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Las amenazas a la democracia que no se quieren ver

Dice la sabiduría popular que no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír.

Jesús Pérez González-Rubio
5 de abril de 2018

Sostiene el candidato Germán Vargas Lleras que “Hoy, nadie quiere hacer trizas los acuerdos de paz. Ni aún el candidato de Álvaro Uribe”. Es posible que el doctor Duque, integrante de una generación que no tiene motivos para el odio,  no quiera, en su más secreta intimidad, hacer trizas los acuerdos de paz con las Farc. Pero el doctor Uribe, sí. Y como el doctor Duque no tiene votos propios no puede liberarse de la camisa de fuerza que a este respecto le impone el señor expresidente, dueño de los votos con que sería elegido. Es la razón, pienso yo, por la cual ha prometido que a fuerza de actos legislativos desmontará la paz firmada con las Farc. Le hará “reformas estructurales” a los acuerdos, según acaba de afirmar en Medellín antier. El solo anuncio puede impedir que se firme la paz con el ELN, la cual tampoco quiere pues según él lo que deben hacer los “elenos” es concentrarse, entregar sus armas e irse para la cárcel.  Definitivamente el uribismo prefiere la guerra y la muerte a la paz y la vida. Más sorprendente aún es que haya colombianos que voten por programas tan irracionales como éstos.

Es cierto que al A.L.No.2 de 2.017 “rige a partir de su promulgación hasta la finalización de los tres períodos presidenciales completos posteriores a la firma del Acuerdo Final”. También es cierto que  “Las instituciones y autoridades del Estado tienen la obligación de cumplir de buena fe con lo establecido en el Acuerdo Final”. De igual manera que “los desarrollos normativos del Acuerdo Final y su interpretación y aplicación deberán guardar coherencia e integralidad con lo acordado”…    

Pero como en Derecho las cosas se deshacen como se hacen, el doctor Duque ha dicho que a punta de actos legislativos eliminará la JEP, las curules para los comandantes guerrilleros hasta tanto no hayan pagado condenas de cárcel, pues para el expresidente Uribe sólo la cárcel es justicia y lo demás es impunidad. Y hablando de ésta, Germán Vargas nos recuerda que “En Colombia se cometen 3.500.000 delitos (al año). Pero judicializados, y pagando condena efectiva sus autores, hay sólo el 1.5 por ciento de ellos. Estamos ante la más absoluta impunidad”. (El Tiempo, 2 abril/18) Estas cifras prueban que la auténtica posición del Centro Democrático no es contra la impunidad que campea por todas partes en este país después de 8 años de gobierno del doctor Uribe, sino contra la paz, consagrada como derecho y deber en el a.22 de la Constitución.  

Y el candidato Duque tiene como gran propuesta para que haya en Colombia pronta y cumplida justicia, eliminar las Altas Cortes: la Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, para convertirlas en simples Salas de una única gran Corte. ¿Habrá más justicia por cuenta de esta insólita propuesta? Digámoslo con todas sus letras: es el castrochavismo puro y duro, pues busca cooptar a las Altas Cortes como lo hizo Chávez en Venezuela,  ya que el expresidente Uribe tiene una irremediable e interminable pelea casada con ellas, especialmente con la Corte Suprema de Justicia, disputa que ha cobrado recientemente nueva vida pues su Sala Penal tomó la decisión de “que se investigue la presunta participación del doctor Álvaro Uribe Vélez en la manipulación de testigos”.

¿Qué ha sucedido en la historia de Colombia con el nombramiento de los primeros magistrados de las Altas Cortes después de expedidas reformas constitucionales de fondo sobre ellas?  En 1.886 el artículo M de la Constitución estableció: “El Presidente de la República nombrará libremente, la primera vez, los Magistrados de la Corte Suprema y de los Tribunales Superiores”…      

En 1.991 el artículo transitorio 22 estableció que el Presidente de la República nombraba cuatro de los siete miembros de la Corte Constitucional, dos directamente y dos más mediante ternas que presentaría ante los otros cinco. Cuatro de siete le deberían su elección al Presidente.

La nueva única Corte, ante la supuesta o real corrupción que domina a la Rama Judicial, estará integrada por quienes quiera el Presidente y probablemente el Presidente querrá según el deseo del señor expresidente.

Estamos listos para la siguiente propuesta del candidato, que realmente tampoco es suya sino del doctor Uribe como las anteriores: Que el Fiscal General de la Nación lo nombre el Presidente de la República. Así se cerraría el círculo virtuoso: Toda la Rama Judicial quedaría, como en Venezuela, en manos del gobierno. Será el “Estado de opinión”, en el cual no habrá separación entre las Ramas del poder público, en remplazo del Estado de Derecho.

Y una última perla: Eliminar cien miembros del Congreso acaba de proponer en Medellín el doctor Duque. Por mera casualidad, ese es el número de Senadores. ¿Nos está proponiendo una única Cámara o Asamblea, como en la Venezuela de Chávez y Maduro?

Y mientras la paz y la Democracia Colombiana corren semejantes peligros, los doctores De La Calle, Fajardo y Vargas Lleras juegan a no pasar a la segunda vuelta. ¡Que Dios nos tenga de su mano!

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Añadido: “Esto no es un eslogan: hemos visto en distintos países cómo los discursos de señalamiento van deteriorando el espacio cívico, son capaces de incitar (a) la violencia y, en definitiva, generan una escalada hacia una violencia de hecho o hacia tendencias autoritarias”. (Edison Lanza, relator para la Libertad de Expresión de la CIDH). Prueba de esto es la amenaza que le acaba de llegar a Matador por parte de un integrante del Centro Democrático, afortunadamente desautorizado por su jefe.

Constituyente 91*

Abril 4 de 2.018

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