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¡Qué dolor con mi Patria!

Presidente, quiero reiterar el llamado que hemos efectuado a que usted convoque la unidad nacional, en sus manos está la posibilidad de reunir a todos los sectores y mediar por una salida concertada a las diferencias.

Marco Tulio Gutiérrez Morad, Marco Tulio Gutiérrez Morad
11 de noviembre de 2019

¿Dónde está el Estado? gritamos siempre como expresión de desconcierto cuando se registran situaciones tan inexplicables y tan absolutamente dolorosas como la muerte de los menores de edad, victimas del bombardeo que terminó cobrándole factura al Ministerio de Defensa y sacudiendo el corazón de todos los colombianos.  

De esta atrocidad surgen toda una serie de profundos cuestionamientos ¿Responsabilidad de quién?¿Dónde estaban los padres de esos menores? ¿Dónde estaban los profesores de esos niños? El personero del municipio parece que fue el único que extrañó la ausencia de los menores pero no fue oído por ninguna autoridad a las que informó el terrible caso.

Algo muy grave e inaceptable sucedió, los menores reclutados a la fuerza pagaron con su propia vida la desgracia de vivir en una zona que la guerrilla quiere recuperar para continuar con el macabro negocio ilícito de la droga.

No queremos y no podemos quedarnos en la confusión de buscar responsables sino que creemos tenemos que buscar un camino para que estos pavorosos sucesos dejen de ocurrir en nuestra patria.

Ahora bien, lo que aun resulta más doloroso es que ante semejante hecho trágico, nuestra sociedad siga cada vez más inmersa en el escenario de la división, no es lógico que ante tal dimensión de dolor sigamos perpetrando como sociedad una pugna entre uno y otro extremo ideológico, parece que  en nuestra patria más allá de soluciones solo existen ponzoñosos argumentos de un lado contra el otro, después de un proceso tan atormentado como el que hemos vivido como organización social, en donde llevamos más de 70 años inmersos en la más descarnada e indolente violencia, en la que hemos tenido que presenciar cómo nuestros amigos y profesores fueron inmolados en el Palacio de Justicia, en la que hemos visto el asesinato de candidatos presidenciales, bombas en centros comerciales, collares bombas, bombas en clubes sociales, secuestros en masa, ataques armados a la población civil, solo por nombrar algunos casos.

No importa cuál sea nuestro esfuerzo pero no podemos normalizar estas mórbidas imágenes que han fungido como primera página de Colombia durante las últimas décadas, después de hechos tan conmovedores no podemos persistir en que la violencia sea el común denominador y que las opiniones políticas sirvan para justificar o para repudiar los hechos, leía en diferentes redes sociales comentarios tan absurdos que creo que definitivamente como sociedad hemos fallado, leer tanto odio ciego, sencillamente me destroza el corazón, ¿cómo es posible siquiera suponer que unos niños de 12 años son combatientes? Pero asimismo ¿cómo siquiera presumir que el ejército colombiano haya realizado una operación de bombardeo a sabiendas de que había menores de edad en el lugar?

El papel protagónico de nuestros líderes no puede quedar siempre en una redundante y bizantina conversación, los ciudadanos estamos cansados y agotados de ver que ya no existe un discurso centrado, consecuente y real, para mitigar nuestros problemas como sociedad, acá todo quedó relegado a que por un lado son paramilitares y por el otro lado los criminales de lesa humanidad que están en el Congreso, es hora de seguir adelante, es momento de construir como país, de dejar el pasado, que un hecho tan lamentable como el revelado esta semana, termine en un debate sobre si los niños son guerrilleros, o si fueron reclutados a la fuerza o si eran combatientes, ¡por Dios! Nuestros niños son sujetos de especial protección legal y constitucional, bajo ningún punto de vista podemos seguir victimizándolos, es inaceptable que un niño, niña o adolescente esté lejos de un salón de clase, trabajando o empuñando armas.

La semana anterior quise llamar la atención sobre la alegría del municipio de Gama, Cundinamarca, por la presencia de un grupo importante de jóvenes del colegio técnico de ese municipio, participando en un evento mundial de tecnología en Rumania. ¿Qué diferencia puede existir entre Gama y cualquier municipio del país?  Me lleno de razones para entender que este asunto tiene que ver con los padres y las familias y claro por encima de ellos mismos, por el interés de los profesores de ese municipio por sus alumnos, por ello, resulta ridículo que en el lugar de los hechos del bombardeo, nadie haya percatado la ausencia de estos niños. Valdría la pena que experiencias como la del municipio referido se replicaran en todo el país, cómo sería de alentador que los niños de las zonas afectadas por la violencia y la guerra pudieran recibir el acompañamiento de sus padres y profesores para conocer otras latitudes donde antiguamente hubo la guerra y ahora impera la paz

El contenido de esta tragedia no puede quedar en el saludo emocionado del presidente a su ministro y mucho menos, del “ de qué me hablas viejo ...",  ningún niño, niña o adolescente puede estar en manos de una guerrilla, banda u organización criminal, el Estado tiene el deber legal y constitucional de velar irrestrictamente por sus derechos y garantías.

Presidente, quiero reiterar el llamado que hemos efectuado a que usted convoque la unidad nacional,  en sus manos está la posibilidad de juntar a todos los sectores y mediar por una salida concertada a las diferencias, usted es un hombre joven, de talante, en sus manos está la posibilidad de reunir a todas las fuerzas políticas del país, es usted el encargado de dotar a las instituciones del acuerdo de La Habana una verdadera cimentación y materializar los anhelos de paz y convivencia que millones de colombianos con desespero clamamos.

P.D.: El 21 de noviembre se está convocando a una monumental movilización, es deber de las autoridades y del Estado garantizar el ejercicio del derecho a la protesta, pero son los convocantes, los responsables del orden y seguridad de las diversas protestas en las ciudades, como ciudadano me opondré siempre a cualquier acto vandálico o de violencia, ni TransMilenio, ni el metro de Medellín, ni ningún bien público o privado son objetivo de la protesta. 

Alguna vez leí sobre un paro de una compañía de transporte en Ryobi, Japón,  en la que los trabajadores en vez de cesar sus actividades, siguieron trabajando, cumpliendo puntualmente con los cronogramas de sus recorridos, pero sin cobrar los pasajes a los usuarios, esto sirvió como una medida de presión mucho más efectiva que haber hecho colapsar el sistema de movilidad de la ciudad, ojala algún día entendamos que las piedras, los grafitis y la violencia no van a cambiar nada.