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Odebrecht: ¿en quién creer?

Hace un par de semanas 'El Espectador' publicó una nota con un título que va directo a lo que le interesa: ¿Cómo cambiar la mala imagen de los pitbull? Una semana después apareció una noticia inaudita: Philip Morris pagó cuatro páginas de publicidad pidiendo a sus clientes que dejen de fumar.

Alonso Sánchez Baute, Alonso Sánchez Baute
13 de noviembre de 2018

La campaña costó 2,2 millones de euros y con ella la mayor tabacalera del mundo lanzó un reto para que abandonen el cigarrillo en 30 días. Philip Morris se adelanta a la sospecha: “Nuestro interés a largo plazo es cambiar de negocio”. No aclara a cuántos años se refiere con eso de “largo plazo” (¿10, 30, 50, 100?). Esta publicidad con tan “buenas intenciones” convencerá a muchos nuevos adictos de que en solo 30 días podrán hacer a un lado el vicio. ¿Cuántos morirán de cáncer en el entretanto?

Hordas de empresas de publicidad, relaciones públicas y de lobistas se dedican hoy día a lavar la imagen de las empresas. Hace quince días, otro ejemplo, nos enteramos que Odebrecht participaría como conferencista en una cumbre anticorrupción en Bogotá. "La empresa se ha embarcado en una misión no solo proactiva sino también proactivista para ayudar a otras empresas a no caer en la corrupción", era la promesa del folleto y una promesa no es más que un soborno: te ofrezco algo que quizá no te daré a cambio de que me creas de inmediato.

¿Realmente aprendieron algo los de Odebrecht? Seguramente sí. Quienes más saben de un problema son, normalmente, quienes lo han enfrentado. Esa experiencia ayuda a que otros no caigan de la misma forma (“de la misma forma” no significa “en lo mismo”). Sin embargo, es demasiado prematuro que la empresa que ha echado por tierra todo un castillo de naipes de la corrupción en América Latina y Angola, nos venga a dar lecciones de ética. ¿Por qué tanto afán de lavar la imagen, sino por nuevos contratos? Primero que enfrente la justicia nacional. Ya luego que nos cuente qué aprendió.

Quizá por eso, la semana pasada Odebrecht propuso indemnizar al país con 106.000 millones de pesos. La Fiscalía se opuso: deben pagar más de 180.000. A muchos colombianos podría parecerles suficiente sanción. Y que al país le entre todo este dineral. Sin embargo, más que una indemnización al parecer Odebrecht estaría pagando por su silencio. Son demasiados a quienes les conviene: Santos, Uribe, Sarmiento, Arias, Melo, Andrade, el mismo fiscal. Además, si habla se queda sin nuevos contratos.

En lugar de “conferencitas” de moralidad administrativa, ¿por qué Odebrecht no desestanca de una vez este proceso que desde hace unos meses no va para ningún lado, salvo el vencimiento de términos en algunos casos? Vencimiento de términos, otra forma de lavar la imagen: al no “alcanzar” a demostrar los hechos, la misma Fiscalía salva al acusado, quien en adelante presume de “impoluto”.

Hay que estar atentos qué licitación gana Odebrecht, porque a quien firme ese contrato seguramente le consignarán en Tortola o en Andorra. ¡O en Panamá!

 

  1. Una vez escrita esta columna me entero de la muerte de Enrique Pizano y el escándalo del fiscal general. 1. En la entrevista en la que Noticias Uno le da el derecho de réplica al fiscal mostrándole las grabaciones de Pizano, Néstor H. Martínez afirma: “Todos los implicados en los subcontratos están en prisión”. Esto es parcialmente cierto: Eduardo Zambrano, de Consultores Unidos, y Gustavo Torres, de Profesionales de Bolsa no están ni en La Picota ni en La Modelo. De Zambrano se dice que está al tanto de gran parte de la operación. ¿Qué tanto ha colaborado en realidad con la justicia como para que le den casa por cárcel?
  2. Grupo AVAL cotiza en bolsa en NYC. Si se confirma su participación en este proceso de corrupción y lavado de activos, ¿la intervendrán los norteamericanos o  solo la multarán, como hicieron hace un par de décadas?
  3. La muerte de Enrique Pizano, ¿ayudará a desempantanar el proceso de los brasileños o, por el contrario, lo cubrirá ahora con un mayor manto de silencio?

 

@sanchezbaute

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