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¿Un cese bilateral de fuegos?

Negociar con los grupos guerrilleros en medio de las balas implica poner en riesgo la vida, la integridad física, la libertad y los bienes tanto públicos como privados de innumerables personas.

Semana.Com
5 de mayo de 2016

Negociar con los grupos guerrilleros en medio de las balas, implica, como es obvio, poner en riesgo la vida, la integridad física, la libertad y los bienes tanto públicos como privados de innumerables personas, sobre todo en las áreas rurales. En el inmediato pasado la práctica de esta política dio al traste con el intento de paz del Caguán bajo la administración Pastrana, porque la opinión pública no tolera actos de barbarie como el secuestro de aviones y de personas, el asalto a pueblos y emboscadas al ejército y a la policía que se dan en nuestro conflicto, mientras en una mesa de diálogo se conversa sobre distintos temas, indefinidamente, como fue el caso del Caguán.

Hoy afortunadamente hay un cese bilateral de fuegos con las FARC aunque no declarado: Éstas no atacan al Ejército, ni toman poblaciones, ni destruyen la infraestructura del país, ni hacen “pescas milagrosas”, ni queman buses en nuestras carreteras o vías veredales, ni vuelan oleoductos ni torres de transmisión eléctrica, ni hacen emboscadas.

A su turno ni el Ejército ni la Policía las atacan o bombardean. El resultado es un ambiente de paz que se siente en todos los espíritus. No hay campesinos muertos con uniformes del Ejército, ni campesinos muertos con uniformes de las FARC. Parafraseando a Sartre podría decir: Los campesinos ya no ponen los muertos porque los comandantes militares del Estado y de los grupos guerrilleros ya no se hacen la guerra. (La frase de Sartre es: “Cuando los ricos se hacen la guerra, los pobres ponen los muertos”). Parar estas muertes lo más rápidamente posible con un Acuerdo de Paz es la opción ideal. La segunda mejor opción es lograr lo mismo a través de un cese bilateral de fuegos.

El ELN no sólo ha estado insistiendo en pactar con el Gobierno un cese bilateral de fuegos desde el inicio de las conversaciones de paz, sino que, ante la negativa del Gobierno, ha acusado a éste, obviamente de manera injusta, de tener algún grado de responsabilidad en las acciones violentas que ha llevado a cabo últimamente contra la infraestructura petrolera del país, concretamente contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas, así como de los secuestros que ha venido cometiendo, dentro de los cuales se encuentra el horrendo intercambio del doctor Patrocinio Sánchez, del Chocó, que tenía más de dos años y medio de estar muerto en vida en su poder, por su hermano Odín Sánchez, quien se ofreció a ocupar su lugar en tanto que secuestrado, ya que su hermano adolecía de graves quebrantos de salud. Es, sin duda, un acto despreciable, irracional e inhumano el que comete el ELN con este intercambio macabro de secuestrados.

Negociar en medio del conflicto, al fin y al cabo, no sirve para nada distinto de causar muerte, destrucción y lágrimas. No es cierto que sea útil para acelerar los procesos de paz. Nos lo enseña la experiencia. No sirvió en el Caguán. Tampoco en las negociaciones con las Farc que trascurrieron hasta hace poco en medio de la más atroz violencia. Y sospecho que se ha avanzado más desde que existe esta tregua que antes cuando no existía. Deberíamos aprender estas lecciones.

Finalmente, si no hay muertos, ni destrucción, ni secuestros, ni, en una palabra, violencia mientras se negocia en medio del cese de fuegos, ¿qué importa el tiempo que se tomen las conversaciones en La Habana, Caracas o Quito? Si ya estuvieran concentrados el resultado sería sustancialmente el mismo. Es una manera de anticipar las bondades de la paz en lugar de continuar con los horrores de la guerra.

Si el Gobierno insiste en su negativa a formalizar un cese bilateral de fuegos con el ELN debemos pedirle a éste, que ha manifestado su disposición al respecto, que emprenda la ruta seguida por las FARC: Declare un cese unilateral y lo cumpla. Es la vía más rápida hacia lo que dice querer en esta materia.

Entre tanto, podríamos combatir seguramente con mayor efectividad a las “bandas criminales”. Y como ya lo propuse, elaborar para ellas un “plan de sometimiento a la justicia” como el que tuvo lugar en el gobierno Gaviria.

Alcanzada la paz, este país se disparará en términos de progreso humano, moral, económico y social. El PIB crecerá por sólo este concepto entre el 1.5 y el 2.5 %, según los economistas más autorizados. La paz será el mejor negocio para este país.

Constituyente 1991*

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