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Un Estado sin “Otonieles” exige nuevo rumbo

Un sometimiento simple resuelve el problema de manera transitoria dado que las bandas, y parece simple de decir, son el síntoma. No la enfermedad.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
18 de septiembre de 2017

Desde los noventa en la Medellín de la monita, (y no hablo de “la retrechera” amiga de Samper, (expresidente de liberales y traquetos), sino de María Emma Mejía, nuestra embajadora en Nueva York ante Naciones Unidas, quien fue la primera consejera presidencial para esta ciudad, se han adelantado año tras año, alcaldía tras alcaldía esfuerzos grandes y pequeños por transformar la cultura de violencia e involucramiento de jóvenes de las comunas en bandas, banditas, combos, grupos etc.

De todos estos esfuerzos quedan avances, lecciones, que son referente en ciudades como Rio de Janeiro, experiencias simples y complejas que tocan la calle, las familias, las cárceles, los liderazgo espirituales, sociales, académicos, políticos, deportivos etc.

Aún recuerdo a Guillermo Gaviria, el exgobernador de Antioquia asesinado por las Farc en medio de un rescate frustrado, quien lideró una visita al centro Martin Luther King, en Atlanta, Estados Unidos que incluyó a líderes de bandas y los involucraba en jornadas de educación no-violenta buscando con ello impulsar el fin de la violencia, y la construcción de una cultura de vida en la noroccidental y nororiental, que es como se conocen las comunas más pobladas de Medellín.

Esos esfuerzos sumados a reflexiones publicadas y cientos de estudios de universidades y oeneges de la ciudad, dan cuenta de intentos ciudadanos y gubernamentales para resolver un problema que aún subsiste: la cultura connivente de violencia e institucionalidad. El poder de las bandas y sus ‘Dones‘ en el día a día de buena parte de la ‘tacita de plata‘, de Antioquia y de otras regiones del país.

Una connivencia que en tiempos del alcalde Sergio Fajardo fue sintetizada en una frase: “La donbernabilidad”, haciendo referencia al poder de Don Berna, capo elevado a la condición de “inspector general” de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, quien por encima de la voluntad de Fajardo y su equipo, fue rey de la ciudad desde la cárcel de máxima seguridad de Itaguí.

Pues bien, estas formulas ensayadas siempre contemplaron el sometimiento como solución y por ello esta idea ha flotado sobre el Valle del Aburrá y el país por décadas. Este camino que muchos creemos correcto es semejante a la oferta hecha por el Clan del Golfo que hoy explora el vicepresidente Oscar Naranjo.

Un sometimiento simple resuelve el problema de manera transitoria dado que las bandas, y parece simple de decir, son el síntoma. No la enfermedad.

Una política de sometimiento íngrima, solitaria sin medidas de modernización del campo, inclusión económica de regiones enteras, y articulación de cadenas productivas que generen riqueza para grupos de campesinos dedicados hoy a cultivos y negocios ilegales, traerá nuevos ciclos de violencia tarde que temprano.

Sometimiento no debe ser solo el esfuerzo por “desenfierrar” a los jefes e integrantes de las bandas de hoy.

Desarmar, reducir índices de violencia, abre espacios a la institucionalidad, fortalece el proceso de fin de la violencia pero debe acompañarse de una visión que vuelque el Estado a resolver problemas estructurales.

Una visión que desarrolle el campo, que modernice las relaciones de producción y laborales en el Urabá Chocoano y Antioqueño, en regiones del norte del país, que integre a la economía de zonas del Putumayo, Guaviare, Meta, Caquetá, Norte de Santander y el Pacifico colombiano es tarea insoslayable.

Hacer esto requiere unidad política y liderazgo que no aparecen en el horizonte. Lo que se observa es que pululan los presidenciables en número casi semejante al de los Otonieles grandes y medianos que hay a lo largo del país.

Adenda: El Gobierno Juan Manuel Santos no tiene continuidad posible. Tragedia y fortuna para un gobernante poner punto final.

Enorme oportunidad para que los ciudadanos nos adentremos en una etapa de cambios y mayor democracia.

@alvarojimenezmi
ajimillan@gmail.com

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