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Cambiar para empeorar

Tal como van las cosas, terminaremos añorando el corrupto e ineficiente Consejo Superior de la Judicatura.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
28 de noviembre de 2015

Les duró poco a los promotores de la reforma de equilibrio de poderes la ilusión de una nueva Rama Judicial administrada con estándares de gerencia, transparencia y calidad. La verdad es que nada de eso podía hacerse mientras los viejos clientelistas que hoy son dueños de la justicia permanecieran en sus cargos y participaran de la nueva estructura. Como al gobierno y a los congresistas les dio miedo sacarlos y a los dinosaurios de la justicia les dio por poner en marcha la estrategia del chantaje, las cosas no sólo quedaron igual a como estaban sino mucho peor.

Y es que el nuevo Consejo de Gobierno Judicial que debe reemplazar al cuestionado Consejo Superior de la Judicatura está naciendo entre el fraude y el clientelismo, entre el cambio de reglas de juego para favorecer a los mismos de siempre y la inexperiencia absoluta de sus nuevos miembros en materia de gerencia y planeación. Ciertamente estamos cambiando para empeorar y mientras no nos movilicemos para proteger a la justicia dejaremos que los jueces más corruptos se queden con el poder burocrático que otorga la administración de más de 3 billones de pesos anuales y el dominio sobre unos 20 mil funcionarios y 5 mil jueces.

Todo está saliendo mal. Mientras los empleados de la Rama Judicial elegían como su representante en el tal Consejo de Gobierno Judicial a una comunicadora social sin experiencia en la definición de políticas públicas y alta gerencia que se necesitarían para imprimirle un nuevo rumbo a la administración de esos cuantiosos recursos, los jueces y magistrados votaban por Vicente Calixto de Santis, un señor que según varias fuentes no es más que la ficha del exmagistrado Francisco Ricaurte que salió de la justicia por su descarado uso de la puerta giratoria.

Pues bien, esta última elección resultó además de inmoral, tramposa. Más de 2,800 votos están embolatados. Gente que votó por otros candidatos nunca vio reflejada su intención en el escrutinio final y, en cambio, De Santis se hizo elegir con sus compadres de la costa cuyos votos, sospechosamente, equivalían a un 80 por ciento del total de la votación. ¿Fraude a la vista? ¿Quién lo impulsó? Errores tan notorios no pudieron haberse cometido en una elección cuyo escrutinio no debería ser tan complicado.

Sin embargo, este espurio representante de los jueces y magistrados resultó elegido, hicieron fiestas en su honor como contó la columnista Cecilia Orozco y lo más grave es que su voto fue decisivo para elegir los miembros supuestamente técnicos con los que se completaría la conformación del Consejo de Gobierno Judicial. ¿Si su elección es ilegítima sus votos no deberían serlo también?

¡Dirán que no!, ya verán. Asegurarán que sus actuaciones se presumían legales y entonces terminarán la faena: elegirán gerente de la rama judicial y lo harán no para escoger al mejor sino para poner la ficha que les garantice que este carrusel maldito que se tomó la justicia en Colombia se perpetúe. Tal como van las cosas, terminaremos añorando el corrupto e ineficiente Consejo Superior de la Judicatura. Esta reforma de equilibrio de poderes construida sobre bases podridas se derrumbó más rápido de lo esperado mientras que los ministros de Justicia e Interior y el exsúper ministro de la Presidencia se lavan las manos a pesar de haber sido ellos los grandes promotores del esperpento.

La justicia cambió, cómo no. ¡Cambió para peor! y mientras los nuevos abogados y los estudiantes de derecho no se pellizquen para exigir un derecho mejor que el que les va a tocar ejercer cuando salgan de sus facultades, todo aquí seguirá igual. Por eso renovamos hoy más que nunca nuestro SOS por la justicia.

Twitter: @JoseMAcevedo

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