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COPA LIBERTADORES

Santa Fe y Tolima: un viaje sin mapas

En el juego del grupo 6 de la Copa Libertadores, Santa Fe empató de local 1-1 con el Deportes Tolima.

Carlos Castelblanco
22 de febrero de 2013

Fue un auténtico partido de Copa. En la primera página del manual que dicta:cómo se juegan los partidos de fútbol de la Copa Libertadores, está estipulado que los jugadores saltan a la cancha para dejar allí, dentro de ese dibujo rectangular, hasta la última gota de sudor. Y eso fue lo que hicieron anoche, en el estadio El Campín de Bogotá, Tolima y Santa Fe.

Hay una idea romántica de que un héroe pasa por toda clase de pruebas y dificultades, pero al final tiene necesariamente éxito. Sí y no. 

Lo que pasó anoche en Copa sí fue un éxito, porque en el enfrentamiento entre Independiente Santa Fé y Deportes Tolima, de repente,  desapareció la frontera que separa el éxito del fracaso; anoche ganamos los hinchas, los equipos, los televidentes y sobre todo, ganó el fútbol de Copa. El fútbol recio y disputado triunfó; esta noche venció la forma más natural e instintiva de jugar, la que es menos calculada:el estilo suramericano.

Pero sobre la jornada, también podríamos decir que no fue un éxito porque ninguno de los dos equipos consiguió el triunfo. El partido terminó empatado a un gol.

La primera anotación llegó apenas a los cuatro minutos. Desde el borde del área Andrés Andrade, jugador muy habilidoso, enganchó al defensa y empujó hacia la portería el balón con languidez, como si hubiera hecho una apuesta para saber cuántos  miles de hinchas de Santa Fé,a resoplidos, alcanzaban para desviar esa pelota que finalmente entró,  mansamente, a la esquina inferior derecha del arco sur del Campín. Gol de Tolima.

El segundo gol, diez minutos después, fue el reverso del primero. Su opuesto. A unos 25 metros del arco de Silva, salió, de un tiro libre cobrado por el volante de Santa Fe Jhon Valencia, un misil tierra-tierra rabioso, potente. Y así, con el empate, continuó el primer tiempo.En el segundo tiempo hubo más opciones de gol para Santa Fe, pero Tolima se defendió bien y en un par de llegadas inquietó al portero Vargas.

Cuando el árbitro Adrián Vélez terminó el partido, podemos saber con exactitud cuál fue el porcentaje de posesión del balón, o podemos saber cuántos metros corrió cada jugador, cuántos pases buenos y malos hizo o cuántas faltas cometió cada equipo, al final podemos hablar de cifras. 

Pero ¿cómo vamos a medir la entrega de Arias o de Belalcázar, la suspicacia de Medina para desmarcarse, la elegancia para jugar del peruano Merino, la inteligencia de Pérez para lanzar pases? Este conjunto de cosas no las podemos medir ni determinar con exactitud, pero son una realidad que emociona, están ahí y hay que disfrutarlas. Como un viaje sin mapas.

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