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Mockus es posible

El presidente se viste como un personaje de Carrasquilla, toma café subido en caballos de paso y amenaza con irse a los puños en las cumbres. ¿Y el loco es Mockus?

Daniel Samper Ospina
2 de abril de 2010

Parto de una base: mis conocimientos sobre política son tan elementales que por poco termino trabajando para la campaña de Andrés Felipe Arias. Estuve muy tentado porque me prometieron un subsidio agrícola, pero al final no me animé. La verdad es que cuando uno trabaja con un candidato termina adulándolo, y ya me veía yo sobándole el lomo al 'Pincher', dándole galletas, tirándole una pelota para que me la trajera, y la sola imagen me deprimió. Por cosas como esas fue que Andrés Felipe se volvió como es. Le faltó rejo. El mismo Presidente era muy permisivo con él: lo dejaba subir en los sofás, le daba ministerios, no lo regañaba si les pedía trozos de pan a los invitados en pleno almuerzo. Nunca aplicó eso que los conservadores llaman disciplina para perros, que es fundamental para que la mascota no se vuelva insoportable, como finalmente sucedió. Que me desmientan en público si es falso, pero yo mismo presencié que en algunas reuniones el Presidente subía sobre sus rodillas a Andrés Felipe y con cariño y paciencia le espulgaba la cabeza mientras el consejo avanzaba. Y no lo digo como una crítica. De las pocas cosas que me caen bien de Uribe es que le gustan los animales. De eso puede dar fe su gabinete.

Pero el punto es que soy un mal analista, digo, y nunca he entendido a esos estrategas tipo Mauricio de Vengoechea, a quien le basta hacerse el blower, fruncir el ceño y decir frases tipo "el candidato es un producto y hay que venderlo como tal" para ganarse un montón de dinero. Yo, al menos, si fuera publicista haría exactamente lo contrario: vendería cada producto como si fuera un candidato; agarraría un nuevo champú y lo haría repetir en todos los medios de comunicación la frase "yo soy el padrino de la seguridad democrática". Luego lo llevaría a los barrios pobres a que regalara tejas y lo pondría a debatir con Noemí Sanín en público, porque cualquiera le gana un debate a Noemí.

Advierto lo anterior porque quizás mi análisis no sea calificado. Pero el hecho es que esta semana oí a un estratega político que afirmaba, con suficiencia, que a Mockus no le iba a alcanzar el impulso para pasar a la segunda vuelta y ganar la presidencia.

—Al final, a la gente le da miedo tener un loquito en Palacio -decía, prepotente.

No nos pongamos tan puristas. El presidente actual se viste como un personaje de Tomás Carrasquilla, toma café subido sobre caballos de paso, amenaza con irse a los puños en las cumbres internacionales y se tira de plancha en cuanto río ve: ¿y ahora resulta que el loco es Mockus?

Más desequilibrados me parecen los demás candidatos. Juan Manuel Santos, por ejemplo: un hombre tan inmaduro que trató de corchar a Noemí en un debate presidencial, y que en toda su vida pública ha tenido un único gesto de estadista: aguantarse el ataque de risa que producían los balbuceos de su contrincante: ¿estaría bien que fuera Presidente un hombre que parece con los párpados operados? He ahí una buena pregunta para que se la hagan los analistas: ¿Juan Manuel Santos se operó o simplemente es así? Yo pensaría que se operó. Es un hombre postizo. La clave ahora es saber si es posible que Mockus le quite votos a Noemí, pero que Noemí le quite bótox a Santos.

Veamos, ahora, más opciones. Opciones reales, quiero decir: no pienso hablar de Fajardo, Vargas, Pardo o Robinson Devia, que de todos ellos es el que más me gusta. Pensemos en Petro. De fórmula presidencial halló un perfil que lo complementara: debía encontrar a una persona que, a diferencia de él, no se hubiera hecho la vasectomía después -y no antes- de haber tenido seis hijos; que no se hubiera excusado de asistir a un debate en el Congreso porque le dolía un testículo; que no dijera el verbo 'colocar' en lugar de 'poner', y que no pronunciara la letra 'd' como si fuera una 't': "Coloquemos la verdat por encima de todo". Era una fórmula por complemento; pero si la hubiera elegido por simpatía, supongo que se habría inclinado nuevamente por el procurador Ordóñez, por quien ya ha votado en el pasado: ¿un Presidente así sí les parece cuerdo?

Ante ese panorama, Mockus me parece la opción más equilibrada. Es cierto que se casó sobre un elefante, lo cual fue interpretado por algunos como un guiño a Samper. Pero al menos no ha acusado a nadie de paramilitar para aceptarle después una embajada. A diferencia de Santos y Noemí, que se disputan grotescamente el apoyo del pequeño 'Pincher', la única vez que el profesor ha peleado con sus socios ideológicos ha sido por cederles el paso ante el marco de una puerta:

—Pase usted, por favor.

—No, no, adelante, primero usted.

Yo votaría por Mockus solamente por ver cómo serán las reuniones de Unasur con su presencia: ¿qué hará Chávez cuando le arroje un vaso de agua encima? ¿Tendrá la caridad de botarle otro a Ortega, ojalá con jabón? ¿Qué cara pondrá Evo cuando Mockus saque un papelógrafo y empiece a explicar alguna de sus tesis? ¿Se bajará los pantalones delante de Cristina Kirchner?

Ojalá siga subiendo Mockus en las encuestas. Los pueblos crecen a través de cambios como los que él inspira, aunque a veces ese tipo de procesos tardan bastante en madurar, al igual que 'el Pincher' Arias.

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