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¿NAVARRO: SI, O NO?

LA PREGUNTA DE MODA ES:¿SE ESTRELLARA EN M-19 EN EL MINISTERIO DE SALUD?

Semana
10 de septiembre de 1990

Por más incómodos que estén algunos sectores del país, el ministerio del M-19 era un hecho irreversible. Primero, porque al gobierno le tocaba ofrecérselo. Segundo, porque al M-19 le tocaba aceptarlo. Y tercero, porque al país le tocaba mirarlo con buenos ojos.

¿Por qué estaba obligado el gobierno a ofrecérselo? Quizás lo que más resienten esos sectores es la rapidez con la que se cumplió un proceso que inicialmente parecía aguantable por lo gradual. Comenzamos con la amnistía para seguir con la tolerancia, el perdón y luego el olvido. Con lo que no se contaba era con tener que saltar tan rápidamente a la consagración del M-19. En una frase, Navarro pasó de ser guerrillero a ministro, sin haber aprendido a tejer.

Pero este ritmo de los acontecimientos no lo escogió el presidente Gaviria. Lo impuso más bien la dinámica electoral y política del M-19. Más rápidamente de lo que pensábamos, este movimiento se convirtió en la tercera fuerza política del país, por encima de los "socos" y de la UP. Se trataba, entonces, de escoger el ministerio apropiado a la hora apropiada. Y teniendo en cuenta que la hora llegó, se resolvió que el ministerio para Navarro debería ser el de Salud, por sustracción de materia. En otras palabras, porque no podía ser ninguno de los demás.

Desde el punto de vista del M-19, el ofrecimiento también debió tener sus pros y sus contras, aunque después de pesar los unos y los otros, Navarro quedaba obligado a aceptarlo. Al hacer proselitismo político en competencia con los partidos colombianos tradicionales, el M-19 ha adquirido unas necesidades que en el pasado pudieron haberles parecido repulsivas a sus guerrilleros: la principal, poner a trabajar en el Estado a miembros de la organización, que es lo que vulgarmente se conoce como burocracia, y que es también la manera clásica como han sobrevivido los partidos políticos en Colombia.

Pero el M-19 también tenía otra necesidad mundana: la de figurar. Por más vueltas que se le diera, la mejor manera de hacerlo era con ministro a bordo. Estando en el gobierno, el M-19 existe y tiene presencia política.

Pero estoy segura de que Antonio Navarro tuvo que pensar tanto en los riesgos de este ofrecimiento, como debió hacerlo el presidente Gaviria antes de hacérselo.

En términos generales, ser miembro de un gabinete ministerial con lleva una corresponsabilidad. Decisiones impopulares y a veces inevitables como la de subir la gasolina, o las drogas, o frenar el aumento del salario mínimo, por ejemplo, tocan a todos los ministros, y no solamente a los del ramo respectivo. Navarro no podrá ser la excepción cuando le llegue el momento.

En particular sobre el cargo que le adjudicaron, la pregunta que corresponde hacerse es: ¿Se estrellará el M-19 en el Ministerio de Salud? Teniendo en cuenta que la mayor fuerza del M-19 radica en las expectativas que genera como grupo rebelde e innovador, la aceptación de Navarro podría convertirse en su mayor descalabro.

La primera cosa que tiene que ofrecer un ministro de Salud, y de eso creo que ni Navarro podrá escaparse, es que aumentará la cobertura de los servicios de salud para la población colombiana. El termómetro para medir la eficacia del nuevo ministro será, entonces, el de su habilidad para aumentar esa cobertura venciendo la limitación de la falta de presupuesto, y el obstáculo de que los organismos de seguridad social en Colombia se encuentran totalmente dispersos hasta el punto de que para mejorar su eficiencia no basta la intención y eficacia de un ministro, sino las de varios.

Navarro tiene ya de entrada a su favor la Ley 10 de 1990, que sacó adelante su antecesor, Eduardo Díaz, y que le garantiza un "extra" presupuestal de cerca de 38 mil millones de pesos para 1991 . Esta suma, aunque no es mucha, tampoco es poca.

Hay un último punto frente al cual se "fogueará" Antonio Navarro como ministro. Se trata de la privatización del Seguro Social, para abrirlo a toda la población a través de seguros privados que cubran las prestaciones sociales de los colombianos y su asistencia médica.

Aunque esta reforma no es del ámbito del ministro de Salud sino del de Educación, es obvio que Navarro tendrá mucho que decir en ese campo, prioritario en los planes del presidente Gaviria.

Finalmente, quienes encuentran tan incómodo el nombramiento de nuevo ministro, una última reflexión.

Los "peros" no los suscita la persona de Navarro, hombre cerebral, bien dotado y con buen criterio. El carácter controversial de su nombramiento está en sus antecedentes, pero de ninguna manera en la posibilidad de que no vaya a ser capaz.

Lo que yo creo que pasa es que el país no se ha dado cuenta de algo que le diré a continuación. Las amnistías con un guerrillero no las hace solamente el Estado. Fundamentalmente las hace el país.

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