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UN PECADO CONCEBIDA

ES MAS GRAVE EL PROCEDIMIENTO QUE SE UTILIZO CON MARIA PARA ACUSAR A SAMPER QUE LAS ACUSACIONES MISMAS

Semana
2 de septiembre de 1996

SERIA muy grave que resultara cierto lo que dijo 'María', la testigo secreta del senador Jesse Helms, en su declaración ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos. Palabra más, palabra menos, lo que se desprende de ese testimonio es que el hoy Presidente de la República de Colombia se comprometió a tomar decisiones de Estado en favor de los narcotraficantes del cartel de Cali a cambio de dinero. En boca de la testigo la historia suena extraña, pero la acusación es concreta. Siguiendo el hilo de las palabras de 'María', las denuncias sobre relación de la campaña política de Ernesto Samper en el 94 con los narcos serían apenas una parte de un romance delincuencial muy viejo y profundo, que nos tendría ante el hombre más corrupto que se ha sentado en la silla presidencial que estrenó Simón Bolívar.
Pero lo único comparable con la gravedad de la denuncia son las consecuencias que tendrá el precedente de que se puedan hacer acusaciones en la forma que diseñó Helms contra el presidente Samper.
La escena televisada de una persona entrando al recinto del Congreso de Estados Unidos, con una capucha en la cabeza, para después ocupar un asiento escondido por un biombo y luego, tras identificarse con un alias, acusar en materia grave al presidente de una nación independiente, me causó un impacto profundo. oír el hilo de voz anónima despotricar en semejante recinto y ante tal audiencia contra el Presidente colombiano, produce miedo. Es una escena que elimina de un tajo siglos y siglos de civilización humana, de principios elementales del derecho, del régimen universal acusatorio, del respeto a los derechos individuales, del debido proceso, del derecho a la defensa, de la presunción de inocencia... La declaración de 'María' ante el Congreso estadounidense es un acto de barbarie sin precedentes.
Una voz que sale de la parte de atrás de un biombo no puede ser una pieza acusatoria bajo ninguna circunstancia. En Colombia hemos llegado a la figura del juez sin rostro como un mecanismo de defensa comprensible contra la integridad de estos funcionarios, pero al menos existen principios universales en materia penal que se siguen paso a paso en los procesos, que les permite a los acusados saber a qué atenerse y les entrega instrumentos válidos de defensa.
El bulto que entró encapuchado al Senado habría podido ser un mico. Lo que estaba sentado tras el biombo podría haber sido una tula rellena o un vigilante de la sala de sesiones. La voz de 'María' pudo haber salido de una grabadora y no de un personaje real. ¿Quién dice que lo que dicen que sucedió es lo que en realidad ocurrió? ¿Jesse Helms? Ni aunque Helms fuera sor Teresa de Calcuta ese procedimiento puede ser considerado aceptable. Ni aunque todo lo que haya dicho 'María' sea cierto se puede aceptar que las relaciones entre dos países pasen a través de un acto tan salvaje como el que utilizó el Comité del Senado estadounidense. Ni aunque Samper fuera el mismísimo capo del cartel de Cali puede convertirse en norma de procedimiento un seudojuicio parlamentario en el que el acusador no tiene la obligación de presentar un documento, una grabación, nada. Ni siquiera dar el nombre, ni la cara. ¡Nada!
En este caso quedó superada, por infantil, la discusión sobre la honra de las personas, sobre el trámite de acusaciones que pudieran derivar en calumnias, o sobre la presunción de inocencia de las personas frente a episodios delictivos concretos. Aquí estamos ante un circo romano donde el emperador apunta su dedo pulgar hacia arriba o hacia abajo, para que el gladiador le entierre a su víctima el tridente en las entrañas. Con la sesión parlamentaria de Helms se crea el precedente de que los asuntos internacionales se pueden manejar montando shows acusatorios sin rigor formal. La forma de presentación del asunto le resta, además, credibilidad a un testimonio cuyo contenido pudiera tener valor, en el plano de las hipótesis.
Ojalá este procedimiento no forme parte de una estrategia global del Congreso y el gobierno de Estados Unidos, aunque no hay que hacerse muchas ilusiones al respecto. La carta de Helms a Clinton, en la que le pide retirar las visas a varios personajes colombianos, reconoce entre líneas y por primera vez que la fracción dura del republicanismo está de acuerdo con lo que está haciendo el Presidente en el manejo del caso colombiano.

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