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¡Nanay cucas!

Garzón abusa de telepacífico, donde aparece en un estilo muy chavista, vestido de tolerante pero con mensajes de intolerancia extrema

Semana
27 de enero de 2007

Con preocupación he venido observando el estilo de gobierno de Angelino Garzón en el Valle del Cauca y creo que ha sido funesto.

De este examen se ha salvado porque con frecuencia se habla de 'los garzones', aludiendo a Angelino y a Lucho, como si se tratara de unos siameses políticos que pudieran mostrar resultados semejantes. Pero no hay nada más disparejo.

Al Garzón de Bogotá ya le han hecho su corte de cuentas y sale relativamente bien librado. Al Garzón del Valle le va llegando la hora de hacérselo y tengo la seguridad de que no sale bien librado ni en su estilo como gobernador, ni en su eficiencia como administrador, ni en la neutralidad que un hombre de izquierda que gobierna y que escogió hacer política frente al uso de las armas, debe tener frente a quienes optaron por el segundo camino.

Estas reflexiones me revivieron cuando leí la información de que Cali estaba inundada de pasacalles que pedían a los caleños "no volver a votar ni por negros, ni por pobres", haciendo alusión al controvertido alcalde de la ciudad.

Además de ofensivos y vergonzosos, tales pasacalles copian la misma fórmula que se ha utilizado durante la gobernación de Garzón para defenderlo de sus enemigos o para atacarlos.

Con frecuencia el departamento se ha visto inundado de pasacalles contra contratistas privados a los que acusa de robarse las loncheras de los niños pobres; contra abogados en ejercicio a los que señala de enriquecerse a costa del Estado y hasta contra la Corte Constitucional, con la advertencia de que si esta no falla a su favor, es una prevaricadora.

Su estilo, o por lo menos el de quienes le hacen "el favor" de colocar tales pasacalles que él jamás ha desautorizado, es incendiario, polarizador, provocador y no le hace ningún bien a la paz del departamento.

Paz que, dicho sea de paso, nunca se había visto tan perturbada como durante su gobernación, y es algo por lo que en su calidad de tal, él debe responder. Se ha disparado el narcotráfico, la insurgencia, la violencia común. Prácticamente el Valle es el único departamento que va en contravía de los resultados de la seguridad democrática. Las fuerzas violentas se han radicalizado. Algo que no debería estar sucediendo si, como dicen por allá, Angelino se la pasa en el monte tratando de mediar en un posible proceso con las Farc.

Por lo menos demostró que sí tenía influencia en este campo, cuando logró aplacar la gigantesca huelga de los corteros de caña de los ingenios, una minirrevolución de la cual el país prácticamente no se enteró. La gran burguesía vallecaucana lo buscó como mediador, y los sindicatos, a los que se acusó justa o injustamente de estar siguiendo instrucciones de las Farc, aceptaron un arreglo.

Desde su campaña a la gobernación nos debe ciertas explicaciones sobre la financiación de la misma por parte del señor Raúl Grajales.

Y como gobernador, también nos debe otras explicaciones sobre su ineficiencia como administrador, y menciono el caso más reciente de la Industria de Licores del Valle. Angelino, como presidente de la junta directiva, y a pesar de estar advertido por la Contraloría de que era ilegal contratar con determinados procedimientos, permitió que estos se utilizaran en un millonario contrato que fue pagado con un cheque chimbo; y además, también se contrató con una empresa a la cual previamente se le había decretado la caducidad de un contrato con la licorera, con el resultado de que tuvo que pedirle la renuncia a la gerente. ¿Es a ella, nombrada por él, a la que debe caerle toda el agua sucia?

A todo esto se suma el abuso constante que hace de Telepacífico, donde aparece mañana, tarde y noche en un estilo muy chavista de comunicarse con la opinión, vestido con el traje de la tolerancia pero enviando mensajes de intolerancia extrema.

Ahora se dice que le tiene puesto el ojo a la Alcaldía de Cali y que va a tratar por todos los medios de que el reemplazo del actual Alcalde salga de su feudo político, con lo cual no colabora, sino que empeora, la politización y la polarización de la ciudad.

A todos estos antecedentes se suman los rumores políticos de que no descarta medírsele a la campaña para la Alcaldía de Bogotá. Ante lo cual los bogotanos, todos a una, tendremos que unirnos y decirle: Angelino, ¡nanay cucas!

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