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Petro, Mao y la masacre de gorriones

Para muchos, el sentido homenaje que le rindió Petro a Mao en su tumba fue un devaneo ideológico sin importancia. Pero no, uno siempre se esfuerza por emular a quien admira, y eso en este caso es una mala noticia para Colombia.

Por: Francisco José Mejía

La gran hambruna China es un caso de manual del progre-marxismo que profesa Petro y nos pone en perspectiva el significado del homenaje a su faro ideológico. Mao, igual que Petro, tenía una obsesión por el tema de la propiedad de la tierra. En su mente no cabía nada peor a que hubiera personas que se lucraran de la producción de comida, algo así como la versión China de “la salud no puede ser un negocio”. Entonces expropió a los dueños de las fincas y colectivizó la propiedad de la tierra. La consecuencia lógica fue una caída en la producción que empezó a generar escasez. Ante esto, Mao –que sabía de todo como Petro– encontró el culpable y con él la solución: la culpa era de los gorriones con su insaciable apetito por los granos. Así, el dictador declaró a los gorriones enemigo número uno y dio la orden al aparato estatal y a todo ciudadano de matar gorriones hasta extinguirlos. Cuentan las crónicas de la época que los pobres pajaritos se desplomaban del cielo exhaustos por la incesante persecución de los humanos en tierra. Y ahí sobrevino el desastre: se creó un desequilibrio ecológico porque las poblaciones de insectos, que hacían parte de la dieta de los gorriones, crecieron sin control y diezmaron aún más las cosechas. Los problemas iniciales que crean los progres son graves, pero ténganles miedo a sus soluciones, eso está en su manual; por eso Petro propone como solución a la crisis económica que él mismo creó, acabar con la regla fiscal. Así se pasa de una crisis a una catástrofe de no retorno.

Pero el problema no paró ahí. Ya sin empresas, todo lo controlaba un aparato burocrático estatal ideologizado e inepto, porque, claro, Mao también tenía sus Irenes Vélez y sus Jaimes Dusanes; entonces se supo que en muchas bodegas estatales se había dejado podrir el grano. Y sobrevino la reacción airada del pueblo hambriento que se fue a las calles a protestar contra el régimen. La orden de Mao fue categórica: pena de muerte para los enemigos de la Revolución. Y el aparato represivo cumplió asesinando a millones de chinos que aún sobrevivían a la inanición y les quedaba un aliento para protestar. Pero también se supo que hubo funcionarios que hicieron su agosto con grano robado de las bodegas estatales, porque, como no, Mao también tenía a sus Lauras Sarabias y sus Mauricios Lizcanos. Porque, eso sí, todo progre anhela vestirse de Ferragamo, ¿porque ellos no?, así sea preciso correr la línea ética, ¡ni más faltaba! El resultado de tanto despropósito progre-marxista fue la hambruna más grande la historia con más de cuarenta millones de muertos.

De eso se trata la ideología de Petro: poder y dinero para elite política, pobreza, violencia y muerte para el resto. Estamos en la primera fase, donde se crean los primeros problemas; ya hay crisis económica creada por la desconfianza y la reforma tributaria, y ya se planteó su solución mágica. Ya hay una gran inseguridad producto del desmantelamiento y la paralización de las Fuerzas Armadas, y para ello ya hay también su solución mágica, o sea su masacre de gorriones: la ‘paz total’. Y el Gobierno avanza en la fabricación de varios problemas iniciales, tres de ellos en el Congreso: uno de salud, uno laboral y el otro pensional, y cada uno tendrá en su momento sus respectivas soluciones mágicas, siendo seguro una de ellas tomar control del Banco de la República para emitir dinero.

Ojalá ese homenaje a Mao nos sirviera para entender que al elegir a Petro nos montamos en un proceso bien predecible, del cual ya estamos en su primera fase, y que, si jueces y Congreso no lo frenan, seguirá la masacre de gorriones y, finalmente, la masacre de personas. Es el manual, así lo han escrito los faros de Petro.

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