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Un adjetivo sustantivo

No es claro si para el Presidente las 'autodefensas' son sólo terroristas o partes de un conflicto con las cuales se deba negociar

Semana
6 de febrero de 2005

Ahora es oficial: en Colombia no hay conflicto, sino grupos terroristas. Como todas las simplificaciones, ésta capta un aspecto esencial de la verdad; pero esconde otros aspectos esenciales para entender y -sobre todo- para resolver de veras el problema.

En Colombia no hay conflicto, en el sentido, digamos, de 'guerra civil', de una insurgencia con amplio apoyo social o con una causa justa para alzarse en armas. La guerrilla colombiana no tiene justificación moral, ni legitimidad, ni representatividad, ni futuro, ni excusas para sus muchos actos terroristas. En esto tiene toda la razón el Presidente.

Pero si el caso se reduce al terrorismo, la única respuesta sería militar -o, más exactamente, policial-. Y así no habría lugar para otros instrumentos, entre los cuales hay tres que destacar: la negociación política, el DIH y la inversión social. En efecto:

- Terrorismo es lo que hacen grupúsculos radicales (tipo ETA o Al Qaeda) que carecen de fuerza de combate y por eso recurren a los atentados. Usan el miedo ('terror') precisamente porque no tienen otra arma. Y la manera obvia de derrotarlos es no ceder al miedo, vale decir, no negociar jamás con ellos.

- El DIH se aplica a "los combatientes", no a los terroristas (según la doctrina Gonzales-Rice-Bush). O se aplica a "las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional"; pues si aquí no hay 'conflicto', no hay para qué DIH.

- Usar programas sociales para dejar sin piso al enemigo implica admitir que de algún modo existe relación entre la lucha armada y los problemas de la gente, o sea que en efecto hay un 'conflicto'.

Cierto que al Presidente no le interesa el diálogo (acabó con los 'buenos oficios' de la ONU), ni le

trasnocha el DIH (salvo si las ONG molestan), ni invierte mucho en zonas guerrilleras. Pero ninguna de las

tres cosas está del todo ausente, y esto mismo demuestra su simplismo.

Simplismo, porque es verdad que las guerrillas practican el terror, pero no son apenas grupitos terroristas: son ejércitos con poder militar considerable que van tras la conquista del poder. Este no es una opinión personal sino un hecho lamentable, porque quiere decir que el enemigo es más fuerte de lo que suelen ser los terroristas.

Esa distinta relación de fuerzas precisamente es lo que explica que, no ya uno, sino los seis gobiernos anteriores hubieran tenido que dialogar con la guerrilla. Es más: con todo y su diagnóstico, Uribe opina que al final "habrá negociaciones" (Bush jamás diría eso de Al Qaeda) y ha autorizado diálogos con la insurgencia.

Con lo cual el Presidente incurre en una contradicción de bulto. Si se negocia con alguien es porque existen intereses encontrados, vale decir, porque hay conflicto. O sea que tras tanto ir y venir, resulta que en Colombia sí hay conflicto.

Y seguimos. Dado que hay un conflicto, Colombia debe atenerse a los Protocolos y Convenios de Ginebra, a las 27 'recomendaciones' de la ONU y a la ampliación del campo humanitario en temas como el canje o los diálogos regionales.

También porque hay conflicto debe irse más allá de lo militar para ganar la batalla social. El punto flaco de la 'seguridad democrática' es cabalmente la ausencia del Estado social en zonas recuperadas por el Ejército. En esto coinciden los analistas de derecha y de izquierda, y en esto hay tantos campos como los que enunciamos en el informe Callejón con salida.

No es claro si para el Presidente las 'autodefensas' son sólo terroristas o partes de un conflicto con las cuales se deba negociar, se hable de DIH y de inversión social. Y esta indefinición le enreda aún más el argumento de que en Colombia no hay conflicto armado.

Entiendo que al señor Presidente lo desesperen las cosas complicadas. Pero en la práctica es más des-esperante que todos los esfuerzos de un gobierno se guíen por una simplificación equivocada.

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