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¿Qué hacer ante migraciones masivas?

La proliferación de las migraciones masivas foráneas están generando situaciones que muchos países no estaban preparados para manejar y que incluso los está afectando internamente.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
1 de noviembre de 2018

A pesar de la aparición de armas cada vez más sofisticadas, de la proliferación de organizaciones defensoras de derechos humanos, así como de la renovación de la doctrina de los ejércitos, existe un fenómeno que, sin ser la subversión, ni el terrorismo, ni la amenaza militar, está afectando la política interna y la estabilidad de los estados: las migraciones masivas, ante las cuales los estados receptores parecen ser impotentes.

Aunque las migraciones masivas son parte fundamental de la historia de la humanidad, el mundo últimamente no estaba muy acostumbrado a verlas y sólo recordaba vagamente lo sucedido con ocasión de la independencia de la India y de la creación de Pakistán en 1947, así como después de la derrota de los Estados Unidos en Vietnam.

Todavía están vívidas las imágenes del último helicóptero norteamericano que despegó de la embajada de los Estados Unidos en Saigón, dejando una multitud desesperada que no había logrado salir de Vietnam. Al poco tiempo centenares de miles de vietnamitas a bordo de buques fantasmas salieron de Vietnam para tratar de llegar a los cercanos los países del ASEAN.

La historia contemporánea de África está colmada de fenómenos similares, pero como se presentaban entre países africanos, no se les ponía mucha atención, ni siquiera por parte de las potencias coloniales.

Sólo de un tiempo para acá se comenzaron a registrar las masivas migraciones desde los países subsaharianos y Siria hacia Europa, lo que ha generado dificultades entre los países de la Unión Europea e incluso dentro de algunos de ellos. Es evidente que el anuncio de Angela Merkel de no aspirar a una nueva reelección se debe al deterioro que ha sufrido por el manejo del caso de las migraciones.  

Hoy las caravanas de migrantes hondureños y salvadoreños que avanzan hacia los Estados Unidos, se han constituido en un factor importante en las elecciones de esta semana. Trump ha anunciado el envío de tropas a la frontera con México para impedir el ingreso de la multitud, después de que ni el gobierno de Honduras, ni el de Guatemala ni el de México, pudieron contenerla.

El problema es la impotencia frente al fenómeno, cualquiera que sea su motivación, que además se encuentra en el sutil límite con los derechos humanos.

Las migraciones que han recibido en los últimos tiempos los poderosos y ricos países de la Unión Europea, son inferiores a las que recibiremos de Venezuela. Para eso Colombia no estaba preparada y no se previó la magnitud del problema que se nos venía encima. Se considera que antes del 2020 a Colombia habrán entrado tres millones y medio de venezolanos.

La cancillería colombiana se está moviendo activa y acertadamente en el ámbito internacional para enfrentar el problema. Sin embargo, los colombianos, agobiados ya por problemas de salud, educación, inseguridad y desempleo, así como por el hueco fiscal dejado por un gobierno derrochón, no han caído en cuenta de los enormes costos sociales y económicos que representará la migración y que sólo se podría asumir creando más impuestos, adicionales a los que se están estableciendo ahora, ya que los aportes de la comunidad internacional serán más protocolares que efectivos.   

(*) Profesor de la facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario

  




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