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¿Sin una pluma?

El uso del término loca para referirse a un hombre que se comporta “como una mujer”, demuestra cierto grado de misoginia.

23 de junio de 2011

El 23 de mayo del 2008, en el Museo de Artes de la Universidad Nacional, se inauguró la exposición Ulises del artista colombiano David Lozano. La muestra, que se centró en reflexiones sobre el cuerpo, la memoria, el erotismo y la violencia, contó con imágenes y esculturas de cabezas masculinas gigantes con máscaras sadomasoquistas de látex. Estas se llevaron más de un comentario en el libro de visitas ubicado en la puerta de la sala; muchos de ellos agredían al artista señalándolo de depravado por insinuar su bizarra homosexualidad, sin reparar en algunas de las piezas más interesantes que no tenían una intención erótica directa, e imponiéndole una sexualidad al autor antes de conocerlo. Al otro lado de la ciudad, en un bar gay de la avenida Primero de Mayo, un pequeño grupo de amigos bailaba en la pista cuando repentinamente luces y sonido se detuvieron para rescatarlos del anonimato: “Démosle la bienvenida a nuestros amigos del norte”, dijo el dj antes de reanudar la fiesta con ellos como caricaturescas estrellas de la noche.

 

Separadas e inconexas, como pueden parecer, estas anécdotas están unidas por hilos muy fuertes y comunes: el señalamiento y la discriminación, desde afuera y desde adentro de la “comunidad” gay. Hace falta una revisión de las tensiones en el interior de esta comunidad. El uso del término loca para referirse a un hombre que se comporta “como una mujer”, demuestra cierto grado de misoginia que dentro del mundo gay masculino se ejerce contra todo aquello que sea femenino. Sea mujer o no, todo aquel que se aproxime a lo femenino está por debajo del “macho”. Así lo demuestran categorías como gallinas (mujeres) con las mismas plumas que ponen en evidencia a “las locas”, conejos (hombres menores de edad) o pollos (hombres jóvenes), instituyendo un lenguaje de cacería que ubica a cierto tipo de hombres en un lugar de poder frente a otros y otras, construidos como inferiores incluso desde las palabras que, como en el caso de discriminaciones raciales, entre otras, se pronuncian también por quienes son discriminados y discriminadas por ellas.

 

Al mismo tiempo, esta taxonomía gay encierra diferencias de clase, en donde las cosas tampoco son color de rosa. En el circuito gay el refrán: “un homosexual con plata es un gay y uno sin plata es un marica” tiene el mismo efecto que “no hay mujer fea sino pobre” del circuito heterosexual. Así, “la loca” no solo es inferior por ser un hombre afeminado, sino que además, dependiendo de su clase social puede o no corresponder con la imagen cliché del peluquero. Por su puesto, cabe preguntar: ¿qué hay de malo con el peluquero?, ¿por qué es esta una figura de la segregación?

 

Lo LGBTI en Colombia se ha construido a partir de las mismas formas de control y segregación (conservadora, clasista, racista, patriarcal, moralista, misógina y pacata) que el resto de la sociedad, privilegiando la visibilización de los hombres gay, su lenguaje, sus acciones y sus relaciones. ¿Van más a cine o a teatro los gays por ser gays?, ¿son estos consumos típicos de los gays o lo son más de ciertas clases sociales que han tenido la educación que estos consumos requieren? Después de todo, sigue siendo un mito que las parejas gays ganan más que las “hétero”; eso se debe a que, gays o no, los hombres siguen ganando más que las mujeres.

 

En cualquier caso, no se puede dejar de tener en cuenta que, si bien la lucha por el reconocimiento de derechos para las personas LGBTI ha apuntado principalmente al reconocimiento de la discriminación por parte de la ciudadanía en general, tal lucha comenzó con los hombres gays y hoy son ellos quienes ocupan el lugar hegemónico en la cotidianidad de bares, exposiciones, calles y espacios públicos. Así las cosas, vale la pena examinar cuáles son las preguntas que los gays tienen para la sociedad patriarcal, cuál es el lugar de las industrias culturales en la equiparación de derechos y qué nuevas formas de entender las relaciones entre hombres y mujeres pueden aportar.

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