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Modesta proposición para un monumento público

Consistirá en una estatua ecuestre, compuesta por yegua de paso fino colombiano y erguido jinete de saco y corbata, zamarros, poncho y tacita de tinto en la diestra

Semana
12 de febrero de 2006

Ahora que ha sido aprobada la reelección inmediata, no de cualquier presidente, sino de este Presidente (aunque la letra de la ley sea genérica es obvio que su fondo tiene nombre propio), el culto a la personalidad de Uribe está llegando en el país a niveles de paroxismo. La cosa es tan evidente, que evoca por igual a regímenes fascistas y comunistas. Las vallas que están apareciendo en Medellín, con la efigie del señor Presidente en actitud de homenaje a la bandera (la diestra mano dedicortica sobre el austero pecho encorbatado), con el Himno Nacional en los labios según el puchero del gesto, son de un tamaño maoísta. Evocan a Kim il Sung, a Fidel, a Mussolini. Pero no es sólo el tamaño de las vallas ni el tono de los ditirambos lo que crea este ambiente de culto al emperador. Pronto aparecerá un periódico dedicado exclusivamente a su alabanza. Y hasta en revistas que uno imaginaría por fuera de toda sospecha de veneración al nombre del caudillo (la de la Universidad de Antioquia, en otro tiempo una isla de independencia intelectual), en la primera página lo que uno lee es una carta del Duro, con el membrete del Hombre, aunque la redacción sea la típica (inane y anodina) de la última secretaria de palacio. Y ya he visto libros dedicados al máximo líder, con abuso de mayúsculas y sin pudor en el uso de los signos de exclamación. Leo esas dedicatorias, esas cartas, esos prólogos del Hombre Fuerte, y me parece recordar el triste frontispicio de los últimos libros de don Manuel Machado: "A S. E. el Jefe del Estado, Generalísimo de los Ejércitos Españoles, Don Francisco Franco Bahamonde, porque pocos son los hombres a quienes la Providencia ha concedido el privilegio de realizar la poesía de la Historia. Dignaos, Señor, aceptar el homenaje de este libro que -en alas de la gloria de vuestro nombre- llevará a todos los confines del dilatado imperio de nuestro idioma el eco de la nueva Reconquista?", etc. ¿No reconocen el tono? Es exactamente la misma retórica grandilocuente de Fernando Londoño, el amanuense del régimen y el lambón mayor del Hombre Providencial. Hasta una gran antología fotográfica expuesta en el Museo Nacional empieza, se desarrolla y termina con un retrato de este nuevo prócer, salvador de la patria, así la exposición haya sido curada por Eduardo Serrano, alguien que uno consideraría curado de fantasmas. Pero es que el culto a la personalidad se insinúa en la realidad sin que uno mismo lo note, se cuela sin verse y cuando menos se piensa, queda uno untado de aplausos, toqueteos, histerias colectivas y arrodillamientos histéricos frente a las palabras o la presencia del Gran Mandatario. Las ovaciones que me ha tocado sufrir en los teatros, de pie, a la entrada del líder, tan sólo las había visto en Cuba, donde el unanimismo de los aplausos a Fidel ya parece una mutación genética en las palmas de los cortesanos. En vista de todo lo anterior, quiero proponer, antes de que alguien se me adelante, que se erija un monumento público, en la plaza principal del municipio de Salgar (donde vieron la luz los ojos claros del caudillo), consistente en una estatua ecuestre, compuesta de yegua de paso fino colombiano, y erguido jinete, según el modelo del señor Presidente de la República, el cual aparecerá vestido de saco y corbata, zamarros y botas de montar, con poncho al hombro, carriel terciado a la izquierda, y tacita de tinto en la diestra. Sobre la muñeca de la misma mano del café, se apreciará una vistosa pulsera en tela tricolor, inspirada en la bandera colombiana. Sugiero que con el fin de recoger el bronce necesario para fundir la estatua en tamaño real, los ciudadanos envíen al Departamento de Artes del Ministerio de Cultura, objetos tales como llaves viejas, alhajas, estatuillas y cualquier cosa de bronce a la que no se le esté dando uso en el hogar. Propongo también que una réplica de esta estatua, en la que la yegua sea sustituida por un garañón, sea levantada en la plaza de Bolívar de Bogotá, al lado del monumento al Padre de la Patria, y sin desmerecer en tamaño y dignidad con la estatua del Libertador. Todos los pueblos y las ciudades del país (Montería, Ralito, Valledupar?), previa solicitud al Ministerio, podrán erigir en sus plazas mayores réplicas de este merecido homenaje a nuestro Presidente ungido y reelegido. La magnífica estatua tendrá, para hacerla más moderna, acompañamiento musical que brotará del vientre del animal: Juanes cantando el himno antioqueño, un rato, y después algunas canciones en rock de Santuario, con rimas en uta, en imba y en erda, elogiando las virtudes de la sangre antioqueña, de las camisas negras y de la tierra ídem. Y la inscripción en la base del monumento, con letras romanas capitulares, será redactada por la prosa inefable del inenarrable ex ministro grecoquimbaya. "He aquí el más grande hombre que ojos humanos vieron en los pasados siglos y esperan ver los venideros", podría empezar. Unámonos, colombianos, en esta gran iniciativa patriótica para la exaltación de nuestro salvador.

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