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Claudia Varela, columnista

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Síndrome del desbordado

El desbordado no escucha mucho, porque quiere ser el centro de atención.

Claudia Varela
14 de mayo de 2023

Últimamente, he hablado de síndromes como el del impostor y procusto. Estos tienen historias y ya son bien conocidos. Hoy quiero hablar del síndrome del desbordado, creación mía (y de alguien muy especial que me dio la idea y el testimonio) en la manera de presentarlo más no en la situación. Existe, lo sabemos y tal vez muchas veces pasa desapercibido porque lo tenemos normalizado totalmente en la cotidianidad de la vida corporativa o también de independiente empresario o emprendedor.

Para entrar a entenderlo mejor hablaré del caso de un amigo que tenía un jefe que lo enloquecía por su actitud. Este personaje era bueno, sí, no espectacularmente irreemplazable, pero él mismo sí creía que realmente era único, lo cual suponía ya una brecha entre la realidad y su propia percepción.

Tenía una frase fenomenal que repetía de manera sistemática cuando llegaba a todas las reuniones, llamadas, charlas, lo que fuera; siempre repetía “siento llegar tarde es que la verdad estoy desbordado”. Inmediatamente, generaba en quienes trabajaban con él y especialmente en mi amigo unas poderosas ganas de entender su desbordamiento como un río incontrolable o un tsunami sin aviso. Pero posteriormente al entendimiento había un real fastidio a tanta publicidad de su desenfreno laboral.

Aquí empieza una buena definición del síndrome del desbordado. Se trata de aquellos personajes cuya personalidad egocéntrica quieren mostrarle al mundo que su nivel de ocupación máxima y falta de tiempo inminente lo hacen un ser indispensable, exitoso y peculiarmente importante. Quizá ninguna de las tres anteriores virtudes sean una realidad, pero el desbordado cree firmemente que así es. Piensa de manera narcisista que él/ella posee las mejores decisiones y solo a través de su gran visión se pueden encontrar soluciones.

Dada esta situación, el desbordado es feliz haciendo cosas y cosas y cosas. Eso lo hace sentir más indispensable. Llegar puntual a una reunión podría hacerlo pasar por desocupado, así que es mejor entrar por la alfombra roja del éxito (según él/ella) y llegar tarde pidiendo disculpas.

El desbordado cree firmemente, además, que tiene una gran visión estratégica, pero se la pasa viendo detalles, se orienta a criticar las pequeñas cosas porque en realidad le cuesta mucho conceptualizar y ver el bosque en lugar del árbol. Es más fácil entrar a preguntar que hace una hoja en el piso y porque se cayó de una rama del árbol que pensar en cómo luce la gran selva que agrupa las ramas, troncos, hojas, flores y demás de un gran bosque.

El desbordado tiende a decir que es adicto al trabajo. Pero muchas veces he pensado que en realidad en ineficiente. Puede mandar mails, mensajes y hacer reuniones a cualquier hora y día porque como siempre se “desborda” pues nunca tiene fin. Además, recordemos que necesita que otros noten que está muy ocupado, así que siempre intentará no solo estarlo, sino que todos se den cuenta.

El desbordado puede tomar también varias reuniones al tiempo. Lo puedes ver con audífonos en una reunión presencial y/o también respondiendo mails durante una reunión virtual. Lo mejor es que cree que nadie se da cuenta, pero es obvio que sus ojos están en otra cosa aunque tenga la cámara encendida.

El desbordado no escucha mucho, porque quiere ser el centro de atención. No le gusta que le lleven la contraria y detesta que lo interrumpan. Puede usar metáforas de mal gusto e intentar tener humor negro, pero no le funciona muy bien siempre, así que genera reacciones encontradas en su audiencia.

Lo que sí está claro es que el desbordado no logra inspirar a nadie. Siente que es miel para una abeja, pero en realidad su actitud es tan fastidiosa que le hacen caso por obligación. Sus seguidores necesitan de él/ella porque tiene normalmente jerarquía, pero nivel de inspiración menos cuatrocientos.

Así que si conoces a un personaje que tenga este síndrome de desborde, por favor, dile lo que piensas (con cariño) y si tú eres el que va llevándose al mundo por delante pensando en que tu desborde es positivo, pues haz conciencia y que tu forma de arroyar no se vuelva un remolino de egocentrismo, por favor.

“El mejor líder es aquel que nadie sabe que es el líder”, Lao Tsé.

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