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A proteger Urrao, mijitos

Luego de la felicidad y el patriotismo desbordado por el indiscutible éxito de Rigo en el Tour de Francia, las dirigencias municipal, departamental y nacional deben salvar la biodiversidad de Urrao.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
24 de julio de 2017

Omaira ha sido profesora en la mayoría de las veredas del municipio de Urrao, ha visto crecer su pueblo, correr la sangre de su generación, al igual que su mamá vio a muchos de la suya morir en estas montañas.

Hoy, ambas están agradecidas porque el acuerdo con las Farc permite decir que las cosas se han tranquilizado, a pesar de que como bien dicen: “No deja de haber problemas”.
Ahora matan viciosos y a los que se atreven a montar en el pueblo plazas de vicio sin permiso.

Indagando por los problemas, caminando por la plaza, tomándose un café con uno que otro urraeño, se confirma que efectivamente el temor crece: asesinatos achacados a limpieza social en 2016 y lo que va de 2017, relatos sobre cómo por caminos de herradura hacia los límites con el Chocó, en la zona conocida como Mandé, hay grandes dragas que solo pueden haber entrado con apoyo y complicidad de muchos.

El daño ambiental que están haciendo es terrible y vienen sacando oro hace más de año y medio.

Urrao es extenso, es el segundo municipio en tamaño de los 125 de Antioquia. Posee una de las mayores riquezas hídricas del país y en medio de su verde intenso lleno de brumas y humedad, se encuentra oro y se cultiva coca.

El pie de fuerza de la Policía y el Ejército encargados de controlar el territorio no llega a más de las 80 unidades, es iluso pretender que con ese número de hombres se pueden controlar sus 2.256 kilómetros de extensión.

En sus 102 veredas viven y malviven el 61 por ciento de sus 44.000 habitantes. La tienen difícil los habitantes y las autoridades del municipio.

Luego de la felicidad y el patriotismo desbordados por el indiscutible éxito de Rigo en el Tour de Francia, la dirigencia municipal, departamental y nacional deben salvar la biodiversidad de Urrao.

De lo contrario, de la belleza del río Penderisco, los secretos del Parque Nacional Natural Las Orquídeas, y sus riquezas hídricas solo nos quedarán fotografías y los fascinantes relatos de Omaira, su madre y las madres campesinas de Urrao.

A pesar de que hoy en sus campos hay frutales para exportación, los mismos han surgido no por el esfuerzo estatal, no. Estos desarrollos son esfuerzo de inversionistas privados que generan empleo, pero de quienes en voz baja se dice, trabajan con dineros obtenidos en negocios de narcotráfico y “oficinas” de cobro en Centro y Suramérica. Se les conoce como “Los Guatemaltecos”.

Mucho se teme que la violencia derivada del narcotráfico y de la actividad de minería ilegal aparezca con fuerza en Urrao, como ha sucedido en el suroeste de Antioquia.

“Riguito”, como se le dice en el pueblo, no debe ser solo referencia para simbolizar al campesinado laborioso, lleno de ingenio y dicharachero de esta zona del país. Sus éxitos en el ciclismo deben alentar a las autoridades y organizaciones ambientales a proteger la biodiversidad de Urrao.

Protejamos las comunidades afro e indígenas del Parque Nacional Natural Las Orquídeas, conservemos el nacimiento y riberas del Penderisco ganemos el primer lugar, aventajando a quienes ilegalmente sacan oro y contra toda norma de protección destruyen la hermosa tierra de donde salió Rigo, el subcampeón del Tour de Francia, quien se describe a sí mismo con simpleza: “Monto en bicicleta y soy más colombiano que un verraco”.

Seamos capaces de proteger a Urrao, impidiendo la degradación de sus ríos y quebradas con mercurio para que cuando nos pregunten por su destrucción, no tengamos que responder:

“Yo que voy a saber güevón”.
A moverse pues, mijitos.

Mail: ajimillan@gmail.com
twitter: @alvarojimenezmi.

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