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Santos en calzoncillos

“Pídaselos a Carrillo, por algo es ministro del Interior”.

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
4 de mayo de 2013

(La unidad investigativa de esta columna –que, no es por nada, pero atraviesa uno de sus mejores momentos– obtuvo la grabación del vecino de la casa de interés social en que el presidente Santos pernoctó en Valledupar.)

–¿Dónde diablos se apaga la luz?
–Ahí, presidente; es que el switch quedó invertido.
–Ya, ahora sí: buenas noches, ministro; que descanse…
–Buenas noches, presidente, que duerma bien.
–…
–…

–¿Ministro? ¿Está despierto?
–Sí, señor presidente.
–Es que no me puedo dormir.
–¿Qué lo desvela, presidente? ¿La reelección?
–No, ministro. El calor. Qué calor del demonio hace acá adentro.
–Y eso que usted está en baby doll, presidente. Y que le asignaron una cama entera para usted solo.
–¿A usted no?
–No, yo acá tengo a Angelino. Nos acomodamos con los pies al lado de la cara del otro, para caber mejor.
–Así dormía yo con mis primos cuando niño.
–¿Con Pachito?
–Sí. Y era terrible, porque Pachito es incontinente desde chiquito. Y se volteaba mucho. 
–Como hoy… 

–¿Ministro, acá hay baño?
–Sí, presidente, pero está ocupado: Rengifo se metió hace como media hora y no ha salido. 
–Como sea, linda esta maqueta, ministro, lo felicito. Van a quedar divinas esas casas. 
–En realidad esta ya es la casa, presidente. La casa como tal.
–¿Así son las casas que entregamos? ¿Las que regalamos mientras ponemos  las manos  como simbolizando el techo?
–Sí, presidente, y de eso le quería hablar: ¿no podemos cambiar de símbolo? La gente va a creer que la mía tiene goteras…

–¿Y usted cree que con estas casas sí subimos en las encuestas? 
–¡Ojalá, presidente! Ahora me la paso disfrazado de asesor de Home Center, con casco y chaleco. Cuando hago mercado la gente me pregunta en qué sección queda la ferretería.
–¿Por qué tendré tan mala imagen, ministro? ¿Es el gagueo? 
–No, presidente, la política es de imágenes: por eso fue un cabezazo de Miguel Silva ponerlo a dormir en esta casita: lo hace ver como un tipo sencillo, del pueblo… La foto que le tomen acá seguro mejorará su imagen, no se afane.
–¿Aunque tartamudee?
–Claro. Eso sí: procure no lanzarse de narices ante la próxima paca de marihuana que vea, y menos si hay fotógrafos: digo, para que nadie comente que usted habla trabado (ver foto).
–…
–… 

–¿Se durmió?
–No, presidente.
–¿Entonces vamos a regalar 100.000 casas como estas?
–Sí, presidente: conmigo los índices de construcción crecieron como nunca.
–Y hace bien, ministro, porque son los únicos índices que usted  puede mostrar. 
–No empiece con eso, presidente.
–Con usted nadie podrá acusar al gobierno de entregar las casas a dedo.
–Presidente, no es grato cuando hace chistes sobre mis dedos.
–Perdóneme, yo sé. Pero es que usted no da puntada sin dedal.
–Presidente, por favor…
 –Jáleme este dedo.
–Presidente, ese chiste es muy infantil.
–Jálelo.
–¡Parece que Rengifo salió, corra!...  Tarde: se metió Cárdenas.
–¿Cárdenas vino?
–Sí: se acomodó debajo de la ministra de Justicia.
–¿Y dónde está Ruth Stella?
–No sabe. Ella no sabe dónde está parada, mejor dicho. 
–¿Y por qué vinieron todos ellos? 
–Es que como el baño viene sin gabinete, traje el suyo.
–… 
–…

–Ministro: ¿quién diseñó las casas?
–Yo presidente; me inspiré en Gabriel Silva: por eso tienen columnas de ladrillos. O ladrillos de columnas, mejor dicho. 
–¿Y no podían ser más grandes?
–Al revés: me habría gustado hacerlas como mi abuelo, es decir, de una sola pieza.
–¿Y la gente no se hacina?
–En absoluto. 
–¿Este tobillo que estoy tocando es suyo?
–Creo que es de la ministra de Transporte, que está en el piso.
–¿También vino?
–Sí, está debajo de Ángela María, a un metro de Juan Mesa, que es el que se oye roncar.
–¿Mesa está acá?
–Sí, en el comedor: era la única mesa que cabía. 
–¿Y nada que sale Cárdenas?
–No, presidente.

 –¡Tengo calor! ¡No quepo en la cama! ¡Necesito ir al baño!
–Presidente, no se desespere que ya va a amanecer. 
–Ya no me voy a chequear la próstata en un hospital público, como pensaba hacer para demostrar nuestros avances en salud.
–Tranquilícese. Trate de dormir. Cuente ovejas.
–¡Quién va a poder dormir! ¡Me aso! ¡Qué claustrofobia! ¡!Qué desespero! 
–Presidente, salió Cárdenas, ¡corra! Tarde: se metió Angelino.
–¿Y acaso no estaba en su cama?
–Sí, pero se metió. Es que es muy metido.
–¡No he debido venir, no he debido venir!
–Cálmese presidente, ya está clareando.
–Y no dormí nada. Y no pude entrar al baño:  haré en el balde amarillo que está afuera, no me importa. ¿Dónde está el periódico?
–No, presidente, de golpe hay paparazis: no salga con ese conjunto. Al menos póngase calzoncillos. Pídaselos a Carrillo: por algo es ministro del Interior. 
–¿Carrillo vino?
–Sí, está acurrucado sobre la cocineta.
–Está bien. Ya vengo. Me hice.
–¡Cuidado presidente! Tarde, le tomaron la foto… Yo se lo advertí.

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