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Subjetivo, pero independiente

Nunca he pretendido ser objetivo ni equilibrado en mis caricaturas, ni en Un Pasquín; de hecho todo el mundo sabe cuáles son mis inclinaciones políticas, sociales, religiosas, etcétera, porque yo las hago explícitas.

Semana
10 de mayo de 2010

He recibido numerosos comentarios acerca de mi apoyo a la candidatura de Antanas Mockus. Algunos han insinuado que he perdido mi objetividad y que he comprometido mi independencia al respaldar abierta y activamente el proyecto político de los Verdes. Otros han ido mucho más allá, llegando incluso a preguntar qué cargo ocuparía yo en un eventual gobierno del ex rector de la Universidad Nacional.

Pues bien, todas estas hipótesis parten de una premisa equivocada, cual es la de confundir objetividad con independencia. Quienes opinamos en los medios, antes que periodistas o analistas, somos ciudadanos, y por lo tanto tenemos derecho a escoger quién queremos que nos gobierne. Consecuentemente, como fruto de nuestros conocimientos, gustos y experiencia, tenemos unas preferencias y unas creencias que necesariamente se tienen que reflejar en nuestro trabajo.

En mi caso particular, son de público conocimiento mis posiciones, no sólo en el terreno político, sino también frente a los distintos temas a los que uno se refiere en este quehacer periodístico. Y cuando me invitan a trabajar en algún medio los editores y propietarios saben perfectamente dónde estoy ubicado en esas materias. A mí me contratan para que manifieste mis puntos de vista y no para opinar quirúrgicamente equilibrado. Se trata de poner en papel mis apreciaciones subjetivas, de acuerdo con mis convicciones. Y así como algunos defienden unas causas, otros defendemos unas diferentes, y lo decimos y lo debatimos abiertamente en nuestras columnas o viñetas.

Nunca he pretendido ser objetivo ni equilibrado en mis caricaturas, ni en Un Pasquín; de hecho todo el mundo sabe cuáles son mis inclinaciones políticas, sociales, religiosas, etcétera, porque yo las hago explícitas. No es lo mismo opinar que informar y mis caricaturas y columnas son opinión pura, recargada, subjetiva.

En esta campaña presidencial, y por razones éticas, morales y profesionales, mi opinión es 100% contraria a JM Santos y muy favorable a Mockus. Sin embargo, así yo sienta mucha simpatía por el profe, si él –como candidato o gobernante– incurre en alguna falta, o hace algo criticable, yo tengo que seguir haciendo mi trabajo; pues al fin y al cabo yo no soy empleado de su campaña, ni seré funcionario de su gobierno. Y tampoco soy defensor particular ni vocero oficial de Mockus ni del Partido Verde.

Y aquí viene la confusión (¿o tergiversación?). El hecho de que uno sea subjetivo no quiere decir que deje de ser independiente. No es lo mismo respaldar a un político por simpatía o por convicción, que hacerlo a cambio de un contrato, un nombramiento o cualquier otra prebenda. Ningún político, funcionario o empresario puede decir que en mis casi 25 años de carrera he criticado o defendido a alguien a cambio de algún favor.

Algunos periodistas han alternado su ocupación con tareas diplomáticas o burocráticas, cosa que respeto. Otros más frescos las han ejercido simultáneamente, sin sonrojarse; allá ellos. Pero si yo algún día decidiera aceptar un puesto público abandonaría definitivamente mi carrera periodística; pues detesto esa puerta giratoria que hay entre el periodismo y la política.

En conclusión, la independencia y la objetividad son dos cosas diferentes; y así como no se puede confundir respetar con admirar, ni Parkinson con Alzheimer, cuando se trata de opinar, la objetividad y la independencia no se pueden equiparar.

http://havladdorias.blogspot.com/

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