Home

Opinión

Artículo

No vote conservador, sea viejo verde

La fórmula de Marta Lucía podría ser Fidel Cano, que nunca habla, la de Noemí, Rodolfo Llinás, o alguien a quien le sobren neuronas...

Daniel Samper Ospina
13 de marzo de 2010

No sé si vieron el famoso episodio de la mujer que le tiró una chancleta a Andrés Felipe Arias en un auditorio de la costa*. El candidato estaba hablando en un atril cuando, repentinamente, una mujer se elevó de su silla y le tiró un chancletazo.

Algunos de ustedes se habrán reído, pero yo, la verdad, detesto ese tipo de maltrato. La próxima vez que el candidato vea una chancleta va a sentir miedo, se va a replegar. Cualquiera sabe que, en una crianza bien encaminada, lo correcto hubiera sido agarrar al doctor Arias de la nuca, ponerlo a oler el piso y gritarle:

—¡Eso que hizo con la tierra no se hace! ¡Cochino! ¡Eso no se hace! ¡Sucio!

Simultáneamente, tomar algún objeto -yo prefiero un periódico enrollado, pero una chancla también está bien- y golpear al lado, óigase bien, al lado de la criatura, pero jamás a la criatura misma, mucho menos en el hocico. Pero este es un país de salvajes, un pueblo de bárbaros, y esta señora le aventó la chancleta al pobre 'Pincher' en la boca. Qué gente, Dios mío. ¿En qué momento perdimos el respeto? ¿En qué momento dejaron de tener valor los modales, las chancletas? ¿Y qué talla eran? Pregunté en la campaña si tenían ese dato, pero ellos mismos me dijeron que el 'Pincher' no daba la talla.

El hecho es que después de ese episodio desistí de mi candidatura presidencial. Como algunos saben, iba a participar en la consulta conservadora de hoy. Pero hacer política en Colombia cada vez es más peligroso. Hace unos días, por ejemplo, llegué a la casa y descubrí que me habían instalado un petardo: no más entré a la sala, encontré a Rafael Nieto muy acomodado en un sillón. Qué peligro.

Recuerdo con nostalgia la última reunión de precandidatos a la que asistí. Fue el Miércoles de Ceniza. Lo recuerdo porque cuando llegó José Galat, y le vi la frente, me impresioné todo: pensé que se estaba escarapelando.

Comenzamos a discutir sobre cuál debía ser la fórmula a la vicepresidencia de cada uno. La clave, comentábamos, es que sirva de complemento de cada candidato: la de Marta Lucía podría ser Fidel Cano, por ejemplo, que nunca habla; la de Noemí, Rodolfo Llinás o alguien al que le sobren neuronas. La de Galat, el niño Emmanuel. Aunque después de oírlo, todos convinimos que la mejor fórmula para Galat es una fórmula médica.

Hubo un momento en que tomé la palabra y me enfrenté a todos. La verdad es que mis posiciones siempre fueron muy de avanzada. Dije que era urgente modernizar si no al Partido Conservador, por lo menos a sus miembros más insignes. Obligarlos a que se saquen la camisa de los calzoncillos, a que no usen ligueros en las medias, a que no se pongan franela. Obligarlos, en fin, a que lleven el pantalón mucho más abajo de las tetillas, incluso para protegerlas, porque esa zona es muy sensible y se pueden dar casos como el del doctor Gerlein, que las tiene muy maltratadas. Lo reto públicamente a que demuestre que miento; a que le muestre las tetillas al país político, para que podamos ver lo descuidado que es.

Pero allá nadie quiere cambiar. El más moderno es el mismo Galat, que cree que los homosexuales son casi seres humanos. Por eso, aquella vez lo llevé a una esquina y le propuse que nos pasáramos al Partido Verde, el de Peñalosa, Lucho y Mockus:

—Camine, doctor Galat, que allá necesitan un viejo verde -le dije.

Se negó. Se puso moralista. Dijo que Lucho tomaba demasiado. Lo dijo por la vez que un camarógrafo pilló al ex alcalde desgonzado de la borrachera a la salida de un concierto.*

Me permito defender a Lucho. Ahora se ceban en él, tal y como él estuvo a punto de cebarse en el andén; se ceban en él, digo, como si fuera el único político que se hubiera emborrachado en Colombia, pero ¿por qué nadie protesta ante el ex procurador Bernal Cuéllar, que modula como si se hubiera bajado él solo una garrafa de aguardiente? ¿Cuál es el problema con lo que hizo Lucho, aparte, claro, de que una persona que quiera ser presidente no se puede subir en la parte de adelante de un taxi? ¿Haberle gritado a D'arcy Queen que se metiera la cámara ya saben por dónde? ¿Qué otro político se ha preocupado tanto por la salud de una periodista hasta el punto de recomendarle una rectoscopia?

Me cambié de partido. Hoy no pienso votar por los conservadores sino por los verdes. Por cualquiera de los tres. Yo sé que uno se mete en fuentes de agua, vive con la mamá y se baja los calzones; que el otro, a sus 50 años, se la pasa subido en una bicicleta y anda en mangas de camisa; y que el último oye reguetón y toma trago echado en el andén. Pero esto es lo que hay, y ellos son los mejores.

Me dolerá dejar de ver al doctor Galat. Sé que he hablado excesivamente de él en las últimas columnas, pero qué más hago: hay que aprovechar que aún está con nosotros. Además siempre lo he hecho con cariño. A veces sueño que lo adopto. Seríamos felices. Lo llevaría a darles pan a las palomas, lo matricularía en un curso de gimnasia pasiva, le tendría unas chanclas para que se bañara sin caerse. Las chanclas tienen la ventaja adicional de que sirven para espantar al 'Pincher' en caso de que se acerque: con sólo levantar una sale despavorido a esconderse, el muy cobarde.

* Vea los videos mencionados en la versión web de esta columna.
 
 

 
 

Noticias Destacadas