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Ternas de uno

César Rodríguez, de Dejusticia, sostiene que las “ternas de uno” del gobierno a la Corte Constitucional son un truco que le saldrá muy caro a la democracia colombiana.

Semana
25 de agosto de 2007

Sabíamos que Uribe era un mago de las comunicaciones, capaz de mantener a la mayoría de los colombianos en un reality donde no hay corrupción ni conflicto armado. Lo que no sabíamos es que también era un mago de las matemáticas, con el poder secreto de armar ternas de uno cuando la conveniencia política lo aconseja.

Eso es lo que ha hecho el gobierno para hacer elegir a la brava a su candidato único a la Corte Constitucional, que no es otro que el asesor jurídico de Uribe en la Casa de Nariño. Aunque se trata de un viejo truco en el mundo encantado del clientelismo, la estrategia presidencial hace aportes que vale la pena comentar, al arte de la magia política.

Para comenzar, Uribe sacó del sombrero no una, sino dos ternas de candidato único. La primera incluía, además de su hombre de confianza, dos mujeres juristas que servían de adorno al elegido. Así siempre pasa en el oficio machista de la magia: las mujeres están ahí para sonreír, para decorar, para dejarse partir por la mitad mientras el mago se lleva los aplausos.

En este caso, estaban allí para cumplir la formalidad de la ley de cuotas, que obligaba al Presidente a meter mujeres en la terna. Lo que muestra, claro, cuánto le importa en realidad al gobierno la igualdad de género en las altas esferas del Estado.

Como todos los trucos, éste quedó al descubierto con la renuncia digna de las dos candidatas para no prestarse al número que les había armado el Presidente. Pero como la realidad colombiana supera la ficción, Uribe se sacó de la manga un número aun más inverosímil: otra terna de uno, y otra terna donde el candidato único es el mismo personaje del truco anterior.

El problema es que todos los trucos tienen un lado oscuro y pueden salir caros. Y el numerito del gobierno no va a ser la excepción. La primera sacrificada va a ser la independencia judicial, esa noción tan trillada y etérea que hasta el Presidente la cita mientras despotrica contra las valientes decisiones de la Corte Suprema que tienen en jaque a los para-políticos cercanos al gobierno. La misma independencia judicial por la que se desgarran las vestiduras los asesores presidenciales mientras maquinan cómo tomarse la Corte Constitucional cuyos poderes han intentado desmontar tantas veces.

Pero las consecuencias de jugar con la independencia judicial no son nada etéreas. Si alguien quiere ver qué pasa con un poder judicial de bolsillo, que vaya y mire la concentración de poder de Chávez en Venezuela, o del PRI (y ahora el PAN) en México, o la tragicomedia de los magistrados ecuatorianos, que son destituidos cada vez que entra un nuevo presidente.

El resultado es el mismo al que nos está llevando el gobierno de Uribe II, con la anuencia ciega de la ciudadanía embrujada por el poder de el ‘Mago’: la erosión de la democracia, el Estado de derecho y el balance de poderes. Y, sobra decirlo, la preparación del camino hacia el gobierno de Uribe III.

¿O alguien duda cómo votaría el asesor jurídico de Uribe en un fallo sobre la constitucionalidad de la reforma que se ve venir para permitir una segunda reelección? ¿O en los fallos sobre conmoción interior? ¿O en las sentencias sobre el proceso con los paras?

Pero el doctor Salsa no estará solo cuando le haga el mandado a su jefe. En un par de años lo acompañarán los seis nuevos magistrados que serán elegidos por el Senado uribista, incluidos dos que vendrán de sendas ternas de uno del gobierno. Todo ello con el silencio o el apoyo de otros altos funcionarios eternamente agradecidos con Uribe por el puestico, desde el Defensor del Puesto y el Fiscal actuales, hasta los tres codirectores del Banco de la República que serán nombrados en dos años por el gobierno.

A Uribe hay que reconocerle la elegancia del truco. Al fin y al cabo, para hacer desaparecer el equilibrio de poderes le bastó sólo un toque de la varita: el famoso “articulito” de José Obdulio y Echeverri, que permitió la reelección y desbarató la arquitectura constitucional que estaba diseñada para períodos presidenciales de cuatro años.

Pero mientras al Presidente le funciona el truco y se esconde, como buen encantador, detrás de nuevas cortinas de humo, a la democracia colombiana le va a salir muy caro. Cuando se despeje el humo y cesen los aplausos, estaremos lamentando la venezolanización de las instituciones y la democracia colombianas, que quedarán deformes al punto de ser irreconocibles. Como las modelos descuartizadas por los magos, con la cabeza a un lado, el tronco en otro y los pies pataleando inútilmente en el vacío.

*Profesor de la Universidad de Los Andes y miembro fundador de Dejusticia.

El Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (Dejusticia, www.dejusticia.org) es un centro de pensamiento creado en 2003 por un grupo de profesores universitarios, con el fin de contribuir a debates sobre el derecho, las instituciones y las políticas públicas, con base en estudios rigurosos que promuevan la formación de una ciudadanía sin exclusiones y la vigencia de la democracia, el Estado social de derecho y los derechos humanos.

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