institucionalidad semejante a la Unión Europea, una posibilidad remota. Más lo es el establecimiento de una unión monetaria entre los países de la región, propuesta que implicaría la renuncia a la soberanía nacional para emitir y regular la propia moneda, y estrictos compromisos en materia fiscal.

De otro lado, nuestro nuevo presidente haría bien en examinar los resultados de esa plétora de gobiernos de izquierda. Le serviría para orientar sus propias acciones y huir de precedentes nocivos. Comencemos con México. Lo más importante es, sin duda, el colapso del Estado frente al embate de las mafias que controlan el mercado de las drogas ilícitas en este hemisferio. En un estudio reciente, el Wilson Center anota que “a la ya conocida pax narca ahora hay que agregar grados más profundos de perversión… la soberanía y la gobernabilidad narcas”. En muchas zonas “no hay ni siquiera soberanía y gobernabilidad compartidas con el Estado, pues claramente ambas han sido capturadas por poderosas organizaciones criminales”. Tengámoslo en cuenta. Son obvios los riesgos de la “paz total” Amlo, además, ha dilapidado las posibilidades de desarrollo de su país, que son enormes habida cuenta del elevado crecimiento en años recientes de Estados Unidos, su socio natural, y del interés de muchas empresas que quieren salir de China y reubicarse cerca de su mercado natural. Ha destruido la seguridad jurídica en diversos campos, principalmente en energía e hidrocarburos. Y convertido la política social en dádivas personales. Nada tiene para enseñarnos.

A continuación, haría bien Petro en mirar el fiasco populista de Argentina. Sin recursos fiscales para financiar su ambiciosa política social, carente de acceso al crédito internacional, y sin soporte popular para reducir el gasto público, el país se hunde en la inflación. En la actualidad, su tasa es cercana al 80 % anual, y sigue subiendo. La película que viene la hemos visto otras veces: el dinero estatal deja de circular y es sustituido por el dólar, las protestas y actos vandálicos se generalizan, la pobreza se incrementa, la democracia se hunde. Con buen criterio, Petro ha tomado la acertada decisión de buscar primero el dinero, y, luego, definir cómo gastarlo en nuevos programas. Es preciso preservar esa secuencia. No se puede ensillar sin traer las cabalgaduras.

Los presidentes Boric y Petro tienen perfiles ideológicos parecidos, son de izquierda, pero no militan en partidos totalitarios de estirpe comunista. No hay motivo para dudar de su fidelidad a las instituciones democráticas. Sus gobiernos son de coalición con sectores inclinados al centro. Boric no cuenta con mayorías sólidas en el Parlamento, y los indígenas, que habrían debido ser sus aliados, lo han recibido, en la Araucanía, literalmente a tiros. Se ha jugado en favor de un proyecto de constitución, que será votada en semanas, la cual haría ingobernable a Chile y dudosa la financiación del Estado. Si pierde esta apuesta, sus grandes ambiciones podrían no cumplirse. El contexto no es el mismo, pero las lecciones para nosotros abundan.

Briznas poéticas. De Élkin Restrepo, profundo y lacónico en esta etapa de su vida: “Y, de pronto, cuando menos lo esperas, / adviertes que aquello que te ha servido / de apoyo siempre / … carece de sentido / y ya nada te guiará en adelante, /ningún astro o verdad cierta, / ningún augurio complaciente. / Envejeces y al envejecer / la única noción que resta es ésta: / que no hay afuera / sino adentro, / y adentro no hay nada, / salvo la página en blanco / de una historia ya contada”.

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