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El peligro de los celulares chinos

La detención en Canadá de la hija del dueño de Huawei y la recomendación de las agencias de inteligencia de USA para evitar celulares chinos, es el mayor reto que ha enfrentado China con el mundo capitalista desde el inicio de la apertura.

Germán Manga, Germán Manga
11 de diciembre de 2018

Los directores del FBI y de la CIA, las principales agencias de inteligencia de Estados Unidos, manifestaron la semana pasada ante el Senado de ese país que no aconsejan el uso de celulares inteligentes de las marcas chinas Huawei y ZTE ante la posibilidad de que esos dispositivos puedan ser usados para actividades de espionaje por parte del gobierno de la República Popular China.

Ese duro pronunciamiento elevó hasta niveles catastróficos las consecuencias que en lo comercial y reputacional ha ocasionado a Huawei la detención en Canadá, el pasado 1 de diciembre, de Meng Wanzhou, hija del fundador y directora financiera de la empresa, pedida en extradición por Estados Unidos donde se le acusa de evadir, a través de una empresa subsidiaria -Skycom-, las sanciones impuestas a Irán por Barack Obama.

Huawei es uno de los colosos de las telecomunicaciones en China. Tiene 180.000 empleados, es el segundo mayor productor de celulares en el mundo -domina 15 por ciento del mercado global- y trabaja para gobiernos y consumidores en 170 países.

Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia ya bloquearon a Huawei por razones de seguridad y Canadá, Alemania, Japón y Corea del Sur la tienen en evaluación bajo la sospecha de que el gobierno de Beijing la pueda estar usando para acceder a secretos políticos, industriales y a otra información confidencial del Estado y de particulares.

El conflicto -que apenas comienza- puede ser el mayor reto que haya enfrentado el gobierno comunista de China con el mundo capitalista desde el inicio de la apertura en 1978 cuando con su pragmatismo iluminado –“ser comunista no es sinónimo de ser pobre”- Deng Xiaoping puso fin al radicalismo y a los años de violencia y de terror de la Revolución Cultural de Mao. El caso Huawei pone en evidencia -desde un tema tan importante como sensible-, el fuerte contraste que hay entre la apertura casi total en lo económico y la férrea y cerrada estructura política que conserva la esencia estalinista con base en la cual organizaron el estado chino desde los años 40.   

Como fue típico en la Unión Soviética y en los países de la Europa del Este, en China el Partido Comunista tiene una estructura paralela a la del Estado y presencia en todos los sitios de trabajo de todas las actividades en el país. También poderosas estructuras de espionaje e inteligencia para el control del territorio y de la población y en el extranjero para la defensa de los intereses políticos, comerciales y militares de China. Algunas son sofisticadas, otras casi evidentes. Por ejemplo, Mao impuso desde los inicios de la República el control de los extranjeros concentrándolos en viviendas del Estado -no había oferta ni demanda de inmuebles en el país- y obligándolos a contratar empleados que además de sus destrezas y oficios -cocinero, mucama, conductor, lo que fueran- eran miembros activos de las fuerzas de seguridad, con el encargo de vigilar a sus empleadores y reportar a  sus superiores cualquier novedad.

La percepción de Huawei como riesgo para la seguridad nacional surge de su expansión en el mercado, pues ya es el mayor proveedor de equipos de telecomunicaciones del mundo, en especial de los que demanda la telefonía celular. De un hecho político que fue la aprobación en 2017 por la Agencia Nacional China de Inteligencia de una norma que establece que las empresas de ese país deben "apoyar, cooperar y colaborar con el trabajo de inteligencia nacional". Y de la historia personal de Ren Zhengfei el fundador de la empresa, exmilitar que sirvió como oficial en el Ejército de China. A ciberespionaje y ciberataques dirigidos por el gobierno de Beijing  apuntan las sospechas. Richard Burr, presidente del Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos dijo en la reunión con las agencias: "…El foco de mi preocupación actualmente es China y específicamente compañías como Huawei y ZTE Corp, que según es sabido ampliamente tienen vínculos extraordinarios con el gobierno chino".

Ren Zhengfei niega categóricamente que Huawei sea una plataforma de espionaje al servicio del gobierno y tanto él como los medios de comunicación chinos denuncian que los ataques y la captura de Meng Wanzhou forman parte de una estrategia para frenar la exitosa expansión de Huawei en Estados Unidos y otros mercados occidentales con los celulares y sobre todo con las redes de la tecnología 5G, que entrarán en funcionamiento en 2020.  Son más veloces y eficientes que las actuales, pero más controladas por software, lo cual hace determinante la confianza y neutralidad de quien tenga el control.

Desde su llegada a la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos Donald Trump acusa a China de prácticas comerciales injustas y de facilitar el robo de propiedad intelectual de empresas estadounidenses. Meng Wanzhou fue detenida por vender equipos de comunicaciones a Irán. Le concedieron libertad provisional esta semana tras pagar una fianza de 10 millones de dólares pero si la extraditan a Estados Unidos podría recibir una condena de hasta 30 años.  

Pase lo que pase, Huawei ya vio gravemente afectadas su imagen y sus ventas. La fotografía o el video confidenciales, el documento comprometedor, lo que tengan los más de 70 millones de usuarios de sus teléfonos en el planeta -de alta demanda por su excelente relación apariencia, calidad, precio- no corren ningún peligro. La información de gobiernos y empresas sí y les cerrarían las puertas porque de ser ciertas las acusaciones, estarían expuestos a la extensa, eficiente y muy estratégica diplomacia económica y política de China y a su capacidad de aprovechar secretos comerciales, temas y decisiones de Estado en su favor. Es algo que no aprendieron del comunismo sino de Confucio hace varios siglos: “Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber”.

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