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La internacionalización: clave para el acuerdo con las FARC

En medio de diagnósticos y previsiones futuras, para bien o para mal la política exterior fue la llave maestra del proceso entre el gobierno y las FARC.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
1 de julio de 2017

En medio de múltiples análisis y centenares de publicaciones, entre bombos y platillos se anunció que ha culminado la entrega de armas por parte de las FARC. Poco importa que hayan sido 4000 o 7000, ni sus condiciones de funcionamiento: el hecho es que la entrega se produjo.

Lo que el presidente no calculó cuando en su discurso de posesión manifestó que tenía “las llaves de la paz en el bolsillo”, fue que ese paso se iría a dar en medio del escepticismo nacional y de uno de los índices más bajos de aceptación que recuerde el país. Eso, que no estaba previsto el premio nobel de paz, que el gobierno de Noruega como gestor del proceso, empleó para superar las dificultades finales.

Nadie hubiera pensado en 1960, que un grupo de 30 hombres armados llamados en ese entonces “bandoleros” ubicados en “Marquetalia”, una remota vereda de Gaitania en el sur del Tolima y dirigidos por un tal Pedro Antonio Marín al que llamaban “Tiro Fijo”, lograran sesenta años después, con el uso indiscriminado de la violencia, con la indolencia del estado y la indiferencia de sus dirigentes, que sus tesis fueran incorporadas en el ordenamiento legal del país. Algo semejante, jamás lo había obtenido un grupo armado en una nación que se dice “democrática”.

Parte del éxito obtenido por el grupo de Marquetalia, que solo después se lo denominaría “FARC” y a sus integrantes “guerrilleros”, se debió a su internacionalización. Aprovecharon una época en la que el país consideraba a la cancillería y al servicio exterior como un jugoso botín, en el que se repartían a tutiplén puestos a amigos políticos y se utilizaba como llave para la aprobación de proyectos o para asegurar la actitud benevolente de medios de comunicación, de personajes o de grupos.

Los primeros pasos para la internacionalización de las FARC, así como del surgimiento de otros grupos armados, se dieron con el apoyo que recibieron de La Habana, a raíz del “triunfo” del gobierno colombiano al liderar la expulsión de Cuba de la OEA. Más tarde, las FARC extendieron sus actividades a Europa, en un medio donde varios creían que “Kolumbia” estaba cerca de la Antártida y que los miembros de las FARC pasaban como sucesores de figuras familiares, como Robin Hood y Guillermo Tell.

Simultáneamente las FARC cubrieron a Venezuela, donde conseguían armas que les vendían los guardias nacionales y se les brindaba amparo y protección. Luego, aprovechando el vacío de autoridad en nuestras fronteras, se extendieron a los demás países limítrofes. Incluso, altos funcionarios extranjeros, como Montesinos, el siniestro asesor de Fujimori que urdió el desvío de miles de fusiles para las FARC, “sacaron tajada” de la situación colombiana.

Posteriormente, lograron las FARC que el Ecuador, no solamente les sirviera de base de operaciones, sino que por allí les entraran armas, municiones y explosivos. Otros vecinos, ante la indiferencia internacional, se constituyeron también en puente indispensable para la producción y el tráfico de cocaína, que alimentaba a la guerrilla.

La entrega de armas, no de todas las armas, jamás se hubiera dado sin la masiva participación de organismos internacionales y de países que querían aparecer en la fotografía. Siempre y cuando no fueran ellos los afectados…Fue sin duda una eficiente labor de la cancillería.

Ojalá que, con este episodio, se entienda que las relaciones internacionales son algo más que asistir a eventos sociales, hacer excursiones, estudiar idiomas y conseguir condecoraciones…

(*)Profesor de la facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario

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