Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Decisiones

De tanto odio, fanatismo, corrupción, cinismo y tantas cosas tan absurdas que pasan por aquí, se oye mucho decir que el país está a punto de explotar, que vivimos como en una olla a presión. Razón quizá tengan.

Alonso Sánchez Baute, Alonso Sánchez Baute
18 de diciembre de 2018

En medio de tanto caos hay avances que Colombia debe reconocer, sobre todo en lo que tiene que ver con la protesta social y la lucha por los derechos ciudadanos, tal cual acaba de suceder con las marchas estudiantiles.

El Gobierno llegó a un acuerdo, pero luego de un largo tire y afloje que perdió por la presión no solo del estudiantado, y no solo tampoco de los estudiantes de las universidades públicas porque a ellos se les sumaron muchos de las privadas, sino también de la sociedad en general que hizo eco al llamado urgente a que el Gobierno adquiriera un mayor compromiso con la educación. El triunfo de los estudiantes hace historia porque trazó una línea con su mensaje implícito de que “luchar sí sirve”.

Como dijo María Jimena Duzán, el país que Uribe encontró es muy diferente al que dejó hace ocho años. Así se nieguen a verlo sus copartidarios, Uribe ya no está en sintonía con el pueblo colombiano como lo estuvo en el pasado. Tal cual a todos nos ocurre, él también está envejeciendo, lo que significa no solo que se cansa más sino que la brecha es cada vez mayor con la nueva generación.

Hace mucho tiempo dejamos de ser un país rural. El ingreso a las urbes de quienes salieron del campo trajo consigo una mayor clase media y una juventud que no solo cada vez se educa más sino también que se educa mejor de lo que fuimos educados quienes superamos hoy los cincuenta años. Entre otras razones porque no hay nada más democrático que internet: cualquier persona en cualquier lugar del mundo puede disponer al mismo tiempo de igual información.

Los ocho millones de votos que no se sumaron a Duque y la caída en picada de su popularidad dejan claro también que el Gobierno no la tendrá tan fácil como la tuvo Uribe en su momento. El Gobierno ya no tiene tanto control de la información y por eso comienza a censurar. Los medios editorializan al viento, pues solo les comen cuento los mayores, los que crecieron en el viejo país.

Los jóvenes obedecen a reglas modernas como las redes y las aplicaciones, que movilizan mucho más que las marchas y están surtiendo mayor efecto. Basta ver la oposición que se hizo a la Ley de Financiamiento, donde se logró el cambio de un articulado; el boicot a empresas relacionadas con la corrupción o la actual oposición a la ley de “modernización” de las TIC.

La juventud va a otro ritmo y por eso el Gobierno no tiene brújula. Duque, que es joven, no se oye a sí mismo, a lo que le dictan su conciencia y su corazón. Y nadie puede darle contentillo a todo el mundo todo el tiempo. O asume del todo el mando o lo cede por completo a Uribe y al Centro Democráticos, cuyos congresistas no lo dejan gobernar cizañando para que cambie a los ministros, o sea, pidiéndole más y más puestos a solo tres meses de gobierno, lo que deja la idea de que Duque tiene más enemigos dentro de su propio partido que fuera.

@sanchezbaute




Noticias Destacadas