Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

¿Podrá el covid-19 sacar a Maduro?

Este nuevo acto de la tragedia apenas se abre. Habrá que ver si el covid-19 termina siendo el empujón final necesario para lograr el retorno de la democracia a Venezuela.

Camilo Granada, Camilo Granada
1 de abril de 2020

El régimen de Maduro en Venezuela ha logrado sobrevivir a la crisis económica, al descontento generalizado de los venezolanos, al cerco diplomático y a las sanciones impuestas por los Estados Unidos. Hasta ahora. Pero todo se agravó radicalmente por la pandemia y la caída vertiginosa de los precios del petróleo. ¿Podrá resistir Maduro este nuevo embate, o el retorno a la democracia en Venezuela será una de las pocas cosas buenas que surjan del covid-19?

Lo segundo parece ser la apuesta del presidente Trump y su administración. Su nueva ofensiva contra Maduro es la única iniciativa en materia de política internacional que ha lanzado el Gobierno de los Estados Unidos desde el inicio de la crisis sanitaria mundial. Primero, el Departamento de Justicia americano acusó formalmente a Maduro de narcotráfico y terrorismo. Esta es una medida sin precedentes, pues en el caso de Noriega en 1989, el hombre fuerte de Panamá no era formalmente Jefe de Estado sino el jefe de las Fuerzas de Defensa. El presidente en esa época era Erik del Valle. También sin precedentes es el monto de la recompensa por su captura: 15 millones de dólares, la cuarta más elevada de la historia. Las acusaciones también incluye a varios de los hombres fuertes del régimen, en particular Diosdado Cabello y Tarek el Aissami. 

Y el martes pasado el jefe de la diplomacia en Washington presentó una nueva iniciativa de transición hacia la democracia en Venezuela. En esencia propone un gobierno de transición colegiado que incluye tanto a la oposición como a los chavistas, pero que excluye tanto a Maduro como a Guaidó. Esa instancia sería la encargada de organizar las elecciones. 

Con estas dos acciones, los Estados Unidos buscan quebrar la unidad dentro del régimen madurista, y en particular promover que los militares abandonen a Maduro. Este objetivo queda en evidencia tanto por la decisión de no incluir al actual ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino, ni a ningún militar activo en la acusación de narcotráfico, como por el hecho de que en la propuesta de transición toda la cúpula militar actual se mantendría hasta después de las nuevas elecciones. Además, si la propuesta americana fuere acogida, las sanciones económicas personales que afectan a varios militares de alto rango serían levantadas. 

Este no es el primer intento de crear fracturas internas y lograr que los apoyos internos de Maduro le quiten el respaldo y fuercen su salida. La estrategia del garrote y la zanahoria ha sido el centro de todas las iniciativas anteriores. Pero en el marco de la pandemia, tanto el garrote como la zanahoria son más relevantes. El sistema de salud de Venezuela está en escombros, y sin recursos y apoyo internacional el gobierno de facto no tiene cómo enfrentar el contagio masivo del covid-19. De hecho, en una voltereta obligada por las circunstancias, Maduro le ‘pidió cacao‘ al Fondo Monetario Internacional para que le otorgara un préstamo de emergencia para enfrentar la pandemia. El Fondo, al decirle que no, le cerró la puerta a la única esperanza que le quedaba a Maduro de sobreaguar esta nueva crisis. A este nuevo garrote, se le agrega la zanahoria de que si se acepta el plan— el Fondo y otras entidades podrían entregar un paquete de mil doscientos millones de dólares para financiar la respuesta sanitaria venezolana al corona virus. Es posible que frente a las dimensiones del desafío y el riesgo de enfermedad y muerte de miles, algunos militares decidan que llegó la hora de parar el desangre. 

Maduro depende hoy más que nunca de sus únicos aliados, Cuba, Rusia y China. Cuba se ha convertido en el pilar de la seguridad interna y el control a los opositores, pero su capacidad de ayuda en esta coyuntura es muy limitada. En cuanto a Rusia, si bien sigue apoyando al régimen, su política petrolera de confrontación y guerra de precios con Arabia Saudita tiene como víctima directa a Venezuela. Queda la incógnita de China. Golpeada duramente por la epidemia, la economía china enfrenta grandes retos, y preservar a Maduro puede no ser un objetivo suficientemente estratégico para darle prioridad frente a sus relaciones con los Estados Unidos, más aún cuando esas relaciones siguen siendo tensas. 

La reacción oficial, pública e inmediata del régimen fue descartar la propuesta y denunciar un nuevo intento de golpe de estado gringo. Como era obvio, Guaidó apoyó la salida. Y tiene razón. No solo es lo que propone su principal defensor, sino que, frente a la crisis, la entelequia de su gobierno interino se derrumba. Eso sin contar con que su legitimidad democrática se acerca a su fin, pues el mandato de la Asamblea termina este año y debería haber elecciones para renovarla. Si la situación no cambia, en unos meses Guaidó tendría el mismo problema de Maduro: su mandato expiró y estaría usurpando funciones. 

Este nuevo acto de la tragedia apenas se abre. Habrá que ver si el covid-19 termina siendo el empujón final necesario para lograr el retorno de la democracia a Venezuela. 

Noticias Destacadas