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Post-Katrina

Los precios de la gasolina han quedado en el ojo del huracán. Por lo menos cuatro de las refinerías de la zona sufrieron daños irreparables. ¿E. U. va hacia una recesión?

Semana
18 de septiembre de 2005

En mis noches de insomnio, observando el cubrimiento de los medios sobre los desastres del huracán Katrina, en las primeras horas de la devastación le dije a un amigo: este desastre va a ser más grave para el presidente Bush que el 11 de septiembre. No me equivoqué.

El derrumbe de las Torres Gemelas despertó la solidaridad mundial. Exceptuando, claro, a los partidarios del islamismo extremista. Ese atentado cambió el mundo, al tiempo que fortaleció políticamente a Estados Unidos.

Pero en el caso apocalíptico de Katrina, Bush no pudo ocultar lo mal gobernante que es. Bajo la declaración de que los resultados para enfrentar la catástrofe no habían sido "aceptables", se reveló como realmente es. Un incompetente, provinciano, que cuando fue elegido no había salido de los Estados Unidos, salvo a México, y que no sólo desconocía la geopolítica internacional, sino el polvorín que ocultan muchas ciudades norteamericanas con una población, generalmente de raza negra, alienada políticamente, pobre, obesa, muy obesa, y nuevamente pobre.

Cuando las imágenes de los evacuados en los estadios de Louisiana y Texas retrataban esta tremenda realidad, las cámaras de los noticieros gringos se detenían sobre una pareja blanca, con hijos blancos, que de pronto aparecía por ahí. Tan excepcionalmente, que era noticia.

Y no podía faltar la metida de pata de la familia Bush: A la adorable abuelita Barbara (a quien "humorísticamente" su nuera Laura calificó de ser una auténtica nazi) se le escapó el tremendo comentario: "es un poco asustante" ? que todos los sobrevivientes del huracán llegados en masa a Texas, feudo de la familia, "quieren quedarse".

Todo tipo de acusaciones se han hecho contra la Casa Blanca por cuenta de esta tragedia. Desde hace décadas se esperaba que sucediera, porque la zona es frecuentemente azotada por huracanes, y porque Nueva Orleans, a donde siempre quise ir y no alcancé, se ha venido hundiendo un metro cada 50 años, y al momento del huracán estaba seis metros por debajo del nivel en el que fue fundada. Todo estaba advertido. La mayor tragedia natural en los Estados Unidos y la más anunciada: todos sabían que iba a suceder tarde o temprano. Una ciudad que sobrevivía por debajo del nivel del mar, que hoy presenta grandes interrogantes sobre si debe ser refundada.

Una frase de una colombiana -como siempre, hay por lo menos un colombiano en cualquier suceso del planeta- me quedó grabada por lo patética: "Julio, hasta dicen que 'andan' tiburones por las calles de la ciudad?"

Post Katrina, los medios de comunicación han quedado en el ojo del huracán. Pronosticaron por lo menos diez mil muertos, y hasta ahora -aunque no es, desde luego, una cifra que nos sea indiferente- se han contabilizado cerca de 600.

Las compañías de seguros también están en el ojo del huracán. Varios damnificados que lo han perdido todo han recibido una respuesta asombrosa. "Ustedes se aseguraron contra huracanes, y eso sólo cubre daños por fuertes vientos. No por inundaciones".

Los precios de la gasolina también han quedado en el ojo del huracán. Más de tres dólares el galón. Por lo menos cuatro de las refinerías petroleras que operaban en la zona sufrieron daños irreparables a corto plazo. ¿Estados Unidos va hacia una recesión?

Y mientras tanto, en la inmanejable situación posterior a la invasión a Irak, todos los días hay un atentado contra el ejército invasor y han muerto más de 2.500 soldados norteamericanos en manos de terroristas suicidas. ¿Cómo explicar que los negritos (afro norteamericanos, como ellos se hacen llamar para más caché racial) hubieran permanecido cinco días sin agua y alimentos, hacinados en un ambiente pútrido, varios muriéndose en su interior o en las calles a la vista indiferente de las autoridades, mientras los caimanes, las ratas, las culebras y los cadáveres nadaban por la ciudad, antes de que una feroz contaminación de las aguas con gasolina y químicos la incendiaran, el grueso de la tropa gringa estuviera de carne de cañón en un país extranjero?

Bush canceló tardíamente sus vacaciones en su "rancho" y se bajó de su helicóptero con su perrito Barney. A mí me fascinan los perros, pero ¿por qué los Presidentes de Estados Unidos siempre se bajan de una aeronave en la Casa Blanca con uno en los brazos?

A Bush no alcanzó a apabullarlo la guerra en Irak, inventada por él para vengar las frustraciones de su padre. Pero ahora el Katrina, que desde luego no dependió de su voluntad, porque los gobiernos no pueden prevenir los huracanes, pero como lo dice la revista Newsweek "sí 25 años de prioridades equivocadas", lo ha ridiculizado trágicamente ante el resto del planeta.

Con razón los norteamericanos se están preguntando: ¿Qué haremos ante el próximo atentado terrorista?

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