Llamarse antisistema es, sencillamente, estar en contra de un sistema. Un sistema de cosas. Cada país, de acuerdo con sus circunstancias, despierta en sus entrañas fuerzas antisistema. En Colombia el sistema está representado por unos profesionales de la política que han secuestrado a las instituciones del Estado y saqueado las arcas públicas.
El sistema fue creado en 1958 (Frente Nacional) por déspotas liberales y conservadores, luego de propiciar una matazón de naturaleza sectaria que cobró la vida a miles de colombianas y colombianos. Desde entonces el sistema, a modo de ciertos reptiles, ha encontrado en la mutación, el mimetismo y el reciclaje la manera de aprovecharse de la cosa pública. El sistema vive de las rentas del Estado y la contratación pública. A veces, en el sistema, se cuelan homicidas y gánsteres que acaban en prisión junto a criminales de cuello blanco que, como se puede ver en la perturbadora serie Mindhunter, ejecutan sus fechorías a la manera de los psicópatas.
El habitual abstencionismo en el país es la revelación más rotunda de millones de compatriotas que, de abajo a arriba, integran esa caprichosa amalgama antisistémica que tal vez quiera plantar cara a unos operadores políticos que, por ninguna razón, les dejarías las llaves de tu casa. Contrario a lo que se piensa, al abstencionismo es una evidente posición política de esa mayoría que no cree una sola palabra que venga desde las posiciones del sistema. No votamos, piensan Mafe y Beto, por un sistema que nada bueno nos ha traído, y no seremos nosotros los que elijamos a un estafador político que es más pillo que el carterista que creció en nuestro barrio.
Los votos del sistema están contados. Llueva o truene salen a votar para reclamar su paga o no perder el empleo. En esas aguas podridas, las candidaturas antisistema no tienen nada que hacer. Para debilitar al sistema -es muy prematuro para emplear el verbo derrotar- las candidaturas antisistema no tienen más camino que el de ir por el corazón de los abstencionistas. La contra del sistema es el votante antisistema, aquel que lleva años enojado y no encuentra la manera de expresar su enojo. Fertilizar el enojo. Un verbo (fertilizar), un artículo (el), un adjetivo (enojo).
¿Quién podría llamarse antisistema en la Colombia de hoy? Quien cumple la Constitución y la ley, amen de que paga correctamente sus impuestos. Nada más.
¿Cuáles son las candidaturas del sistema? ¿Cuáles son las candidaturas antisistema? Dejo la respuesta para principios de 2018. Por ahora, les deseo unas felices fiestas. ¡Vaya! Olvidaba algo: asegura bien las puertas y las ventanas de casa, a riesgo de que se te metan los operadores políticos del sistema y se lleven hasta la comida de la gata.
* Escritor y analista político
En Twitter: @Yezid_Ar_D
Blog: En el puente: a las seis es la cita