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Moisés Obdulio

Si José Obdulio Gaviria logró desaparecer el conflicto que sí existe, de pronto ahora puede sacar del cubilete las garantías que nadie ha visto

Daniel Coronell
12 de febrero de 2006

Hay amenazas contra dirigentes de todas las vertientes. Intentan asesinar con un carro bomba al senador Germán Vargas. Revelan planes para matar a Piedad Córdoba y a Horacio Serpa. Explotan 'exostos' en la sede del Partido Liberal, después de las graves denuncias hechas por su presidente. Los congresistas de izquierda no pueden hacer campaña siquiera en Bogotá. Once zonas de la capital son territorio prohibido para el representante Wilson Borja. Renuncia el director del DAS, y es declarado insubsistente el subdirector. Surgen cada día más informaciones sobre la infiltración paramilitar en la entidad que les brinda seguridad a los candidatos. Pero no hay motivo de preocupación. Así como el Dolorán cura reumatismo, lumbago y ciática, para el tema de las garantías electorales está José Obdulio Gaviria. Exultante, después del fallo constitucional que confirmó la vida de su criatura, José Obdulio bajó de su pequeño Monte Sinaí y anunció a los cuatro vientos su decálogo. Nadie sabe aún, de manera concreta, qué viene en esas tablas de la ley. Apenas empieza la campaña de expectativa. ¿Habrá escrito el 'decálogo' en su famoso computador? ¿El mismo en el que redactó el proyecto de reelección, mientras el Presidente lo negaba? ¿El mismo del que salieron los correos electrónicos contra la ETB y algunos otros? ¿Lo habrá consultado por teléfono? ¿Por ese teléfono que usa para hacer lobby ante entidades del Estado para sus amigos? Poco se sabe de esta nueva verdad revelada. José Obdulio se ha mostrado más interesado en la tipografía del titular, que en el contenido del 'decálogo'. Debe ser porque a su considerable listado de títulos, recientemente ha sumado el de editor de prensa. Da instrucciones precisas: "Póngalo así, con exclamación: Todas, todas las garantías", le dijo al periodista de El Tiempo. "El presidente Uribe dará toda las gabelas", aseguró. Nadie puede negarle a este asesor sus dotes de prestidigitador. Hace unos días, por ejemplo, dijo en Hora 20 que el crecimiento del subempleo demuestra inequívocamente lo bien que va la economía. Pero eso no es nada, por un largo rato, José Obdulio negó -e hizo negar- la existencia del conflicto armado en Colombia. Aunque la guerrilla y los paramilitares siguieron matando -fingiéndose indiferentes a su conclusión-, la expresión "conflicto armado" fue suprimida en pocos días de todos los documentos oficiales. Tal vez sus artes también funcionen al revés. Si logró desaparecer el conflicto que sí existe, de pronto ahora puede sacar del cubilete las garantías que nadie ha visto. Cuando le preguntaron si el Presidente tenía injerencia en la nómina estatal, respondió "Es falso de toda falsedad". En la misma entrevista, José Obdulio aseguró que los ingenuos contendores del mandatario pueden tener ventaja sobre él, en los medios de comunicación: "No hay desequilibrio en las tendencias editoriales en Colombia, incluso, si hay desequilibrio, no es a favor del gobierno". Casi todas sus declaraciones fueron tan divertidas como estas. Sin embargo, hay una que suena preocupante. José Obdulio Gaviria, citado por El Tiempo, afirma que las elecciones del próximo año serán las más seguras desde el gobierno del presidente Barco. Ojalá sea un olvido de este historiador o un error sintáctico de este filólogo. Pero las elecciones que manejó el gobierno del presidente Barco no fueron paradigma de seguridad, ni ejemplo de garantías. Por el contrario, fueron las más sangrientas de la historia. Tres candidatos presidenciales cayeron asesinados: Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro. Intentando matar al cuarto, fue dinamitado en vuelo un avión de Avianca con más de 100 pasajeros. Detrás de la mayoría de estos crímenes estaba el capo del narcotráfico Pablo Escobar Gaviria. Quince años después, su primo José Obdulio es quien ofrece las garantías.

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