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Siete tácticas de amor y una estrategia desesperada

La pugna entre Claudia López y Gustavo Petro por la alcaldía de Bogotá reactivó a los fanáticos de ambos lados. El oficialismo encajó un durísimo puñetazo, pero aún tiene garras y colmillos.

Yezid Arteta
6 de noviembre de 2019

Chile. Millones de chilenos luchando, cantando y recordando al poeta. La generosa política social de Salvador Allende. El baile de los que sobran de Los Prisioneros entonada por cientos de miles. La épica hecha poesía por cuenta de Pablo Neruda. Chile se sublevaba. Colombia votaba. Unas veces la cita es en las calles y otras en las urnas. Calles y urnas. Complementaria y eficaz combinación. ¿Qué tal, Viejo Topo, si echamos una mirada a los resultados electorales del 27-O en Colombia? ¡Hágale!

 Primera táctica de amor. El triunfo de Claudia López es incuestionable. Punto. Bogotá puede convertirse en los próximos años en una ciudad inhóspita como está ocurriendo con Nueva Delhi o transformase en una tolerable metrópoli latinoamericana. Bogotá necesita de una gran coalición para resolver en un mínimo de doce años cuatro asuntos: movilidad, brecha social, medio ambiente y seguridad ciudadana. Un sólo plan estratégico para la capital sin importar de dónde vienes y por quién votaste. La pureza en la política es mera teoría. Los estadistas murieron con el siglo veinte. Lo que tenemos hoy son políticos cortoplacistas, empeñados en ganar elecciones. Buenos y malos administradores de la cosa pública. A la ciudadanía bogotana le importa un comino quien haga las cosas, con tal de que las haga con eficacia y trasparencia.

 Segunda táctica de amor. A la hora de votar lo que importa es el estado de ánimo de la gente, la cara del candidato y cómo dice las cosas. El jaleo de los indígenas ecuatorianos y la pasión de los jóvenes chilenos fueron vistas en tiempo real por los colombianos. Es la ventaja de estar on line. Las imágenes entusiasmaban. Gente luchando por fuera de los partidos. Desoyendo a los políticos. Estos sucesos pudieron influir en muchos votantes colombianos residentes en las áreas metropolitanas y favorecer a outsiders como los de Medellín, Cartagena y Cúcuta. Candidatos que hicieron sus campañas sin altanerías. Las manos limpias fueron su único capital. Valioso capital en un país atestado de políticos rateros. Tienen un problema estos outsiders: carecen de bancada en los concejos. Les van a joder la vida. Lo hicieron con Petro en Bogotá.

 Tercera táctica de amor. Lo étnico, lo indio y lo negro ganan terreno per se. Por dos siglos las oligarquías colombianas ningunearon a los indios y los negros. “El Indio” o “El Negro” le decían a Jorge Eliécer Gaitán para ningunearlo y luego matarlo. Los alcaldes negros o indios al servicio de los politiqueros blancos son una vergüenza. La elección de Victor Hugo Vidal como alcalde de Buenaventura y Mercedes Tunubalá como alcaldesa de Silvia son las nuevas señales. Las comunidades indígenas y afrodescendientes eligen entre los suyos a sus voceros. No está bien visto que las oenegés tomen la palabra por ellos. Párenla.

 Cuarta táctica de amor. Guillermo Enrique Torres Cueter, más conocido como “Julián Conrado” es un juglar. Un compositor que le hizo la vida más llevadera a la guerrilla. Un músico, como escribió Sánchez Baute en su libro Leandro, que simboliza el descontento de las clases menos favorecidas. La mayoría de políticos traen desgracias. Los músicos traen alegría. Eso lo sabe el pueblo. Los  turbaqueros eligieron al juglar con la esperanza de que haga algo por la política. Como pasa en estos casos todo el mundo quiere reivindicar su triunfo cuando en realidad es un laurel conseguido por él con la ayuda de su pueblo. Nadie más. Llegarán los lagartos a Turbaco a comer fritos y ver que pescan. Apóyate, Guillo, en la Universidad de Cartagena. Abre concursos de méritos. Hermana a Turbaco con ciudades del mundo para conseguir recursos y desarrollar proyectos limpios. Confía en los jóvenes y las mujeres trabajadoras. Cuídate de los marrulleros y de los revolucionarios de pacotilla. 

