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No lo dude, proteste

No lo dude, proteste. La marcha tiene rebosante justificación. No pueden las élites de este país seguir mirando para otro lado.

Javier Gómez, Javier Gómez
19 de noviembre de 2019

El cerco mediático que el Gobierno Duque le ha montado al paro de mañana jueves delata la debilidad de una administración que no ha logrado cuajar en la opinión y que por más esfuerzos que haga para desmentir las razones sociales y económicas que mueven a los ciudadanos, sabe que más temprano que tarde las regresivas reformas que hoy se empeña en desconocer tendrá que realizarlas.

Sabe el ciudadano del común, porque no es bobo, que el FMI y el Banco Mundial tienen sometidas estas economías a un bucle impositivo que diseña sus políticas macroeconómicas, luego de nada le sirve la coral estrategia para impedir la reivindicación de unos derechos sociales y económicos que por más de cuatro décadas de neoliberalismo se han atropellado no solo en Colombia, sino a lo largo y ancho de América Latina.

Miremos en contexto por qué llegamos hasta aquí: la democracia liberal y la economía de mercado están haciendo crisis porque la desmedida desregulación no resolvió el problema del desempleo y menos las aspiraciones individuales de la sociedad; al contrario, ese complejo sistema macroeconómico que nos montaron lo hicieron sobre la base de los constantes recortes en la inversión social que agudizó la pobreza y la inequidad.

“Hoy la credibilidad de la fe neoliberal en la total desregulación de mercados como forma más segura de alcanzar la prosperidad compartida está en terapia intensiva, y por buenos motivos. La pérdida simultánea de confianza en el neoliberalismo y en la democracia no es coincidencia o mera correlación: el neoliberalismo lleva cuarenta años debilitando la democracia”, dijo recientemente en un artículo el premio nobel de economía, Joseph Stiglitz.

Ese fracaso neoliberal que nos vaticina Stiglitz ya está haciendo agua en Colombia, y el descreimiento de su gente por la democracia, sus vetustas y corruptas instituciones está copando la paciencia de los colombianos, como ocurrió en Chile y Ecuador.

Esa situación respalda el paro nacional en Colombia pues como dice Stiglitz ya no hay fe y la confianza se desvanece; lo corroboran las encuestas que revelan la baja popularidad de Duque, quien debe estar calibrando los alcances de una bomba social en plena ebullición. Chile y Ecuador son el mejor ejemplo. La desafiante actitud de las élites en esos países provocó un estallido social sin precedentes y trajo consigo el rechazo generalizado a una política económica que enriqueció exponencialmente a quienes están en la cúspide de la pirámide y, de contera, estafó al pueblo.

No lo dude, proteste. La marcha tiene rebosante justificación. No pueden las élites de este país seguir mirando para otro lado; la aberrante desigualdad está generando un clima de máxima tensión porque ya no son los estratos bajos los únicos paganinis, las capas medias de la sociedad se están proletarizando sin que los políticos, anestesiados por las abultadas dietas, cumplan lo prometido a sus electores.

Duque trata por todos los medios neutralizar una ciudadanía que hoy no traga entero, que despojada de prejuiciadas opiniones mediáticas es más autónoma e independiente. Los colombianos ya no son pendejos; desmontar la movilización haciendo promesas y proponiendo acuerdos no le es útil al gobierno, menos cuando pretende imponer una reforma tributaria que beneficia a los poderes económicos en detrimento de los salarios, las pensiones y la inversión social.

Ahora, la marcha no la podemos limitar al plano económico y social, la protesta también incluye el dolor por el asesinato de indígenas, líderes sociales y desmovilizados de Farc, sin dejar de soslayo la constante arremetida legislativa del gobierno para desconocer el acuerdo de paz y neutralizar su implementación. Llegó el momento de corregir o de lo contrario…

@jairotevi

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