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Otra de caballos

Los discursos de Bush parecen calcados de aquello que cantaba Jorge Negrete: "Traigo mi pistola al cinto y con ella doy consejos"

Antonio Caballero
30 de junio de 2002

La semana pasada escribí aquí una columna sobre nuestro nuevo presidente local Alvaro Uribe y su manera de amansar muletos. Ahora va otra sobre nuestro presidente universal George W. Bush, y lo mismo.

Bush tuvo una infancia de ranchero texano. Todavía hoy es dueño de un rancho en Texas, al que invita a los gobernantes de provincia más próximos a sus afectos: el israelí Sharon, el ruso Putin, el inglés Blair. También el español Aznar ha tenido ese privilegio. Nuestro Pastrana no. Ni, al menos por ahora, nuestro Uribe. Creo recordar en cambio que el mexicano Fox sí, porque es un hombre que gobierna sin quitarse las espuelas de las botas de montar.

Todos mis lectores habrán oído hablar de Bush, supongo. Pero tal vez no de Monty Roberts, otro adiestrador de caballos norteamericano que es, por lo que he leído, lo contrario de Bush. Es el inventor de un método de doma dulce, que no recurre a la crueldad ni a la violencia. Ha escrito varios libros al respecto, y se hizo famoso internacionalmente hace unos años, cuando la reina de Inglaterra ?dueña de una importante cuadra de purasangres de carreras? lo invitó a sus fincas para que les diera unas clases a sus jockeys. Hay quienes consideran a Roberts un mago, palabra que él rechaza: se llama a sí mismo un amigo de los caballos. Y tiene larga experiencia. Viene de una familia de caballistas texanos, y a los 2 años montaba, a los 4 ganaba copas de doma western, y cuando tenía 6 hacía doblajes de riesgo para los actores infantiles de las películas de Hollywood. Pese a todo lo cual nadie, ni siquiera su propio padre, quiso hacerle el menor caso cuando hace medio siglo comenzó a defender la idea revolucionaria de que era más fácil y más eficaz domar potros por las buenas que por las malas. Lo demostraba, en la práctica, es cierto. Pero no le hacían caso porque su técnica de doma era diametralmente contraria al método tradicional norteamericano de amansar caballos en el Lejano Oeste, que consistía en 'romperlos' a base de maltrato físico y de terror sicológico.

El sistema que se usaba en el Far West era el siguiente: se amarraba el caballo a un botalón, se le vendaban lo ojos y se empezaba a golpearlo con un pesado saco lleno de arena hasta que dejaba de resistirse, exhausto y acobardado. El proceso se repetía cuando se le ponía la montura, y de nuevo cuando se le encajaba el freno, y otra vez cuando se le ponía el primer peso sobre la silla, y otra vez más al montarlo. Al final el animal se sometía, de puro dolor y miedo. Y ya podía su jinete echarlo a galopar contra los indios al grito de "Hi, Silver!" (¡Arre Plata!).

El señor Monty Roberts de que hablo inventó en cambio un método de doma benigna, basada en la cooperación y no en el castigo, hablándole al caballo y tratándolo bien. Lo que hizo fue copiar lo que vio que hacían con los potros las yeguas madrinas de las manadas de mustangs salvajes que aún quedan ?o quedaban en los tiempos de juventud de Roberts? en Nevada. Se trata de colaborar con el animal y hacerse su amigo, en vez de romperlo por la fuerza. Y lo logra en 20 minutos, si quiere. O en dos meses: "Lo importante ?dice? no es la rapidez, sino la calidad del trabajo".

Traigo todo esto a cuento porque cuando lo leí ?en una revista de caballos llamada Ecuestre que encontré en la sala de espera de un dentista? me acordé de inmediato de nuestro presidente Bush. Lo vi como lo que es: un cowboy del Salvaje Oeste a la antigua, como el padre de Monty Roberts, que sólo cree en lo que él mismo llama "el estilo americano": la violencia del más fuerte. ¿Han visto ustedes en la televisión cómo camina Bush, con los antebrazos separados del cuerpo para que en cada cadera le quepa bien el revólver? Así andaba Robert Mitchum cuando hacía de pistolero malo en las películas. O Gary Cooper cuando hacía de pistolero bueno. ¿Y han oído sus discursos? Parecen calcados de aquello que cantaba Jorge Negrete: "Traigo mi pistola al cinto, y con ella doy consejos". ¿Y se han fijado en sus actos de presidente? Puro High Noon. La 'caza al hombre' en Afganistán. La tierra arrasada: hay que incendiar la pradera. El derecho proclamado a la 'guerra preventiva'. El abandono unilateral de los pactos de desarme nuclear. La autorización a la CIA para que secuestre y ?si es en "defensa propia"? pueda matar a jefes de Estado extranjeros. La abolición del habeas corpus para los detenidos. La instauración de recompensas para los delatores. Con George W. Bush, practicante como su padre de la 'doma western' al estilo americano, estamos viendo en la política mundial lo que ya conocíamos por las películas del Oeste: el pistolero justiciero que dispara más rápido que ninguno, el cazador de recompensas, el juez que vive borracho, el linchamiento, el negro ahorcado balanceándose de la rama de un árbol. El único árbol que ha dejado en pie el gran ranchero que se ha adueñado de todo el valle. ¡Arre, Plata!

Si fuera posible, yo votaría por Monty Roberts para presidente de los Estados Unidos. Ya que nos van a montar, por lo menos que la doma sea suave.

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