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Sobre la Policía

Antonio Caballero
14 de junio de 1993

Escribí hace 15 días un artículo sobre la degeneración de la Policía, y me dicen que exagero. Me lo dice, en docenas de cartas, la propia Policía, desde su director, el general Gómez Padilla, hasta viudas de agentes rasos asesinados por la mafia o la guerrilla. Me dicen que la Policía no es tan "espantosa" como digo, y que además no tengo derecho a decirlo.
Es verdad que mi artículo era duro. Pero lo releo ahora, y no lo encuentro excesivo. Si lo parece es solamente por contraste con la habitual benevolencia, y hasta complicidad, que muestra la prensa colombiana es general para con las autoridades, en particular las armadas. Mi artículo confunde, tal vez, los excesos muchas veces criminales de los cuerpos especiales de la Policía -Dijines, Unases, Sijines, Efedoses- con la pequeña corrupción cotidiana de los policías de esquina. Pero las dos cosas son ciertas, y vienen de un solo organismo: se suman, no se restan. Y también habla de la otra cara de la moneda: el heroísmo de muchos agentes de la Policía, la amenaza constante que pesa sobre ellos, y los sueldos miserables con que les paga el Estado. El artículo habla menos de esto que de lo otro, lo reconozco; pero es porque de esto se habla mucho, y de lo otro demasiado poco.
Repito: nuestra Policía es incivilizada.Y no soy yo quien dice que requiere civilizarse, sino que lo dice el Gobierno, que por fin se ha dado cuenta. Civilizarse. No simplemente "modernizarse y actualizarse", como dice en su carta el general Gómez Padilla; ni simplemente "reorganizarse", como dice en la suya el mayor en retiro Bodensiek Sarmiento.
¿Qué hacer para civilizarla? No es fácil, dadas sus propias características, las de la sociedad y las del Estado, y las muchas guerras que vivimos: es difícil cambiar de caballo en la mitad del vado, como dice el refrán. Pero se requerirían para empezar dos cosas: control civil, y sueldos decentes.
El control civil no consiste solo en desmilitarizarla y ponerla bajo las órdenes de un jefe civil. Históricamente los civiles han sido los peores, y no solo en Colombia sino en el mundo entero. Por "control civil" entiendo control de la Policía por parte de la sociedad civil. De los jueces -sin fuero militar-; del Parlamento -así sea el Parlamento que tenemos-; de la prensa -sin los respetos reverenciales, y hasta cómplices, de que hablé antes.
De ese control civil por parte de la prensa forma parte mi artículo de hace 15 días. Los periodistas y todos los ciu0dadanos tenemos derecho a criticar a la Policía. Tenemos derecho a decir que es tal como es, o al menos tal como la vemos. Y más: tenemos derecho a saber cómo es, porque no lo sabemos. Dentro del control civil de la Policía entra, naturalmente, la eliminación, o por lo menos la transparencia, de todos los cuerpos especiales y secretos, dijines y Efedoses, que no controla hoy nadie y que son responsables de la mayor parte de los desafueros policiales. Pues lo propio de los servicios secretos de la Policía es corromperse, y eso lo saben sus jefes mejor que yo (aunque forma parte de sus funciones negarlo). De todos ellos. El más respetado, el Scotland Yard de la Policía inglesa, no ha llegado a los extremos criminales de una KGB o una Gestapo: pero hasta Scotland Yard, según han establecido los jueces británicos, ha falsificado pruebas, inventado culpables y arrancado confesiones mediante la tortura. Esa es la tendencia natural de todo cuerpo de Policía: propasarse. Por eso debe ser controlado, no por su jefes sino por la sociedad civil, que puede ser su víctima.
Y sueldos decentes. Sin ellos, no es fácil que un policía resista la tentación de abusar de su autoridad para extorsionar a los ciudadanos, como sucede tan a menudo. No todos son héroes o santos. Ni tienen por qué serlo: les basta con ser buenos servidores públicos.
Pero insisto: no creo que se quiera de verdad regenerar nuestra Policía. Y confirman mi sospecha las cartas que he recibido, según las cuales es prácticamente perfecta. -

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