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Muerte de una famosa

Carmina se mantenía famosa porque seguía vendiendo exclusivas y sus novios y maridos se iban volviendo famosos y empezaban a vender exclusivas

Antonio Caballero
25 de julio de 2004

No sé si haya llegado a Colombia la terrible noticia: ¡ha muerto Carmina Ordóñez! Apareció muerta en la tina de su casa. Cuando escribo estas líneas febriles no se sabe todavía a ciencia cierta si se desnucó accidentalmente como consecuencia de un resbalón o si se suicidó con whisky y barbitúricos. España entera está para- lizada de emoción, y las televisiones y las cadenas de radio, conmocionadas, no hablan de otra cosa. Pero ¿quién era Carmina Ordóñez? -¿Cómo? Quiero decir: si alguien llegado, pongamos por caso, de la remota galaxia de Andrómeda, o, pongamos por caso, del vecino país de Portugal, se atreviera a preguntar que quién era la difunta, los españoles lo mirarían con un asombro rayano en la estupefacción: -¿Cómo? -Que quién era la difunta. ¿La reina de España? ¿Una santa? ¿Una cantante? ¿La inventora de alguna vacuna? -¡Hombre, era Carmina Ordóñez! -Sí, ya lo he oído. Pero ¿qué hacía? -Pues hacer, hacer... No hacía nada. O bueno, sí: vendía exclusivas. -¿Exclusivas de qué? -¡De qué iba a ser! Pues exclusivas de Carmina Ordóñez. Que si su nueva casa, que si su nuevo marido, que si sus vacaciones en Marrakech... Exclusivas. Y le pagaban una pasta. -¿Y por qué le pagaban? -Pues porque era Carmina Ordóñez. -Por eso pregunto: ¿quién era? -No me diga que usted no sabe quién era Carmina Ordóñez. -Pues mire, no. Es que vengo de la remota nebulosa de Andrómeda (o del vecino Portugal), y allá... -Ah, ya: que allá no llega Hola, ni Diez Minutos, ni... -Eso. Estamos incomunicados. -Pues mire usted: Carmina Ordóñez era famosa. -¡Ah...! -Una de las famosas más famosas. -¡Ah...! -Y ¿por qué era famosa? -Hombre, pues porque vendía exclusivas. -Sí, pero ¿por qué se las compraban? -¡Pues porque era famosa¡ Si no, de qué... ¿Por qué son famosos los 'famosos'? Es uno de los misterios más enigmáticos de la España actual. Son famosos por ser famosos. El caso de Carmina Ordóñez es particularmente ilustrativo. Era una mujer impresionantemente guapa, sí. Pero así hay muchas. Era famosa porque era la hija guapa del gran torero Antonio Ordóñez, y se había casado con otro torero, Francisco Rivera, 'Paquirri' (la boda fue su primera 'exclusiva'), que se hizo famoso por casarse con la hija guapa de un torero famoso, y más famoso aún por divorciarse de ella (otra exclusiva). Después lo mató un toro, pero esa es otra historia: una que pertenece al mundo de los toros, y no al del famoserío. Volviendo a Carmina Ordóñez: se mantenía famosa porque seguía vendiendo exclusivas, y se las compraban las revistas y las televisiones 'del corazón' porque seguía manteniéndose famosa. Y a su turno sus novios y maridos sucesivos se iban volviendo famosos, y empezaban, ellos también, a vender exclusivas. Con lo cual... Y ahora se muere Carmina Ordóñez, no se sabe si por resbalón o por suicidio. No quisiera ser cruel. Pero me pregunto en cuánto hubiera podido vender la exclusiva de su suicidio o de su resbalón, de haber vivido.

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