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Peña Nieto y Trump: “me equivoqué contigo”

En forma ingenua e improvisada el presidente de México se prestó a una emboscada mediática que disparó su impopularidad y la de Trump entre los mexicanos.

Germán Manga, Germán Manga
3 de septiembre de 2016

Alejandro González Iñárritu, el aclamado director de cine, guionista y productor mexicano (‎Amores perros, ‎Biutiful, Birdman, ‎The Revenant), dijo esta semana, al término de la intempestiva reunión del presidente de México Enrique Peña Nieto con el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump:

“Sentí una profunda tristeza, indignación y vergüenza. La invitación de Enrique Peña Nieto a Donald Trump es una traición. Es avalar y oficializar a quien nos ha insultado, escupido y amenazado por más de un año ante el mundo entero. Es carecer de dignidad y fortalecer así una campaña política de odio hacia nosotros, hacia media humanidad y hacia las minorías más vulnerables del planeta”.

Su pensamiento representa el de millones de mexicanos y otros latinoamericanos ante esa emboscada, burda y cantinflesca de Trump en la búsqueda desesperada por remontar en las encuestas y que dejó una vez más a Peña Nieto ante los ojos del mundo como un hombre ingenuo, superficial, débil de carácter, que como dijera muy mexicanamente el expresidente Vicente Fox “se dejó chamaquear”.

Nada podía salir bien en esa aventura en la cual Peña Nieto comenzó por tirar por la borda la línea de mando. La reunión se organizó de espaldas a la canciller Claudia Ruiz Massieu y del embajador de México en Estados Unidos Carlos Sada. Hoy se sabe que el partner de Trump en la aventura fue el ministro de Hacienda mexicano Luis Videgaray.

La primicia del encuentro fue divulgada vía Twitter por Trump. Sin estrategia ni libreto, Peña Nieto se vio impulsado por su propia imprevisión, a una reunión con un demencial y megalómano monstruo mediático que lo molió ante la prensa mundial, primero en su propia casa y horas más tarde en Arizona donde lanzó nada menos que su programa antiinmigración, con la cabeza del presidente de México como trofeo.

Una encuesta divulgada el pasado 11 de agosto por el periódico mexicano Reforma revela el muy crítico estado del prestigio y la popularidad de Peña Nieto en su país: apenas 23% de aprobación, la más baja para un presidente en la historia de 21 años de esos sondeos.

Los mexicanos cuestionan a su presidente por la precaria situación de los derechos humanos en el país. Hace pocos días destituyó al jefe de la Policía Federal, Enrique Galindo, señalado por varias organizaciones como responsable en la desaparición de 43 normalistas en Ayotzinapa en 2014 y en la ejecución extrajudicial de 22 personas en Tanhuato Michoacán en 2015, entre otros casos.

Lo cuestionan también por la difícil situación económica que atraviesa México con desaceleración, bajo crecimiento, desempleo y muy preocupante crecimiento de la deuda pública.

La periodista Carmen Aristegui denunció recientemente que Peña Nieto plagió buena parte de su tesis de grado “El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón” y dijo que habría tomado 28.8% del total del texto de 200 páginas, de varios autores que no citó.

Pero sobre todo lo acusan por corrupción. El pasado mes de agosto The Guardian de Londres denunció que Angélica Rivera, ¨la Gaviota” exactriz Televisa, hoy primera dama de México, pagaba el mantenimiento de su apartamento en Miami con dineros de la compañía Grupo Pierdant, propiedad del empresario mexicano Ricardo Pierdant, contratista del gobierno y amigo muy cercano del presidente.

En 2014 Peña Nieto y su esposa ya habían sido denunciados por varios medios mexicanos por la compra por 7 millones de dólares de una mansión en Ciudad de México, a la empresa Higa, también contratista de proyectos de infraestructura pública con el Estado. Ella alegó que la compró con los ingresos de su carrera en la televisión pero en agosto de 2015 Peña Nietro devolvió la propiedad y pidió perdón a sus gobernados: “En carne propia sentí la irritación de los mexicanos. La entiendo perfectamente, por eso, con toda humildad pido perdón. Les reitero mi sincera disculpa por el agravio y la indignación que les causé”.

Ese fue el hombre que se atrevió a llevar a su casa al nacionalista país que es México, con gente altiva, muy orgullosa de sus valores y su cultura, a Donald Trump, el “gringo” que el día que lanzó su candidatura dijo: "Cuando México nos manda gente, no nos mandan a los mejores. Nos mandan gente con un montón de problemas, que nos traen drogas, crimen, violadores…". "…No quiero nada con México más que construir un muro impenetrable y que dejen de estafar a EE. UU.".

“Pero qué necesidad”, habría dicho sabiamente el recién fallecido cantautor mexicano Juan Gabriel.

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