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#Sumemos

En Colombia la gente se cansó de esa lógica de poder, de esa lógica de gobierno, de esa lógica de “favorecer a los favorecidos y joder a los jodidos”.

Camilo Romero, ex Gobernador de Nariño y columnista invitado para esta edición
12 de diciembre de 2020

Después de 200 años de un ejercicio de poder y una forma de gobierno que forjó una lógica para privilegiar intereses particulares, Colombia enfrenta su más profunda crisis social y económica, y no solo debido a la pandemia. De hecho, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) de hace tres años lo revelaba, ya que, con las condiciones de ese momento, habría que esperar alrededor de 330 años, el equivalente a 11 generaciones, para salir de la pobreza.

Hoy Fedesarrollo estima que para este año la pobreza llegará casi al 50 por ciento, es decir, casi 25 millones de personas. Estos datos nos confirman como el país más desigual de América Latina y uno de los más desiguales del mundo, es decir, un país inviable. Y es por todo lo que eso implica en la vida real de nuestra ciudadanía que en Colombia la gente se cansó de esa lógica de poder, de esa lógica de gobierno, de esa lógica de “favorecer a los favorecidos y joder a los jodidos”.

En diversos momentos de su historia, la ciudadanía de este país ha intentado procesos de cambio. Veamos los del último siglo, cada 20 años: 1930, fin de la hegemonía conservadora; 1948, la posibilidad de un poder popular se gestaba con Jorge Eliécer Gaitán y fue aniquilada; 1970, la Alianza Nacional Popular, que fue robada; 1990, con cuatro candidatos presidenciales asesinados y la esperanza otra vez sepultada; 2010, la ola verde que sacudió a una generación que no formaba parte del mapa electoral.

Hoy vivimos un tiempo que coincide con el surgimiento de lo que nosotros llamamos una nueva ciudadanía, la que ha pasado del pensamiento a la acción, del lamento a la expresión, del encierro a las urnas. La que logra encontrar propósitos comunes que nos juntan: defensa de la vida, paz, lucha contra la corrupción, salud, educación, entre otros. La que marca una nueva política: feminista, animalista, ambientalista...Es esta nueva ciudadanía la que asombró en 2018 con la consulta anticorrupción, casi 12 millones de colombianos y colombianas que salieron a votar, no por un candidato, no por un partido político, sino por un mandato para enfrentar a los corruptos.

Algo similar sucedió en las elecciones regionales de 2019 permitiendo la llegada de nuevos Gobiernos por encima de las maquinarias politiqueras. Sucedió en seis de las siete principales ciudades del país, por población: la ciudadanía eligió el cambio. También en ese 2019 fuimos testigos de la movilización del 21N, una nueva expresión ciudadana contundente, no un paro tradicional, sino más bien un sentimiento nacional.

No debemos pasar por alto la gran lección que nos dejaron las últimas elecciones presidenciales, casi 10 millones de votos alternativos que no lograron juntarse y tienen a Colombia soportando a uno de los peores Gobiernos en la historia. Si no aprendemos, estamos condenados a repetir en 2022 la historia de 2018. Sería imperdonable tal hecatombe. Ese es el gran reto de todos los sectores democráticos, alternativos, progresistas, sociales, independientes, ciudadanos: el compromiso irrestricto de ser capaces de conducir, de encauzar la voluntad de las mayorías nacionales por el cambio.

No es momento de vanidades personales, necesitamos salvar la democracia en Colombia. Ojo que enfrentaremos a lo más rancio de la politiquería nacional, se juntarán los Char, las Dilian, los Ficos, los godos y el que diga Uribe en una consulta presidencial, no estarán dispuestos a permitir un cambio ciudadano. Desde ya hay que hacer una alerta democrática por Colombia, porque apelarán a todas las estrategias para no ceder el poder, ¿incluida la persecución jurídica de quienes queremos el cambio o el fraude electoral?

Así que, mientras líderes alternativos imponen agendas de división, los de siempre se preparan para volver a ganar en 2022. Esto no puede pasar. Necesitamos más humildad y empatía con la diversidad, necesitamos sumar.

Y es la tarea que hemos emprendido desde todas las regiones de Colombia. Un grupo de activistas y líderes sociales y ambientales nos hemos juntado para advertir que no estamos dispuestos a enfrentar el mismo escenario de 2018. Que necesitamos abrir un nuevo camino, con altivez y grandeza, sumar desde la ciudadanía, desde la piel del país. Ojalá esa ola ciudadana logre sacudir a los liderazgos, y si no es posible, se debería reivindicar la maravillosa frase de Gaitán: ¡El pueblo es superior a sus dirigentes!

#Sumemos no es un partido político, es un ejercicio de inteligencia colectiva para la acción ciudadana, es innovación política, es un nuevo camino. Es la voluntad de hombres y mujeres libres que se suman para transformar a Colombia y reivindicar el Estado de derecho, para llevarlo a ser un referente de la defensa de la vida, de la defensa de lo público y de la defensa de la gente. #Sumemos!