Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Voto contra las encuestas

Prefiero un gobierno de transición a uno de ruptura. Los dos candidatos punteros representan un paso al vacío en su forma no de hacer política, sino de deshacerla.

Poly Martínez, Poly Martínez
23 de mayo de 2018

Prefiero un gobierno de transición a uno de ruptura.
Los dos candidatos punteros representan un paso al vacío en su forma no de hacer política, sino de deshacerla.  Su talante, el tono de quienes los rodean, esa sensación de desquite, de cuenta de cobro no considero que sea lo que necesita este país. El ánimo y el futuro del país no pueden estar puestos en sacarse un clavo. Y la vía de una constituyente bajo ese espíritu “destructor” sería un golpe adicional para la fractura que padecemos.

Voto por un gobierno que sea incluyente.
Llevamos siglos de exclusiones. La Constitución del 91 no será perfecta, pero es un acuerdo sobre lo fundamental que aún tiene vigencia. Por caminos opuestos, sería el regreso a la visión de que “salvar” a Colombia exige que se restrinjan derechos y se desconozca a las minorías, promoviendo así una cultura de la exclusión, ya sea por cuestiones de credo, filiación política o situación económica. Las dos visiones y verborreas espantan: la que condena a todos los contrarios como inmorales y pecadores; y la que sataniza a quienes hacen empresa y producen riqueza en el país. Populismo e intolerancia, coctel peligroso.

Elijo un lenguaje y una forma de comportamiento.
Quiero no solamente un gobierno que sea incluyente, con capacidad de escuchar al otro, sino cuyo lenguaje con el que aborde los problemas del país, las diferencias, las contradicciones y los antagonismos no sea un lenguaje violento.

Llevamos al menos dos años naufragando en ese discurso y no quiero que mi hijo adolescente se forme en un ambiente donde los líderes del país validan el lenguaje o comportamiento agresivo, descalificador, que juzga al otro y lo anula. Duque y Petro parten de la base de la exclusión: el cambio que proponen y predican es para establecer su modelo, pero no para incluir a todo el país. El comportamiento de muchos de sus copartidarios, además, le suma a esa forma malsana de ser y estar que se ha enquistado en la política colombiana, en el cotidiano nacional.

Voto de confianza, no por la incertidumbre.
De pasar a segunda vuelta y sin importar que sea Duque o Petro el ganador, empezaríamos un gobierno montados sobre la desconfianza. Medio país dudando del otro medio; un gobierno con una parte de Colombia en contra, azuzada. Insistir en la polarización nos llevado a esto: ninguno está construyendo lazos o puentes; ninguno está construyendo país. Y sus coequiperos o principales asesores, tampoco. Cada uno cava su trinchera; y entre los dos abren un foso.   

Insisto: si se cumplen los pronósticos de las encuestas, el próximo mandatario colombiano llegará a la Casa de Nariño cargado de tigre, con aires de mesianismo. Por eso, votaré contra las encuestas, a ver si logramos derrotar esa tendencia guerrerista o revanchista que amenaza acabar con todos.  

----------------

De ñapa: vale la pena repasar lo que dijo el procurador general, Fernando Carrillo: “Aquí se respira desprecio por lo que se ha alcanzado, es como si habláramos de otro país, de otras épocas. Es como si la noticia de la paz fuera una noticia de los viejos tiempos, y eso es inexplicable”. Esas palabras son un vaso de agua fresca para esta paz que parece desierta.

En Tweeter - @polymarti

Noticias Destacadas