   Quinta táctica de amor. La gente está votando. El abstencionismo se va estrechando.  El voto en blanco es una realidad. La participación juvenil, el feminismo emancipador y los desafíos medioambientales están motorizando la política mundial. En Colombia las cosas llegan con retardo, pero llegan. Esto parece no entenderlo la parte más fanática de la izquierda, la cual vive en una especie de egoísmo metafísico. No son muchos pero hacen bulla. Esta pobre gente no tiene remedio. Toca aguantarlos hasta que pierdan la memoria o la parca venga por ellos. La pugna entre Claudia López y Gustavo Petro por la alcaldía de Bogotá reactivó a los fanáticos de ambos lados. Espero, Viejo Topo, que sólo sean arrebatos momentáneos. El oficialismo encajó un durísimo puñetazo, pero aún tiene garras y colmillos. No lo olvides. 

 Sexta táctica de amor. La tercera fue la vencida. La paz de Colombia perdió los dos primeros asaltos: el plebiscito de 2016 y las presidenciales de 2018. En las locales del 27-O se impusieron las fuerzas que quieren un país reconciliado. Las ciudades que, en el plebiscito le dieron la espalda a la gente del campo, reaccionaron en esta ocasión. Al partido Farc no le fue bien pero hay que abonarle el entusiasmo que sus integrantes imprimieron a la campaña. El Partido de la Rosa está pagando los platos rotos que dejó la retórica delirante de Iván Márquez y compañía. Esa retórica fue derrotada el 27-O. En la asamblea nacional que han convocado para el próximo año pueden resetear sus métodos e ideas para no desparecer de la realidad política del país. 

 Séptima táctica de amor. El mundo está viviendo una oleada que los analistas no veían venir. Aún no se sabe si estamos ante un tiempo de ruptura como ocurrió en Mayo del 68. La política que, en el pasado era cosa de los activistas, ahora está presente las veinticuatro horas del día a través de la TV y la redes. La política dejó de ser una excepción para volverse una regla. Cuanto mayor son las injusticias mayor es la ira. La ira se torna violenta en algunos casos. Violencia lúdica. Miles de personas votan por plataformas animalistas porque confían más en sus mascotas que en los políticos. Colombia parece estar buscando un cambio. Es aún prematuro establecer qué tipo de cambio quiere la mayoría social de Colombia. Son tiempos en que todo, incluyendo a la política y los políticos, envejece muy rápido. Los políticos que no toman nota de esta velocísima realidad tienen sus días contados. Sobre este tema, Viejo Topo, volveré.

 Una estrategia desesperada. El uribismo cometió un error estratégico al oponerse a los acuerdos de paz. Ganó en lo táctico. En lo inmediato. Ganó las presidenciales. El uribismo indispuso a miembros de las fuerzas armadas contra el proceso de paz. Impidió que la paz territorial llegara a las regiones más difíciles. Instigó a los terratenientes para que obstaculizaran la redistribución de la tierra. Macartizó a los excombatientes que depusieron las armas. Hizo perder tiempo al legislativo en absurdas querellas contra la JEP. Agravió a las víctimas del conflicto. Abandonó a las familias que querían sustituir los cultivos ilícitos.  Volvió a la diplomacia camorrista. Su error estratégico lo está pagando el gobierno de Iván Duque y principalmente el país. Alimentaron indirectamente a un Frankenstein que hoy impone el terror en regiones como el Cauca. Un Frankenstein peor que el paramilitarismo. No tiene norte político. Su norte son los negocios ilícitos. Quien se opone es hombre muerto. Sin piedad. Como en México. 

 

Yezid Arteta Dávila

* Escritor y analista político

En Twitter: @Yezid_Ar_D

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