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16 de agosto de 1999

Esta vez no necesitó ser muy original el ex presidente López para 'poner a pensar al país'.
Denominar terroristas a los subversivos ha sido algo frecuente en esta larga violencia que ha envejecido con el
siglo. En los últimos días no solamente los había llamado así, sino de otras peores maneras, el arzobispo
Isaías Duarte, profeta de nuestro tiempo, a quien Dios guarde.También les dijo terroristas el presidente
Pastrana, en reciente alocución de viernes, al mismo tiempo que privaba a uno de los grupos rebeldes del
status político, por secuestrar y manifestar exigencias económicas. Pero era tan obvio decirles terroristas
que eso no hizo pensar al país, sino su intervención del día siguiente en que anunciaba la liberación sin pago
de los secuestrados, dando un vuelco a su primera intervención. El país debió pensar entonces, y mucho,
sobre este súbito cambio, del mandatario y de la guerrilla, hasta que aparecieron las orejas del papabile,
como la persona que, creyendo interpretar a los rebeldes, enredó al Presidente.López habló, imagino que con
su displicencia habitual, ante un grupo de notables de Antioquia, arrellanados en las poltronas que pinta
Caballero para sus monos más instalados. Terroristas, eso les dice a los subversivos, 'bandas de
terroristas', y no es para menos, si lo que hacen es fusilar en el campo y secuestrar en las ciudades. La
importancia reside no tanto en lo que dijo, sino en que lo haya dicho, enfrentándose con dureza a la guerrilla,
cuando se halla el país en plena guerra. Y en que muestra a un liberalismo que va por sus pasos hacia el
reclamo por la autoridad, mientras el conservatismo _mundo al revés_ extiende márgenes a la tolerancia y al
diálogo.Pienso que el ex presidente se anticipa al lío jurídico que va a presentarse a la hora de los perdones y
olvidos, en materia de delitos atroces. Los que ya no tendrán la sola calificación nacional, sino la que
corresponda ante el derecho humanitario internacional. Ante los apremios de paz, sin embargo, hay que
seguir considerándolos, pese a terroristas, subversivos. Como combatientes políticos que han apelado al
terror, lo que ha ocurrido fatalmente en la historia. Sin que el fin político los dignifique ni justifique en
modo alguno sus hazañas. Terror es terror y canallada es canallada. Así están hostilizando, así quieren
gobernar y así llegarían a ser ministros de Salud Pública. Nos está tocando esta suerte histórica. Esta clase
de gente.Tampoco por llamarlos 'cuadrillas' puede el Ejército dominarlos más o mejor que como subversivos y
posiblemente deberá aceptarlos en la mesa de las negociaciones, mientras ella esté abierta al
diálogo. Ni es por decirles secuestrados a los militares aprehendidos en asaltos y emboscadas por lo que
van a dejar de ser rehenes y prisioneros de guerra.Algunas denominaciones tienen repercusión en el
derecho internacional o de gentes, por su sentido específico. Otras son anodinas, sólo que ofensivas, y
producto del odio explicable y no varían mucho en sus implicaciones. Es absurdo que a estas alturas de la
guerra, cuando los insurgentes quieren dar la impresión de que ya pisan las goteras de Bogotá, nuestros
militares aún los llamen bandidos y los señalen en comunicados como cuadrillas. Militares que son parte
de un gobierno que los trata como guerrilleros políticos.Gramaticalmente no se gana ni se pierde una guerra.
Ni por llamarlos de una u otra forma dejan de ser actores del terror y de la crueldad, categorías morales que
no podrán limpiar con el mejor de sus éxitos militares, ni encubrirlas con las mayores justificaciones
sociales.La guerrilla, a su vez, cambia los términos, como si se tratara de una guerra gramatical. A los
secuestros los denominan retenciones y a los asesinatos, 'ejecuciones'. A la exacción indebida y al
chantaje, que el público vulgarizó como vacunas, los llaman contribuciones e impuestos de guerra.Como las
anteriores hay otras mistificaciones del lenguaje, que se tornan en verdaderas voces de la mentira, cuando
la verdad es que nos estamos matando y contando _y exhibiendo_ los muertos por montones. Y que, a
pesar de todo, estamos en un proceso de paz.En el caso de los subversivos terroristas, ambos apelativos les
caben y no son opuestos. El ex presidente López, en este aspecto, no me parece que haya innovado.
Más bien lo hizo cuando se refirió a la poca confiabilidad del pueblo colombiano en los alzados en armas y al
cuestionar la que llamó 'diplomacia por la paz'. Sin que se sepa muy bien si aludía a los viajes del
Presidente al exterior o los que hace al interior de la selva. Al decir que tal diplomacia le parece
"inmensamente contraproducente", imagino que se refiere a estos últimos.

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