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REFLEXIONES DE NO ECONOMISTAS PARA ECONOMISTAS

Sentí perplejidad y desaliento al leer el diagnóstico social y económico del último número de la revista de Fedesarrollo.

Semana
12 de diciembre de 1994

A VECES LEO CON DETENIMIENTO, PERO siempre con el temible respeto que inspira la ignorancia, opiniones de ilustres economistas sobre lo que está sucediendo en el país.

Durante los cuatro felices años neoliberales del presidente Gaviria muchos pensamos que la puerta para estrechar la brecha entre pobres y ricos en Colombia había quedado abierta. Yo todavía confío en que así sea. Pero debo confesar que sentí perplejidad al leer el terrible diagnóstico económico y social que contiene el último editorial de la revista de Fedesarrollo (#11), seguramente escrito por el inteligentísimo Eduardo Lora, sobre el país que dejó Gaviria, el que recibe el presidente Samper y las dudas que despierta su recién puesta en marcha Red de Solidaridad.

A juzgar por el diagnóstico de Fedesarrollo, y dicho con timidez de no economista, Gaviria nos montó una política económica y social que aparentemente no sólo no disminuyó, sino que aumentó la pobreza, que amplió la brecha entre los ingresos rurales y urbanos, que deterioró las condiciones sociales en el campo, y que no logró ampliar la cobertura ni la calidad de la educación.

Mi perplejidad ante el tema económico me lleva a hacerme ciertas preguntas, que desde luego no parten propiamente de Napoleón III, que creía que a punta de banquetes se creaba empleo para los cocineros, las costureras y los músicos.

Pero sí quisiera preguntarles a los expertos, a los que saben, a los que estudian y escriben, qué pasó con la tesis del "Trickle down effect", según la cual la riqueza acababa "escurriéndoles" a los pobres. Que los ricos arrastran a los pobres no demostró ser cierto con ninguno de nuestros héroes políticos de hace una década: ni en la Gran Bretaña thatcheriana, ni en Estados Unidos reaganista, y tal parece que tampoco en la Colombia gavirista. La tendencia al crecimiento inequitativo en la Gran Bretaña es especialmente impactante a partir de 1980. Los pobres durante el gobierno de Reagan, antes del Alzheimer, crecieron en un 50 por ciento. Y si las cifras que cita Fedesarrollo son ciertas, el gobierno Gaviria le deja al de Samper la nada despreciable suma de 12 millones de colombianos en estado de postradora pobreza, lo que demuestra que el famoso revolcón muy posiblemente cobijó a los ricos pero a los que realmente revolcó fue a los pobres. Y esta conclusión sí que resulta grave si se tiene en cuenta que un crecimiento de 5.8 por ciento para un país como Colombia, logrado durante el gobierno Gaviria, es bastante satisfactorio, por lo que resulta contradictorio con la pobreza que dejó a su alrededor.

Esto significa, entonces, que el problema no es de Gaviria, sino del planeta. Durante 40 años, recuerda un reciente número de The Economist, después de la crisis de 1930 la brecha entre pobres y ricos en Estados Unidos se acortó. Pero desde finales de los 60 ha venido ampliándose, y es la más grande desde la creación del moderno Estado benefactor. Y para no saltarnos a los países ex comunistas, allí las gastadas demandas en busca de una sociedad más justa ahora vienen acompañadas por modernas demandas de una sociedad más rica.

Sin mirar más al pasado, y pensando más bien en la apertura "con énfasis en lo social" que preconiza el presidente Samper, y de la cual ya ha comenzado a dar sus primeros toques a través de la Red de Solidaridad (que tiene nombre de tarjecrédito pero no lo es), Fedesarrollo advierte que allí podría estarse cometiendo un grave error en este gobierno. Por general, en el mundo entero las medidas para atacar la pobreza han fallado en su intento de enfrentar el problema, que exactamente consiste en la brecha existente entre ricos y pobres. Y aunque desde luego se ve, en las políticas samperistas, un claro esfuerzo por aliviar en el menor plazo posible las urgencias de la extrema pobreza, no se vislumbra una verdadera política social que tenga por objeto la disminución de la pobreza. Lo que se ve más bien es un tejemaneje de prácticas asistenciales que no pueden ser, asegura el editorial, "eje central de la política social", porque terminarían atacando solamente las manifestaciones de la pobreza, y no la pobreza misma.

Me perdonarán los economistas, pero hay varias preguntas que yo tengo que hacerles, en medio de mi perplejidad. ¿Entonces era cierto eso de que la apertura Gaviria tenía cuerpo pero no tenía corazón? ¿Y ahora nos va a salir Samper con que su propia versión de la apertura es al revés, o sea que sí tiene corazón pero terminará careciendo de cuerpo? ¿Dónde están los grandes pensadores económicos? ¿Qué se hicieron las ideologías? ¿Quién, o qué, está gobernado al mundo? ¿Es la inequidad un mal endémico de la humanidad? ¿Será que, a diferencia de Colombia, donde sobran pobres, a Fidel Castro le falló la cosa porque le faltaron ricos? ¿Estaremos regresando a la tesis izquierdista de que la función primordial del Estado es interferir para corregir las injusticias de la ley de mercado, así sea a costa de infringir el equilibrio ideal que debe tener una sociedad entre la libertad y la equidad? ¿O será que estamos más bien regresando a la teoría derechista de que la función primordial de un Estado es hacer todo lo que esté en sus manos para proveer de oportunidades a los pobres, como mecanismo para reducir la equidad?

Y una última pregunta para los economistas, pero esta sí es para que me la contesten: ¿Dios existe?

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