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Suena interesante el protocolo de Claudia para la protesta

Enhorabuena, las medidas tomadas por la alcaldesa, estamos convencidos de que no serán absolutamente efectivas en su primer instante, tal y como ocurrió con los bloqueos en la Universidad Nacional, pero creemos que antes de aplicar la legítima fuerza de choque en cabeza del Esmad se deben agotar todos los medios posibles para evitar que nuestras calles se tornen en campos de batalla, y así evitar que en cada confrontación termine cobrando vidas.

Marco Tulio Gutiérrez Morad, Marco Tulio Gutiérrez Morad
20 de enero de 2020

Merece análisis y desde ya nos atrevemos a pronosticar que el modelo de la propuesta de la alcaldesa de Bogotá va mucho más allá del tenebroso tema Esmad, en efecto el tema del diálogo en nuestra actual sociedad donde los líderes políticos se perciben cada vez más lejanos, donde dirimir las controversias de forma civilizada es cada vez más difícil, nos anima a pensar que la alcaldesa se saldrá con la suya e impondrá un mensaje de singular importancia, no solo en Bogotá sino en todo el país, reitero, un país cansado de la agresión en nombre de la protesta y la marca de desigualdad, un país que no aguanta más policías asesinados, ni tolerará más estudiantes o marchantes sacrificados, por cuenta del ejercicio de un derecho fundamental como es el de la protesta.

El haber visto el proceder del secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, quien se hizo presente en la Universidad Nacional buscando el diálogo, demostrando proximidad e interés por los cuestionamientos de los estudiantes, intentando y agotando todos los recursos posibles para que la vía pacífica sea el camino, aún cuando los estudiantes manifestaron que la protesta es contra el presidente Duque y que con él es con quien quieren dialogar, no con la Alcaldía… Y que al otro día la propia alcaldesa de Bogotá presidiera el Consejo Superior Universitario de la Universidad Distrital, para empezar el diálogo con los estudiantes y tratar así de llegar al camino donde se levante el paro; nos produjo una sensación de alivio y esperanza para imaginar una nueva Colombia caminando y aprendiendo a hacer valer sus derechos sin agredir a los demás en su nombre. 

Y fue ese suceso el que nos hizo recordar que, en los tiempos de militancia política en el Poder Popular, ante los generalizados reclamos de la ciudadanía por las elevadísimas tarifas de servicios públicos, pedimos un contenedor prestado a la Empresa Distrital de Servicios Públicos, (Edis), para depositar allí los recibos del agua y de la luz, que, gracias a sus impagables tarifas, se habían tornado en un dolor de cabeza para los bogotanos. Sin disturbios, ni violencia y sin Policía, en un acto simbólico quemamos los recibos en plena plaza de Bolívar y para fortuna nuestra, ¡fuimos escuchados!, nuestra queja fue respondida por la administración distrital, tanto que, las tarifas  de estos servicios fueron reajustadas de conformidad con la posibilidad real de pago de los usuarios, esta expresión de protesta terminó en lo que a la postre llamaríamos la marcha de las siete plagas que afectaba a nuestra clase media y sectores populares de Bogotá.

Es de vital importancia que la administración dote de elementos alternativos y no convencionales el manejo de las diferencias que como sociedad todos los días nos aquejan, es hora de lograr convocar al entendimiento mediante nuevas expresiones que alejen y distraigan los matices de la contención o de la pugna, como siempre ha sido denominador en nuestro contexto, en Bogotá logramos de manera organizada, y mediante un titánico trabajo, lejos de las cláusulas compromisorias y de los tribunales de arbitramento, a través de un lenguaje de diálogo, deliberación, inclusión y confianza, reconciliar dos extremos que parecían irreconciliables, el modelo del SITP con el Distrito, un modelo que estaba condenando a la ciudad al colapso total, a una emergencia que hubiera alterado los derechos fundamentales de libertad de locomoción de millones de ciudadanos, pues en este caso concreto no se trataba de un bloqueo de una troncal o la suspensión del servicio por un día, se trataba del cierre definitivo del sistema de buses azules, situación que de suyo hubiere dejado a merced de sus pies a los usuarios del sistema, afectando directamente su garantía fundamental de libertad de movilidad, pero consecuentemente alterando derechos derivados como son el del trabajo, la educación, la salud. Es decir, estábamos ante un inevitable cataclismo legal y constitucional, el cual solo tenía aparentemente una vía de solución, y esta era la de la decisión que se vería reflejada en el laudo que el tribunal de arbitramento debía proferir, sin embargo, logramos a través de la inclusión del otrosí, como herramienta alternativa de solución de controversias, generar un acercamiento que otrora era impensable, todo esto para reiterar que los autores políticos y quienes tengan jurisdicción para coadyuvar a solucionar y mitigar cualquier crisis social, deben hacerlo sin cesar.

Consideramos que en situaciones tan complejas, como las que circundan la protesta social y la movilización, la administración ha de ser un garante irrestricto de los derechos fundamentales de los ciudadanos, y que por ello, los protocolos de respuesta de la fuerza pública deben estar ambientados conforme a las garantías de proporcionalidad y legalidad que se encuentran en nuestro ordenamiento legal, así como en las normas internacionales que materia de protección de derechos humanos rigen el asunto, sin embargo, previa a la articulación de estos procedimientos, es absolutamente valioso comprender que ha de existir una instancia de diálogo, una instancia que de manera alternativa logre dirimir las controversias.

Me parece un buen camino para el presidente Duque, quien debería aprovechar para intentar con imaginación y cercanía, un protocolo para atender la protesta social, que devuelva credibilidad con un universo de audaces respuestas y un estilo de gobierno que no parezca tan distante y lejano, que responda con contundencia e interés a los problemas de la gente, algo así como poner los oídos en la tierra para sentir los problemas de los colombianos, de los estudiantes de los trabajadores, de las madres cabeza de familia, y lo más importante, de la gente que lidera la protesta, que en vez de ser escuchada,  recibe con la muerte la única respuesta a sus  clamores y sus luchas por las víctimas de la guerra y del desplazamiento.

Enhorabuena, las medidas tomadas por la alcaldesa, estamos convencidos de que no serán absolutamente efectivas en su primer instante, tal y como ocurrió con los bloqueos en la Universidad Nacional, pero creemos que antes de aplicar la legítima fuerza de choque en cabeza del Esmad se deben agotar todos los medios posibles para evitar que nuestras calles se tornen en campos de batalla, y así evitar que en cada confrontación termine cobrando vidas.

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