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¿Qué quiere Fabio?

Hay que recordarle al asesor de Uribe que la reelección ha existido en Estados Unidos desde hace 200 años. No es un truco sacado de la manga

Antonio Caballero
2 de mayo de 2004

Lo de la reelección presidencial de Álvaro Uribe da cada día que pasa mayor vergüenza ajena. Vergüenza por los parlamentarios -los uribistas, los conservadores, los liberales- dispuestos todos ellos a dejarse comprar por el gobierno con puestos y prebendas a cambio de su apoyo a la reelección. Vergüenza por los ministros. Que ya no hacen otra cosa que cantar las bondades de su jefe, sustituyendo la tarea de gobernar por la palabra mágica de "reelección". Vergüenza sobre todo por el propio presidente Uribe, que ponía cara de serio y ha resultado ser el menos serio, el más tornadizo y voluble, el más frívolo de la larga lista de presidentes frívolos que hemos tenido en Colombia. Con tal de ser dos veces presidente -o más: tal vez presidente vitalicio; "no estoy buscando ser ex presidente", ha advertido él mismo-, Uribe está dispuesto a hacer todo lo contrario de lo que anunció que haría. (Aunque ¿lo que anunció cuándo? Pues Uribe, como una veleta, cambia de prioridades cada ocho días). Hace unos días Fabio Echeverri, el más vehemente de los asesores presidenciales, defendió una vez más en El Espectador la reelección de su jefe. A la pregunta de si, en vista de los fracasos históricos de la reelección en Colombia, no temía que si Uribe fuera reelegido terminara "desgastado y quemado", Echeverri respondió así: -Eso es lo que creen los que quieren macartizar la tesis. Pero a Clinton, Roosevelt, Churchill, Aznar y Felipe González les fue muy bien. Entonces, ¿por qué hay que buscar casos como el de Fujimori? A Uribe hay que compararlo con personas exitosas y no con fracasados. Lo malo para la tesis es que eso no es así. Empecemos por Churchill, el nombre más sonoro de la lista de Echeverri: el hombre que, gracias a su terquedad y a su capacidad para galvanizar el patriotismo de la nación británica, salvó al mundo de una victoria del nazismo. Churchill no sólo no fue reelegido, sino que ni siquiera fue elegido. Fue nombrado primer ministro en sustitución de Chamberlain por consejo de éste, y acogido por una amplia coalición parlamentaria. Y cuando cinco años más tarde, terminada la guerra con la derrota de Alemania, se presentó, ahí sí, a las elecciones, perdió de modo contundente. Sólo pasados otros cinco años más llegó Churchill al poder por elección popular, a través de las urnas. Y su gobierno fue un fracaso. Los casos de los españoles Felipe González y José María Aznar tampoco tienen nada qué ver con el del presidente Uribe. En primer lugar porque lo que hay en España no es un régimen presidencial de elección directa, sino uno parlamentario (como en Gran Bretaña) en el que el gobierno recae sobre el partido más votado o el que consiga armar una coalición más amplia. Así, el partido de González fue minoritariamente vencedor en 1982 y gobernó en coalición con otros durante sus primeros cuatro años, que fueron su mejor período. La cosa decayó notablemente en el segundo. Y en el tercero, pese a que obtuvo mayoría absoluta, se hundieron tanto el partido socialista como el propio González, que salió en medio de escándalos y con el rabo entre las piernas. A Aznar, a continuación, le sucedió lo mismo. Cumplió un primer período de mayoría relativa y coaliciones con buenos resultados, y un segundo de mayoría absoluta e ineptitud e impopularidad crecientes que culminó hace un mes con la derrota electoral del candidato de su partido. En cuanto a Clinton y Roosevelt, Echeverri tiene tal vez razón al señalar que "les fue muy bien". A Roosevelt le fue tan bien que consiguió ganar nada menos que cuatro elecciones consecutivas, y murió en la presidencia, cuando iniciaba su cuarto período. Y Clinton, por su parte, ha sido probablemente el mejor presidente norteamericano de la posguerra, en sus dos etapas. Pero hay que recordarle al asesor de Uribe un detalle fundamental: que la reelección presidencial ha existido ininterrumpidamente en los Estados Unidos desde que se redactó su Constitución, hace 200 años. No es un truco que se sacaran de la manga a mitad de su gobierno ni Roosevelt ni Clinton para perpetuarse ellos mismos en el poder. Lo cual, en cambio, sí es el caso de Fujimori, o de Menem, con los resultados catastróficos que a ambos les conocimos. Fujimori está asilado en el Japón, y si regresa al Perú corre el riesgo de que lo metan preso. Menem lo está en Chile, con las mismas perspectivas si vuelve a la Argentina. ¿Es eso lo que quiere Fabio Echeverri para su jefe al defender su proyecto de reelección sobre medidas? Por otra parte, la pregunta que se le hizo no se refería a países extranjeros, sino al hecho de que "la reelección en Colombia históricamente ha fracasado". Y eso es así. Los únicos presidentes que han intentado reformar la Constitución en el último siglo para duplicar sus períodos, como hace ahora Uribe, han sido dos: el general Rafael Reyes en 1909 y el general Rojas Pinilla en 1957. En ese entonces no había en Colombia encuestas. Pero no cabe duda de que esos dos han sido, cuando iban mediados sus períodos respectivos, los gobernantes más populares del siglo XX en este país. Como Uribe ahora. Bastó con que lanzaran sus respectivos proyectos de reelección para que tuvieran que huir al exilio. Reyes en Barco a Francia. Rojas en avión a España. ¿En dónde piensa Echeverri buscarle asilo al ex presidente Uribe?