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Se busca candidato para el Puro Centro Democrático

Busco con desespero la mona que me falta. La del director de Aerocivil de la época.

Daniel Samper Ospina
18 de agosto de 2012

La gente se escandalizó cuando supo que en Medellín circula un álbum de láminas sobre Pablo Escobar, pero yo no soy moralista y reconozco ante todos ustedes que me puse a hacerlo. Sólo me falta la mona de José Obdulio con un huevo reventado en la frente para llenarlo. Si a alguien le sobra, se la cambio por otra mona que era muy popular en esa época: Virginia Vallejo.

Me animé a hacer el álbum de Escobar porque me pareció una buena terapia de distracción para mitigar mi adicción a Protagonistas de Nuestra Tele. Aún me parece injusto que el rating no haya favorecido a la serie del primo de Jorge Tulio, cuya filmación es un esfuerzo histórico: cientos de extras, de carros con placas de los años ochenta, de policías vestidos con uniformes de la época. Qué producción, dios mío. No es justo que la gente se haya aburrido de que aparezcan Galán y Lara expresándose con frases tipo "La patria está en peligro: ¿es este el país que dejaremos a nuestros nietos?",  y se haya volcado en bloque al otro canal: ¿de modo que no se necesitaba recrear una década, filmar en exteriores, fichar grandes actores? ¿Con encerrar en una casa a Edwin, Óscar y Manuela era suficiente para adueñarse de la sintonía?

Llenar el álbum era una manera de olvidarme de Protagonistas, sí, y también de sobrellevar las decepciones que me produce el Gobierno. No voy a engañar a nadie: me desencanté del presidente Santos desde que, para repuntar en las encuestas, remeda a Uribe sin vergüenza alguna: ahora monta a caballo, regaña ministros en público, le entrega la rama judicial a la ultraderecha. Sólo le falta revisar los orinales del aeropuerto del Vichada. Pero así son los políticos. Si sucediera al revés, y Santos fuera el popular, Uribe se pondría pantalones color amarillo pollito; se haría picar los párpados por una abeja; se echaría laca; viajaría a Anapoima y nombraría a todos sus amigos de Mesa de Yeguas en el servicio exterior. Y pondría de ministro de Defensa a un tipo campechano y burdo que lo pueda traicionar. Es decir, a Santos disfrazado de Uribe.

Me ha decepcionado el Gobierno, es cierto, aunque rescato su política ambiental. Es verdad que habilitó una extensa zona en el Amazonas para que la arrase la locomotora de la minería: la patria está en peligro, ese es el país que le dejaremos a nuestros nietos. Pero hay muchos ministros que no se mueven; que se van por las ramas; que están verdes; ministros, en otras palabras, que son unos troncos. Es un gabinete biodegradable. Y eso es compromiso con la ecología.

Como soy de los que prefieren el original a la copia, si Santos imita a Uribe, prefiero apoyar directamente al molde, al que monta mejor a caballo, al que de verdad usa los orinales del Vichada. Y en adelante me permito militar en el Puro Centro Democrático y apoyar a un candidato que ostente un grado de pureza del 100% para representar a Uribe.

Esta semana sonó el rumor de que podía ser Óscar Naranjo, pero seamos francos: ¿alguien cree que de verdad pueden sacarlo de la Casa Estudio? ¿No se dan cuenta de que si lo sacan el rating cae?

En lugar de lanzar nombres, sugiero definir un perfil y después conseguir un candidato que encaje en él, así sea a la fuerza, tal y como lo hizo el Fiscal 38 con Sigifredo López.

Yo sé que habrá candidatos que procurarán incluir en el perfil características propias: tener un hijo que juegue a ser congresista, como el de Óscar Iván Zuluaga, un niño que en lugar de pedirle autógrafo al Pibe Valderrama, se lo pedía a Emilio Otero. En el colegio se inventó el ejercicio Congreso Joven, una jornada lúdica en la que los niños jugaban a ser senadores. Fue la única vez en que el caco del curso sacó la mejor nota.

Otros tratarán de que dentro del perfil sea obligatorio peluquearse con una totuma y dirigir un programa radial, como Pachito, a quien quiero y admiro pese a que cuando la prensa informaba que Pacho Chino estaba haciendo daños en el Cauca pensaba que se referían a él. Juré que así le decían en el uribismo cuando le ponían a hacer mandados: "Pacho, chino: entreviste al jefe; Pacho, chino: vaya y esconda esta declaración de renta de los muchachos".

Pero nada de eso debe confundirnos. Para enarbolar nuestra bandera, el candidato debe cumplir con los siguientes requisitos: tener visa vigente a Panamá; saber el paradero secreto de Ernesto Yamhure; ser ganadero; tener el video del homenaje al general Rito Alejo; poder comunicarse telepáticamente con Luis Carlos Restrepo; decir la palabra 'derrochón'; haber negado al menos a un sobrino extraditado; tener recortadas una columna de Rafael Nieto o dos de Plinio; tener tiempo de sobra para bombardear a Venezuela; estar dispuesto a cambiar la constitución para gobernarnos 'for ever'. Y salir en el álbum de Escobar o al menos haberlo llenado.

Como es posible que termine aspirando, busco con desespero la mona que me falta. La cambio por la del director de la Aerocivil de la época, que sale hasta en la sopa. O por una del helicóptero del papá de Uribe parqueado en Tranquilandia, con la que llené mi primera página. Si no la consigo, asistiré a los próximos encuentros del Puro Centro Democrático con una cámara fotográfica en una mano. Y un huevo en la otra.