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No cuadran las cifras del Plan de Uribe

Rafael Amador, representante a la Cámara, escribe sobre los inconvenientes que pueden surgir a raíz de la aprobación del Plan de Desarrollo, 'Hacia un Estado comunitario'. Para Amador, su aprobación es otra de las graves consecuencias de que el Congreso hubiera preferido seguirle el juego al gobierno.

Semana
18 de mayo de 2002

No es difícil prever que el gobierno del presidente Alvaro Uribe Vélez, se verá obligado a presentar una nueva reforma tributaria este año si quiere financiar el Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006, "Hacia un Estado Comunitario", y cumplir sus compromisos con el FMI. No se percibe otro camino ante la magnitud del descuadre en sus cifras y el precario crecimiento económico, que arroja un desfinanciamiento del Plan de cerca de 12 billones de pesos.

Esta es otra de las gravísimas consecuencias de que el Congreso hubiera preferido seguirle el juego al gobierno y centrará la atención del Plan de Desarrollo en la distribución regional de un billón de pesos; minúscula discusión si consideramos que para los próximos cuatro años se aprobó una inversión total de 112,6 billones, dejando casi de lado los temas verdaderamente importantes, como la priorización de los programas sociales y, sobre todo, la consistencia macroeconómica del Plan.

En efecto, el Plan se equivoca desde el mismo diagnóstico que hace de la economía nacional y repite los errores de planes anteriores, al establecer como causas del bajo crecimiento económico, factores que no son determinantes del desarrollo del país. Mirando hacia atrás vemos claramente cómo las mayores tasas de crecimiento, superiores al 4 por ciento, se lograron en épocas de altos niveles de violencia, luego no es tan cierto que el conflicto armado sea la única causa de la desaceleración económica, tal y como se afirma en el Plan.

El principal problema del desarrollo en la última década, radica en el estancamiento de la economía, a pesar de los ajustes que se han realizado en materia de adelgazamiento burocrático y reformas tributarias y estructurales. De nada ha servido el inmenso sacrificio que han tenido que hacer los colombianos; contrario a lo que se buscaba, el índice de pobreza pasó del 40 por ciento en 1988 al 60 por ciento en 2000, aumentó la concentración del ingreso y disminuyó el desarrollo humano de la población.

Por esto, es inexplicable que siendo los técnicos del actual gobierno los mismos que acompañaron a las administraciones pasadas en el diseño de estas medidas, insistan en el mismo enfoque económico; cuando lo cierto es que la estabilidad macroeconómica y el incentivo a la oferta no bastan para generar crecimiento.

De ahí que el Plan se equivoque al establecer que el consumo y la inversión privada jalonarán el crecimiento económico en el próximo cuatrienio, máxime cuando entre 1998 y el 2002 los índices muestran que el consumo aumentó en promedio 0,67 por ciento y la inversión privada fue negativa en 7 por ciento, dinámica muy baja para pensar que durante esta administración llegarán a crecer al 4 por ciento y 8,1 por ciento, respectivamente.

Incluso Fedesarrollo confirma lo anterior, cuando su encuesta muestra que durante el mes de marzo el comercio presentó una disminución en sus ventas y un incremento de sus existencias, que llegaron al 18 por ciento; peor aún, cuando revela que los colombianos creen que en los próximos 12 meses habrá mayor desempleo, lo que reduce las posibilidades de que el consumo crezca según las proyecciones del gobierno.

Si bien se debe reconocer que el comportamiento de la economía ha mejorado en este primer trimestre del año, creciendo cerca al 3 por ciento, nuestro optimismo debe ser moderado, pues se debe considerar que esta reactivación se debió principalmente al sector de la construcción, que por su mismo carácter cíclico, no garantiza un crecimiento de largo plazo.

Hay que rescatar, sin embargo, que los incentivos que se le han brindado a la construcción, como los subsidios para la adquisición de vivienda y el seguro contra la inflación de los créditos hipotecarios, han surtido efecto, demostrando con esto la necesidad de establecer este tipo de mecanismos que permitan reactivar la demanda en otros sectores líderes de la economía nacional.

Como si fuera poco el escenario económico del país es incierto. Es difícil establecer a estas alturas el efecto que producirá el incremento del 1 por ciento en la tasa de interés interbancario establecido por el Banco de la República el pasado 28 de abril. Si bien lo que se quiere es controlar la desbordada inflación en lo que va corrido del año, esto llevará seguramente a que los colombianos prefieran ahorrar, retrasando aún más las expectativas de reactivación del consumo en el corto plazo.

Así las cosas, es difícil pensar que se pueda financiar el Plan de Desarrollo con los supuestos económicos que el gobierno maneja, más aún cuando no se conoce un "plan B" que permita, a través del establecimiento de ingresos contingentes, entrar a cubrir el desfinanciamiento, producto del enfoque equivocado de la política económica en que se ha empeñado el Ejecutivo.

El gobierno le debe decir la verdad al país, mostrando de forma clara de dónde van a salir los recursos para cumplir con las metas propuestas, y si están pensando en adelantar los aumentos de IVA propuestos para 2005.

* Representante a la Cámara

rafaelamador_2002@yahoo.com