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¿Por qué Talibán sí y ELN no?

El Presidente Duque se anotaría un éxito de gobernabilidad, cómo lo va a hacer Trump de cara a las elecciones presidenciales de su país, de lograr con este acuerdo el inicio del retiro de las tropas de Afganistán.

Clara López Obregón, Clara López Obregón
25 de febrero de 2020

El acuerdo de paz entre el Gobierno Santos y la guerrilla de las FARC abrió paso a la superación de la confrontación armada. Quedaron pendientes la conclusión de las negociaciones con el ELN y el sometimiento a la justicia del Clan del Golfo y otros grupos armados ilegales. Como ha sucedido en distintos procesos los hechos de violencia, en esta ocasión, del ELN llevaron a la interrupción de los diálogos. Para reanudarlos el Gobierno exige un cese al fuego incondicional de parte de los insurgentes y ellos, al gobierno, sentarse a la mesa para concretarlo.

Se trata del típico dilema de la gallina y el huevo. Las negociaciones de los Estados Unidos con los Talibanes pueden dar luces de cómo resolverlo. Después de una guerra de 18 años en Afganistán, el Presidente Trump autorizó negociaciones con los talibanes, que amparaon a Al Qaeda, responsable del ataque terrorista a las Torres Gemelas en 2001, y que participan del lucrativo negocio de la exportación del ochenta por ciento de la heroína que se consume en el mundo.

Las negociaciones se llevaron a cabo en Qatar, seguramente con un protocolo similar al que suscribió el Gobierno Santos con Cuba para garantizar el regreso de los negociadores a su país, de fracasar las tratativas. Las negociaciones se llevaron a cabo durante 2019, el año más cruento de la guerra, con la muerte de siete civiles diarios y más de 350 ataques semanales. En septiembre pasado estuvo tan próxima la firma de un acuerdo que el presidente Trump anunció en su twitter que había invitado a los negociadores del Talibán y a representantes del gobierno afgano (que no participa de la negociación entre otras cosas por exigir el cese al fuego previo) al emblemático Camp David para firmar el acuerdo. Suspendió el proceso por disensión al interior de su gobierno aduciendo un ataque bomba realizado por los talibanes en el que murió un soldado estadounidense.

Con todo, la semana pasada se anunció que el acuerdo estaba listo para ser firmado el 29 de febrero, enseguida de un periodo de siete días de reducción de la violencia, un término ambiguo que contempla la suspensión de ataques a poblaciones e instalaciones gubernamentales, pero que exceptúa intentos del gobierno de apertrechar áreas fuera de su control. El cese al fuego bilateral será materia de negociaciones posteriores con el gobierno afgano. De concretarse el acuerdo, Estados Unidos iniciará el retiro paulatino de sus tropas de Afganistán lo cual podría tomar entre dos y cinco años.

Las lecciones para el caso colombiano están a la vista. El pragmatismo norteamericano encontró un punto medio, la denominada reducción de la violencia por un corto periodo de una semana que permite verificar el control central sobre las distintas facciones del Talibán. Ese punto medio fue negociado como requisito para firmar el acuerdo, no para negociarlo; y la negociación se llevó a cabo en un tercer país que daba garantías a ambas partes con la utilización de los protocolos usuales en estos casos.

Aun cuando EEUU es parte negociadora, también funge de mediador entre el Talibán y el gobierno afgano. Con el ELN, sería novedosa una mediación para negociar avances como la reducción de la violencia, previa a la apertura formal de negociaciones con el gobierno. El Presidente Duque se anotaría un éxito de gobernabilidad, cómo lo va a hacer Trump de cara a las elecciones presidenciales de su país, de lograr con este acuerdo el inicio del retiro de las tropas de Afganistán.

Finalmente, comparto una reflexión. Gobernar significa tomar decisiones entre alternativas insatisfactorias. Decidir entre una opción buena y una mala no reviste dificultad alguna. Escoger el camino del verdadero interés nacional y no el de alguna de las parcialidades en medio de la polarización es la prueba del gobernante que tiene en sus manos el presidente Duque. Si Trump pudo superar las dificultades de negociar con el Talibán, con seguridad Duque puede vencer los obstáculos de reanudar las negociaciones con el ELN.

Nota. Abogamos por restablecer la condición de gestores de paz para liberar de la cárcel a Carlos Velandia y Francisco Galán quienes han jugado un papel importante en acercamientos con el ELN.