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¿Recogerá Duque el guante lanzado desde el sur?

Su voz expresa una decisión mayoritariamente definida en la región. “No a la aspersión aérea. Sí a la sustitución voluntaria”.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
19 de agosto de 2019

Camilo Romero, el joven y dinámico gobernador de Nariño ha declarado la guerra a Iván Duque, el inquilino de la Casa de Nariño hasta el 2022. 

Ha dicho el gobernador de manera pública:

…si el Gobierno Nacional lo que quiere para un departamento como Nariño es glifosato, tendrá la resistencia plena del pueblo

Ver: https://bit.ly/2TCrXPW 

Un año atrás, en agosto de 2018, el representante de la oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito, Bo Mathiasen, expresó su preocupación no solo por el volumen de coca cultivada en Colombia. -171.000 hectáreas cifra historica- sino, porque el departamento de Nariño reportó la siembra de 45.735 hectáreas. 

Su preocupación era explicable porque solo en Tumaco -con el mayor número de hectáreas cultivadas en todo el país- tenía la misma cantidad de coca que toda la sembrada en el territorio de Bolivia para esa fecha. 

Hoy un año después, y gracias a la estrategia de sustitución voluntaria, ese municipio del Pacífico nariñense cedió su deshonroso primer lugar a Tibú, en la región del Catatumbo en Norte de Santander al otro extremo del país. 

De allí que lo dicho por el gobernador Romero tenga el respaldo de sus conciudadanos y de la mayoría de movimientos políticos, sociales y ciudadanos.  

Como siempre todo tiene una historia. Entre los años 2008 y 2011, cuando Antonio Navarro fue gobernador de ese departamento, se adelantó exitosamente el programa “Sí se puede” en los municipios de Leiva y El Rosario. Este programa sería piloto demostrativo para construir una política de sustitución voluntaria incluyendo a las comunidades, sus organizaciones y autoridades locales. 

Por ello la decisión del gobierno central de asperjar con glifosato, desconociendo la historia previa, es una medida de fuerza que tiene asegurado el rechazo no solo del gobernador, sino de las comunidades y de las autoridades locales en Nariño. 

Así las cosas, lo afirmado por el gobernador Romero expresa una voz que va más allá de su propio gobierno. 

Su voz expresa una decisión mayoritariamente definida en la región. “No a la aspersión aérea. Sí a la sustitución voluntaria”. 

Un enfrentamiento institucional del departamento de Nariño con el gobierno central, respaldando la desobediencia por parte de las comunidades a una política estratégica para el gobierno nacional es nada más y nada menos que una guerra.  

Una, que será jurídica y disciplinaria en el primer momento pero que traerá muertos. 

La aspersión aérea es la repetición de una historia de ineficacia y torpezas ya conocidas que suma al asesinato de campesinos rabia contra el gobierno y contra la institucionalidad.

Eso lo conocen y deben evaluar tanto el gobierno nacional como el departamental porque los muertos y la debilidad institucional resultantes, serán responsabilidad de quienes gobiernen, a menos que eljan el camino de construir acuerdos y usar la concertación como herramienta.

 Si en contrario, lo dicho por el gobernador de Nariño es asumido en positivo, se puede dar pie a una manera concertada de gobernar en Colombia involucrando todos los intereses. 

Si el gobierno nacional y sus asesores caen en la descalificación simplista y cargada de odio que se ve en las redes sociales y se asume que los opositores de la aspersión aérea son “guerrilleros petristas, defensores del narco”, Colombia vivirá un crecimiento de las violencias mientras la estabilidad territorial continuará siendo una quimera luego de 200 años.  

Adenda: Lo leído y escuchado sobre Luis Carlos Galán en el merecido homenaje a su vida, duele al confrontarlo con lo hecho por quienes dijeron recoger sus banderas. Sus herederos han actuado en contrario de lo afirmado por el líder asesinado. Es triste pero la traición es moneda de cambio que abunda en este país.

@alvarojimenez

ajimillan@gmail.com

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