Home

Opinión

Artículo

A SU MANDAR SEÑORES

Semana
23 de marzo de 1998

Si Estados Unidos tuviera que certificar o descertificar a Colombia por el nivel de protección de los derechos humanos, no habría posibilidad alguna de que pasáramos el examen. Pero por narcotráfico, no hay problema.Ya habrá oportunidad más adelante de buscar un mecanismo distinto para evaluar al narcotráfico como delito multinacional, pero de momento hay que aceptar el que imponen los gringos por una razón elemental: son los dueños de los cañones.
El presidente uruguayo Julio María Sanguinetti habló con seriedad en su visita a Colombia sobre la necesidad de un mecanismo, tal vez adscrito a la OEA, para que el continente revise sus políticas de cooperación y analice los resultados de los sistemas específicos de lucha contra el narcotráfico. Eso tiene mucho más sentido que aguantarse la evaluación arbitraria de los únicos que hacen, de verdad, posible el negocio al consumir cocaína en semejantes volúmenes y a semejante velocidad.Pero el hecho es que Estados Unidos evalúa cada año a Colombia, y en 1997 no hay nada distinto a una arrolladora campaña contra el narcotráfico, como nunca se había visto en la historia de la lucha contra los narcos.Podrán decir algunos que esa confrontación con los carteles es el resultado de la presión de Estados Unidos. Y es verdad. Desde que ese país, a través de su ex embajador Myles Frechette, condicionó no sólo la certificación sino la propia presencia de Ernesto Samper en el poder a una serie de medidas contra los narcos, lo único que se ha hecho es tratar de hacerlas para que no se pongan bravos.
La extinción de dominio para los bienes de los narcotraficantes, los acuerdos de combate en el mar a los barcos coqueros, la extradición de nacionales a Estados Unidos y la fumigación inclemente de los cultivos de coca son sólo algunas de las acciones que Estados Unidos le impuso a nuestro país, y que nuestro gobierno y Congreso aceptaron a regañadientes pero con una docilidad sorprendente.El escollo mayor para la certificación era la presencia en el gobierno del presidente Samper, pero está tan cerca el final de su período que se hace innecesaria una confrontación por ese único motivo. Ya hicieron bastante la farsa de premiar a los policías por combatir a los narcos al tiempo que le decían narcopresidente a Samper, como si el gobierno se pudiera descomponer en unidades, según el grado de afecto de cada personaje con los funcionarios de la administración Clinton.
Me dicen (no lo sé) que la labor de lobby en Washington para aclimatar la posible opción de Serpa ha sido fuerte y fructífera, de manera que el coco de Horacio como continuador del gobierno Samper es un debate que se vuelve cada día más doméstico y por lo tanto cada vez menos importante en la toma de la decisión de certificar o no a Colombia.Otro tema que trasnocha a los gringos casi tanto como a nosotros es el de la marcha del proceso 8.000. Los hechos demuestran que el tema sigue su camino, y yo diría que hoy funciona mejor que antes.Sin quitarle méritos a Valdivieso, pues tuvo el valor de meterle en serio y por primera vez el dedo a la llaga de la corrupción política, el país se tiene que sentir más tranquilo ahora. La sensación de tener al principal juez de la Nación haciendo política desde su despacho, con los expedientes judiciales como arma de combate, tienen que aterrar al más sereno y debe servir de alarma para impedir que vuelva a ocurrir esa locura en el futuro.El fiscal Alfonso Gómez Méndez es mucho más jurista y mucho menos político que Valdivieso, y tengo la seguridad de que no se dejará presionar, ni para absolver a bandidos con las pruebas en la mano, ni para condenar sin pruebas, por muy bandido que parezca el acusado.
La decisión de certificación de Estados Unidos hacia Colombia no va a terminar, por supuesto, en aplauso: ni se atreven a cambiar tan rápido de parecer ni la situación de corrupción por el narcotráfico en Colombia está para que nadie se quede tranquilo. Y si no llegamos a pasar el año esta vez, Samper podrá decir, como decíamos en el colegio, que lo que pasa es que el profesor le tiene 'pique'

Noticias Destacadas