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Un país de memes

Un tuit y quedamos todos descolocados. Suponiendo. Afirmando o relativizando un hecho del que poco o nada se sabía. Lo sí se hizo evidente rápidamente fue que no dar explicaciones era parte del juego; llevar a pedirlas, parte del pulso.

Poly Martínez, Poly Martínez
19 de abril de 2017

Con un trino quedó amarrada la opinión pública en una camisa de fuerza de la que cada vez le cuesta más desatarse. Fue arrastrada, sacudida y agobiada. También burlada. Y nadie logra parar esa bola de especulación en la que medios, columnistas y analistas, políticos y autoridades quedamos atrapados.

De la reunión lo que quedó claro no es la capacidad de acceso de los dos principales opositores del presidente Santos al gobierno de Estados Unidos, sino el pobre nivel político que tenemos. ¿Alguien había visto que dos ex presidentes de un país viajen a EE.UU. a llorarle al presidente de turno, a quejarse? Hay una cosa que se llama dignidad del Estado, que el senador Uribe y el ex presidente Pastrana se feriaron en un corredor, al paso. Y de paso.

¿Qué fue una buena jugada mediática? Claro que lo fue para la parroquia colombiana. Pero de ahí a que se traduzca en un golpe a las relaciones bilaterales… Primero, porque Colombia –gracias a los gobiernos de Pastrana, Uribe y Santos, entre otros- ha logrado tejer por décadas unas relaciones con los que hacen el oficio en el Departamento de Estado y en otras entidades gubernamentales, esos mandos con poder administrativo que sí saben dónde está el A-Z bilateral, que pueden ubicar a Colombia en el mapa y con los ojos cerrados, conocen por las que hemos pasado, lo que nos ha costado y lo que nos falta.

Y segundo, más importante aún: porque la agenda interna y externa de Estados Unidos, incluida la de su Congreso, no tiene como prioridad a Colombia; las manos las tienen llenas con el propio gobierno Trump, el pulso político en Washington y con países menos amigables que la siempre atenta Colombia.

De todo esto surgen otro tipo de preguntas: ¿realmente los ex presidentes Pastrana y Uribe quieren exponernos y hacer más visible a Colombia en el particular y termocefálico radar de la administración Trump? ¿No es mejor tener una relación tranquila, con una agenda compartida, con profesionales conocedores y con las capacidades necesarias para mantener las relaciones relativamente estables y productivas, en vez de que sean regidas por las tripas?

De la reunión no pueden decir más porque poco se habló. No da para más. Sirvió para medir al gobierno, para tomarse la agenda nacional que la administración Santos no logra fijar. Paradójicamente, las generalidades con que se refirió el gobierno al encuentro, además de hacer evidente cierto vacío en la gestión diplomática, van a terminar por beneficiarlo pues la de Uribe-Pastrana fue una salida en falso. No vale la pena desgastarse en tratar de arrojar luces sobre un suceso opaco.
Lanzaron la cáscara para observar, para calibrar la capacidad de reacción, el respaldo o rechazo; para probar si la política exterior es otra veta útil para la polarización, una corneta de campaña. Allá el país, en la realidad, mientras muchos políticos trabajan en lo virtual, más fácil y barato en todo sentido. Eso, sin embargo, no nos ahorra los costos.

A veces parce que el país real, el de la crisis ambiental, la desmovilización, la desnutrición infantil, la desaceleración económica y la corrupción, entre mil temas, fuera lo irreal. El mundo virtual enreda y hace creer que jugamos de local en Mar-a-Lago; logra que un grupo privilegiado salga a pasear, se distraiga en la Florida y deje como gran aporte al país una de esas fotos de parque temático que han circulado en las redes. Todo termina reducido a un meme, a un chiste.

@Polymarti

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