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Movilidad: seamos serios

Si hay voluntad política, se puede dejar el mapa de la movilidad, su infraestructura y su financiación en la sabana y en Bogotá para los próximos 30 años.

Francisco Santos
17 de diciembre de 2022

Y se armó el escándalo por el corredor verde de la Séptima que la alcaldesa Claudia López quiere licitar este año. Se debería haber armado incluso antes, pues la verdad se sacaron del sombrero esta idea, como se han sacado otras que tienen que ver con la movilidad de la ciudad, que hoy está peor que nunca.

Podemos responsabilizar a unos y a otros. Y tienen razón en muchos de los casos los argumentos contra unos y contra otros. Los últimos cinco alcaldes llegaron el primer día de su gobierno con el síndrome de Adán, hacer todo nuevo sin construir sobre lo construido. Y el pato lo pagamos todos los bogotanos, que vivimos ese infierno de caos de tráfico vehicular que hace de Bogotá la cuarta ciudad con peor movilidad del mundo.

No quiero quedarme en lo de la Séptima, que es apenas la última de las propuestas que los alcaldes se han sacado de la manga, como el metro elevado o el tranvía por la Séptima. Ya habrá tiempo para desmenuzar este proyecto, que tiene mucha innovación, pero poco de sentido común e integralidad con el principal corredor de movilidad de la ciudad.

Prefiero hacerles una propuesta a la alcaldesa Claudia López y al presidente Gustavo Petro para dejar de lado la mezquindad, el interés político y hasta el ego y le dejen a Bogotá en el próximo año, y de acuerdo con los candidatos a la alcaldía, un mapa de obras para salir de este atolladero y llevar a Bogotá al siglo XXI en movilidad y competitividad. Hoy los ciudadanos más preparados se están yendo de la capital, pues no aguantan las horas que necesitan para moverse o para salir y entrar de la ciudad. Y quienes no pueden irse, los millones de ciudadanos del transporte público, hoy sufren entre tres y cuatro horas de calvario para ir de la casa al trabajo y volver. ¡No hay derecho!

El presidente Petro planteó una comisión para discutir el tema del metro elevado o subterráneo. Pues bien, que más bien haga una comisión para la movilidad total de la ciudad y la región. Un mecanismo ágil que incluya y decida y proponga con tiempo límite. Y deje ese plan de ruta con financiación, con sistema y con trazados para sacar a la ciudad del atolladero.

Y los temas son claros. El primero es el metro. Elevado o subterráneo. ¿Mixto? ¿Por dónde? El segundo es TransMilenio. Cuáles troncales se deben hacer y cuáles se reemplazan por el metro. Dónde complementan estas el metro y dónde son el mecanismo más eficiente de transporte. Tercero, los corredores. El primero es el del borde oriental de la ciudad. Que debe incluir la Circunvalar, la 11, la Novena, la Quince y la 13 desde la 200 hasta la 26. El borde occidental. La ALO, la Boyacá, la Ciudad de Cali e incluso la vía Chía-Mosquera (el negociado más grande en vías de Colombia) o la perimetral de la sabana, que lleva siete años en discusión y no ha arrancado.

El siguiente tema es la integración de la sabana con Bogotá y las salidas de la ciudad. La salida al occidente, la 80 y la autopista Medellín ya se quedó pequeña. Necesita una ampliación y que sea un verdadero corredor vial hasta Villeta. ¿Qué se va a hacer con la 63 o con la 170? Tienen que ser verdaderos corredores viales y no las trochas que hoy son. Y la 13, que hoy es un trancón brutal y debería ser una vía rápida hasta el centro. Es más, se puede, y se debe, comunicar las Américas con la sabana.

La salida a Villavicencio por el valle de Choachí. ¿Y las conexiones con la ciudad? ¿La Circunvalar debe ir de la 200 hasta el límite sur de la ciudad? ¿O el túnel propuesto hace muchos años dentro de la montaña? Y la entrada de Bogotá desde Chía. Sí, la Séptima, la Boyacá, la mal llamada autopista, pero que lleguen hasta el centro y conecten con vías rápidas. No ese trancón de la 185 a la 80.

Ni hablar de los corredores viales dentro de la ciudad, en especial los que son norte-sur. La Boyacá, la Cali, la Autosur, la 68 y la 30 no dan más. Solo queda la ALO y la mejora de infinidad de cruces o hasta puentes de segundo piso con peaje, como hay en Ciudad de México o en Tokio. 

El tema da para infinidad de columnas. Pero, si hay voluntad política, se puede dejar el mapa de la movilidad, su infraestructura y su financiación en la sabana y en Bogotá para los próximos 30 años. Y así dejar esta improvisación que tiene a Bogotá en el colapso.

Eso sí, dejemos la ideología en la entrada y pensemos en el ciudadano. En el del sur que vive en Usme y trabaja en la 170 o el que vive en el San Cristóbal y debe llegar a Soacha. Y no dejar por fuera los cientos de miles, que pronto serán millones, que ya viven en la sabana y trabajan en Bogotá. Pensando en grande y cuidando el ambiente, sin prevenciones ni agendas políticas, porque hoy estamos en el peor de los mundos. Pavimentando la sabana de Bogotá, sin vías y dejando el futuro de la ciudad comprometido e hipotecado y al vaivén de intereses políticos que nos tienen como nos tienen.

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