Home

Opinión

Artículo

Nelly Patricia Mosquera

OPINIÓN

¡No más! Colombia exige cadena perpetua para los monstruos

Aumentar penas evitará que monstruos como Luis Ernesto Rincón Chaparro salgan de nuevo a las calles a perpetuar la espiral de víctimas que en otros temas, como el de la violencia política de nuestro país, sí que horrorizan a los defensores de los derechos humanos.

8 de octubre de 2021

Esta noticia me llena de indignación y rabia: en cuestión de solo un mes del 2020, Luis Ernesto Rincón Chaparro, un mototaxista de Piedecuesta, Santander, abusó sexualmente a siete mujeres, entre ellas dos niñas. El mismo monstruo había sido condenado en 2005 por violar a otras ocho mujeres. Es decir, estamos ante un probado abusador, un reincidente, alguien capaz de violar y volver a violar, incluso a niñas.

Y aunque semejante despojo debería estar toda su vida tras las rejas, acaba de ser condenado a tan solo 29 años de prisión.

Permítanme atraer de nuevo la atención sobre lo que acabo de decir: un violador de niñas, reincidente en su aberración, que tiene más de 17 abusos comprobados, solo estará 29 años tras las rejas, sin contar descuentos por beneficios y pena cumplida.

No hay que esforzar mucho a la imaginación para entender que saldrá por segunda vez a las calles a volver a violar.

Este es uno de los tantos ejemplos que desmontan los argumentos contra la cadena perpetua. Las cárceles en Colombia no son una suerte de spa donde los delincuentes van a resocializarse, ya que no existe un tratamiento al respecto. Más de 1.100 reincidentes por abuso sexual a niños y niñas, y que actualmente están detenidos, lo comprueban: los monstruos solo están esperando salir de nuevo a las calles para volver a violar, asesinar, prostituir o explotar mediante la pornografía a la niñez.

La situación, pues, no puede abordarse con la pureza penal que quisieran algunos amantes del Derecho. En este caso, aumentar las penas o implementar la cadena perpetua, más que un atentado contra la “dignidad humana” del monstruo, es evitar que decenas, cientos y miles de víctimas se produzcan en el futuro.

Es la lucha entre un principio abstracto y un hecho certero. Es imposible poner al mismo nivel los derechos del señor Rincón Chaparro que los de sus más de 15 víctimas, por más que la teoría diga que debemos hacerlo.

¿Qué podemos esperar en Colombia? Tal parece que las vías legales tienden a agotarse para evitar que personas como el señor Rincón Chaparro respiren con tranquilidad en una celda y cuenten los días para salir de nuevo a violar o matar. Sin embargo, hechos como la Séptima Papeleta o el Plebiscito de 2016 muestran que no todo está definido de manera rígida ni en nuestra democracia ni en nuestro sistema jurídico.

Podemos y seguiremos insistiendo en la cadena perpetua.

Los derechos de la niñez en Colombia tienen un déficit de protección fuera de lo ordinario: por ejemplo, quien trafique pornografía infantil solo debe temer, por lo menos, 10 años de prisión, mientras quien prostituya a niñas solo debe temer 20 años de cárcel. Es más grave lavar activos, pues este delito puede ser castigado con hasta 30 años de prisión. ¿De verdad los derechos de la niñez son preferentes? No para nuestra política criminal, según lo visto.

Como colombianos debemos enviar un mensaje clarísimo a los detractores: la cadena perpetua es un reclamo generalizado de la sociedad, apoyado en nociones de piedad, cuidado, empatía y fuerte justicia en busca de proteger los derechos de la niñez. Si eso es populismo, y no una visión responsable sobre los derechos preferentes de nuestros niños y niñas, entonces no estamos de acuerdo con el significado de la palabra “populismo”.

Aumentar penas evitará que monstruos como Luis Ernesto Rincón Chaparro salgan de nuevo a las calles a perpetuar la espiral de víctimas que en otros temas, como el de la violencia política de nuestro país, sí que horrorizan a los defensores de los derechos humanos. No tendremos paz ni futuro hasta que comprendamos que a los niños no se les toca, no se les mata, no se les explota mediante la pornografía y no se les prostituye.

El mensaje es muy claro: ¡No más! Colombia exige cadena perpetua para los monstruos.

Noticias Destacadas